1. Legitimo borracho.

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Mi día usualmente trataba de lo mismo; el molesto ruido de mi despertador, un largo día en la universidad y una noche de trabajo en el Bar.

Y así fue como empezó mi día. El sonido del despertador no era algo que me agradara escuchar por las mañanas. Las cobijas parecían pesar toneladas cuando las levanté para comenzar mi día. Lentamente y con una pereza monumental me levanté y caminé hacia mi baño. Una ducha rápida, me vestí rápido, desayune rápido y ya estaba afuera. La universidad queda a solo unas cuantas manzanas de distancia de mi apartamento, así que no debería durar mucho en llegar.

El último semestre antes de verano estaba a punto de terminar y el campus se veía más ajetreado de lo normal. La gente corría por todos lados con papeles y folletos entre sus manos. El camino hacia mi clase no era muy largo y justo cuando llegue a clase la campana sonó

-Buenos días, Saquen sus libros. Hoy estudiaremos justicia penal- Dijo el profesor haciendo presencia mientras entraba al aula con un café en sus manos.

Estudiar derecho no es muy fácil. Tienes libros que leer todos los días y ensayos que hacer cada dos. Pero si quería hacer algo bueno en mi vida, debía hacerlo bien.

Mi trabajo por las noches en el bar de mi Tío Joe, me sustentaba para sobrevivir y pagar lo que tenía. Así que no ir a trabajar no era una opción nunca. El bar era un lugar lindo. Grande con una barra larga, un escenario de madera donde algunos días había música en vivo, mi Tío se había encargado de decorarlo muy bien.

Era viernes por la noche y el semestre había terminado, el bar estaba repleto y la gente bailaba por todo el lugar.

Ya había perdido la cuenta de cuantos shots había servido, había mucha gente y a lo único que me podía dedicar era a servir todo lo que me pedían. Así pasó toda la noche.

- ¿Se les ofrece algo más?- Pregunté, con el usual tono amable que usaba para atender, a unos muchachos en una mesa. Eran casi las cuatro de la mañana y ya solo quedaban unas pocas personas en el bar.

-La cuenta por favor. - Contestó uno de ellos sin voltearme a ver.

- ¡Brooke!- Llamó mi tío desde la oficina del bar. Caminé hasta ella y abrí la puerta.

-Dime.-

-Brooke, ocupo que te encargues de cerrar hoy. Tu tía me acaba de llamar diciéndome que ocupa que vaya para la casa ya. ¿Puedes?-

No me gustaba cerrar el bar. Tenía que cerrar la caja y hacer cuentas, ordenar todas las mesas y las demás cosas, yo sola, porque Alice hoy había salido temprano. Pero su mirada me lo pedía con sinceridad y no podía decirle que no.

-Claro tío, no hay problema. - Dije sonriendo.

-Gracias. ¡Te pagare una hora extra!- Dijo levantándose y saliendo de la oficina.

Suspire lentamente y me levante. Bueno, al menos tendía un poco más de dinero.

El bar poco a poco se había quedado vacío. No había nadie en las mesa. En la barra la cabeza de un hombre estaba apoyada sobre sus brazos cruzados sobre la mesa.

Parecía muerto. No se movía, y parecía no respirar.

Lo que me faltaba, sacar un borracho del bar. Esto era lo que más temía cuando me tocaba cerrar el bar,  los borrachos molestos.
Me acerque hacia él, quienquiera que fuera, y le toque el hombro, pero nada sucedió. De verdad que parecía muerto. Exceptuando su pasible respiración que hacía que su ancha espalda subiera y bajara a un ritmo constante.

Traté de moverle el hombro pero lo único que logré fue obtener un gruñido de respuesta. Me aclaré la garganta buscando captar su atención.

-Disculpe señor, el bar ya va a cerrar. - Dije, pero nada pasó. Tal vez estaba dormido. Moví su hombro con un poco más de insistencia. Logrando que se despertara al fin. Su cabeza se levantó lentamente pero yo estaba detrás de él así que no podía ver su rostro. Se giró lentamente, al parecía que todo lo hacía lentamente gracias a su estado.

Definitivamente no era un señor. Era alto y de espalda ancha pero no era un señor.

Sus ojos verdes me miraron de arriba a abajo con confusión y cuando su mirada volvió a mi cara sus ojos estaban más confusos que antes. Gruñó algo en voz baja y trato de levantarse. Se apoyó en la barra y justo cuando iba a dar el primer paso, se cayó sobre el piso causando un gran estruendo causándome el susto del año.

Rápidamente lo ayude a levantarse, y intenté llevarlo a fuera pero su fuerza fue mayor que la mía y se volvió a sentar en la silla. Putos borrachos. Me miró unos segundos y me dedico una sonrisa que causo un escalofrío que recorrió todo mi cuerpo. - ¿Me sirves un whiskey?- Dijo finalmente.

¿Está loco? Está loco definitivamente. Está tan borracho que ni siquiera puede caminar y quiere que se sirva más alcohol. Con todas las fuerzas necesarias para no gritarle que era un borracho. Me aclare la garganta y le dije -El bar ya está cerrado. - Tratando de ser amable.

-Pues yo lo veo muy abierto. - dijo volviendo a ver la barra, a la cual no le había apagado las luces.

-Sí, bueno. Ya está cerrado, o al menos estoy cerrando. - Dije tratando de ignorar la sonrisa burlona que tenía en el rostro.

-Bueno, mientras cierras, me gustaría algo para tomar. - Dijo ensanchando más su sonrisa.

Esto no puede estar pasando. Nunca antes en mi vida me había encargado de sacar los borrachos al final. Mi tío siempre lo hacía. Él era grande y le hacían caso con facilidad. Claramente a mí no. Tal vez si le daba algo de tomar se largaba cuando yo cerrara el bar.

-De acuerdo. - Dije tratando de sonar amable.

Le tendí una gaseosa, porque en sus sueños le iba a dar más alcohol. Pero a él pareció no importarle porque igual se la tomó.

-Gracias Brooklyn- Me dijo después de dar el primer trago.

Drunk.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora