Una vida juntos

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Lucy entró a su departamento mientras se masajeaba levemente el cuello con una mano. Cerró la puerta detrás de sí, y se detuvo. Su mirada se fijó en la ventana al lado de su cama, viendo que estaba a punto de oscurecer por completo.

Había pensado a mediodía que sería una buena idea ir a las tiendas de Magnolia. Quedaba poca comida en su refrigerador y Natsu se había comido todos los cereales impulsivamente el día de ayer.

Para su suerte su compañero había sido arrastrado por Erza para que la acompañara a hacer una misión. Nadie tenía idea de por qué, si la pelirroja solía llevar a Gray cuando necesitaba a alguien más que la ayudara un poco.

Tal vez no iba a una misión y andaba apresurada... pensó Lucy, y hubiera sonreído de no ser porque se encontraba bastante cansada. La noche anterior no había dormido muy bien, y Happy, quien se había quedado en Magnolia, la había ido a despertar a las diez de la mañana.

Y ella solía despertar un poco más tarde...

Con un digno humor de mierda -y de Aquario- se había puesto a gritarle, aunque luego se tomó las cosas con más calma, y le dijo que la acompañara a la cocina, porque por ese entonces, todavía le quedaba el último pescado.

Se lanzó de espaldas en su cama, y se dijo que podía leer el libro que Levy le había prestado, pues no quería dormir aún a pesar del cansancio. Pero abrió los ojos desmesuradamente cuando se dio cuenta de que no había llegado con ningún libro a casa.

Mierda, el libro había quedado olvidado en el gremio. ¡Pero qué despistada era! El sueño y peso en sus hombros no le hacían para nada bien.

Se puso de pie al instante y precipitadamente abrió la puerta, pero dio a penas dos pasos y se chocó con el pecho de alguien.

-¡Auch! -exclamó sobándose un poco la frente.

-¿No debería yo decir eso? - Lucy levantó la mirada al oír esa voz, y miró sorprendida al chico.

-Gray... ¿qué haces aquí? -cuestionó, quitándose la mano de la frente y dejándola caer.

Lo vio sonreír de lado y subir algo para ponerlo al lado de su masculino rostro, en el aire.

-¿Pero qué despistada eres, Lucy? -expresó con burla.

Lucy rodó los ojos y sonrió también. Se acercó un poco para tomar el libro que había olvidado, y que Gray le había llevado amablemente.

-Lo sé, no tienes ni que decírmelo -rió levemente-. Gracias, Gray, estaba a punto de ir a buscarlo -confesó con algo de vergüenza por su desliz.

-Vaya... -lo escuchó murmurar-, juraba que te habías chocado conmigo por lo irresistible que soy... Bah.

Lucy soltó un bufido divertido.

-¿Vas a querer entrar a tomar algo, señor que está más rico que el pan? -alzó las cejas por un momento.

Gray entrecerró los ojos y frunció ligeramente los labios, haciéndose el difícil.

-¿Estás segura de que no quieres abusar de mí?, has dicho que estoy más rico que el pan, eso es sospechoso-acusó.

La expresión de Lucy cambió a una de total indignación.

-Me acusas de violadora.

-Oh, claro que no -Gray negó de inmediato con la cabeza-. Tú has dicho que te he acusado de violadora, en realidad te acuso de asaltacunas, señorita.

Ella boqueó por unos segundos, siguiendo el juego, y se cruzó de brazos. -¿Y se puede saber por qué demonios soy una asaltacunas?

-La abeja, por supuesto-movió la cabeza con una seriedad que hizo preguntarse a Lucy por qué Gray no era actor. Estaba a punto de replicar algo, cuando él siguió-. No, espera, ese es de Natsu.

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