4. Un idiota muy fuerte.

48 4 0
                                    

—Brooke, ven a mi oficina un momento por favor. — Dijo mi tío desde la puerta de esta.

—Mira, necesito que me hagas esta semana un favor. — Dijo con sus ojos fijos en los míos.

—Claro. ¿Qué pasa?

—Esta semana ocupo que cierres todas las noches. Beth ocupa vaya temprano a casa y prefiero que tu cierres a que Alice lo haga. — Dijo. Mi tía Beth siempre fue una persona muy nerviosa y cualquier cosa le preocupaba, podía ser que estuviera pasando por alguna de sus crisis. Es cierto que no me gustaba cerrar, pues podían pasar cosas como la de hace una semana. Pero no podía decirle que no. Normalmente, nunca podía decir que no.

—Está bien no hay problema. — Dije sonriendo.

— Muchas gracias, al igual que el viernes pasado, todos estos días te pagare una hora extra.

— Me parece bien. —Dije y salí de la oficina a seguir acomodando las sillas para abrir el bar.

La noche transcurrió tranquila, pues normalmente los jueves eran muy tranquilos.

Hasta que una cara familiar entró por la puerta. Caminé rápido hasta su mesa y me planté junto a él aclarándome la garganta para llamar su atención.

—Me podrías dar una cerveza por favor. — Dijo sin voltearme a ver.

—Stephen. — Dije y ante mi voz su espalda se tensó.

— ¿Brooklyn?

— ¿Quien más?— Escupí con odio. No podía evitarlo.

—No hagas una escena por favor. — Dijo levantándose para ponerse frente a mí. No quedaban muchas personas en el bar. Pero así era él, ante todo su imagen.

—Haré todas las escenas que quiera. — Dije subiendo cada vez más mi tono de voz y empujándolo en el pecho.

Rápidamente tomó mi muñeca con fuerza y me llevó fuera del bar. Ya era de noche y la iluminación no era la mejor.

— ¿Qué haces aquí?— Dije con todo el odio que pude demostrar con mi voz.

—Tu madre. — Respondió con voz seca. Quería preguntarle por mi mamá. En verdad quería hacerlo. Pero no quería escuchar la respuesta. No quería escuchar que la mujer que nos abandonó, a mi hermano y a mí por un abogaducho imbécil con mucha plata, estaba ni remotamente cerca de mí. Pues la quería lejos de mí. De mí y mi vida.

—Móntate en el carro Brooke. — Dijo mirándome fríamente a los ojos.

—No quiero y no me llames así. Si me permites tengo que trabajar. — Dije dándome la vuelta para poder entrar al bar.

—Te dije que entraras al auto y no era una pregunta. — Dijo tomándome del brazo obligándome a voltearme.

—Y yo te dije que no quiero, Stephen.

—Entra. No quiero tener que obligarte.

—No me tienes que obligar a hacer nada. Porque no tienes el derecho. — Dije volteandome de nuevo para entrar de nuevo al bar. Pero su mano atrapó de nuevo la mía con más fuerza y no sólo para voltearme. Me jaló con tanta fuerza que en vez de moverme hacia el carro hizo que me cayera al suelo haciendo que mis rodillas y manos golpearon con fuerza el suelo provocando un dolor agudo en ellos.

—Móntate al maldito carro Brooklyn. — Dijo con furia en su voz.

—Ya te dijo que no quiere. — Dijo alguien detrás de mí. Me levanté de prisa. Pero este "alguien" se colocó delante de mí.

—Muevete niño. Esto no es asunto tuyo. — Dijo Stephen empujando a Noah en el pecho. Una risa ronca salió de la boca de Noah. Se sacudió el pecho donde las manos de Stephen acababan de golpear.

—Créeme. No debiste hacer eso. — Dijo en tono serio. Sus miradas parecían crear una tensión visible. Yo estaba muy aturdida y no sabía qué hacer exactamente.

—Noah, vamos adentro, por favor. — Dije en un tono bajo y toque su brazo para que se volviera, pero no lo hizo.

—Brooklyn, si no entras al carro golpearé a tu amigo tan duro que lo dejaré inconsciente. — Dijo Stephen amenazándome haciendo que un escalofrío baje por mi espalda.

—¿Porque no lo intentas viejo? — Dijo Noah sin siquiera dejarme contestar.

—Dime que quieres y me subiré al auto. — Dije colocándome al Lado de Noah para no estar detrás de él. No creía que fuera algo muy grave, pero, yo era una cobarde de primera. Y realmente estaba asustada.

—No te diré ni una mierda. Sube. Al. Puto. Auto. — Grito Stephen pronunciando cada palabra lentamente acercándose a mí.

—Él no tiene que decir nada, tiene razón, si tu no quieres ir a ningún lado no vas y ya. Asunto terminado. — Dijo Noah juntándose más conmigo.

—Déjame en paz. Y largo de mi vida. No quiero saber de ustedes dos. — Dije con enojo mirando el suelo tratando de ocultar el dolor en mi voz. Una palmada dura y rígida cayó directamente contra mi mejilla dejándome un ardor profundo. —A mí no me hablas así mocosa. — Dijo escupiendo furia con sus ojos mirándome con violencia. —Y tú, métete en tus propios asuntos y largo de aquí. — Dijo Stephen empujándolo de nuevo.

Antes de que me pudiera haber dado cuenta el puño de Noah se estrelló con fuerza en la mandíbula de Stephen. Haciendo que este se tambaleara hacia atrás y antes de que se pudiera recobrar él le dio otro golpe en la mejilla.

—Te dije que no hicieras eso, y no te atrevas a ponerle una mano encima de nuevo.—








Drunk.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora