Declarado culpable

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No importa hacia dónde mire, hacia dónde ponga su atención. Todos le miran igual y el silencio llega a ser ensordecedor. Excepto por ella, que también en silencio le mira desde atrás y le hace llegar el peso de su preocupación como un par de punzadas en la nuca y la espalda. Siente su culpabilidad llegarle como oleadas a cada segundo, pero para él es imposible.

¿Por qué iba a ser tan malo?

Él no iba a dejar llevarse por estupideces.

¿Es que no podía querer a quien quisiera?

Era cierto que técnicamente no podía elegir pero...

¿Por qué le miraban como si hubiera cometido el peor de los crímenes?

Está casi seguro de que si le siguen mirando así, de repente alguien soltará con voz impersonal si declaras demencia puede que seas perdonado. Pero es algo que nunca dirá, porque está a un paso de sentir que en realidad está enamorado de ella.

Aún así el peso de sus miradas le acelera la respiración.

Son todos sus amigos, después de todo, y al igual que ella siempre han estado para apoyarse y para apoyarle. Los aprecia a todos y cada uno de ellos, a todos sin excepción. Pero esta vez es él quien está en lo correcto, aunque más bien parece que intenta convencerse. Y no quiere que suene así.

Él la ama y no la dejaría ni porque su propio padre se levantara de la tumba y le gritara que está cometiendo una estupidez.

Maldición que sí la ama.

Así que no debería sentirse tan culpable por eso.

—Gray-sama...

—Gray... ¡Gray!

—Venga Gary...

Una mano delgada le da una colleja y entonces es capaz de comprender lo que ocurre.

—No te lo repetiré otra vez —es Cana quien le había dado por golpearlo. Frente a él estaba Juvia y a un lado, hincada, Lucy le miraba tomando su mano. Cada una le miraba más preocupada que la anterior—, esto es algo que se celebra, no te permito ser tan desinteresado con algo como tu propia relación. ¡Así que levanta!

Cana se dispone a irse, es ahí cuando se da cuenta de que nadie le miraba como si tuviera la culpa de todo. De hecho, no hay espacio para el silencio. Tal vez sea la imaginación de Lucy que le está afectando.

—Juvia, ¿me acompañas a ayudarle a Mira? A la pobre le dará algo si sigue yendo de allá para acá de esa manera.

Ella le sigue mirando y en un momento se gira hacia Cana y asiente. Cuando vuelve a mirarle, le sonríe. Está siendo lo más sincera que puede ser, lo sabe, pero él no es capaz de devolverle el gesto.

Mira a Lucy cuando ella acaricia su mano.

—¿Qué te pasó? Por un momento parecía que sufrías un ataque de ansiedad, si no supiera lo saludable que eres me habría asustado mucho más. ¿Estás mejor ahora?

Debería contarle, va a hacerlo. Lucy haría lo que sea por ayudarlo, aunque seguramente primero vaya a enojarse. Pero no lo hará ahí, no cuando cualquiera pudiera oírle. Eso y que puede sentir la energía de mierda de Natsu que se acerca con segura intención de golpearle.

—Luego te cuento —gira su mano para que esta vez la de Lucy quede acunada en la suya—. Te quiero —murmura antes de darle un beso en la frente. La bella sonrisa que recibe es lo mejor antes de que Natsu llegue a arruinar el momento.

—¡Maldito cubo de hielo! —un golpe le llega en plena mejilla y le bota hacia atrás, y agradece que Lucy haya alcanzado a apartarse o una patada segura le habría llegado en el rostro— ¡¿Por qué se supone que me vengo enterando junto a todos los demás?!

—¡Natsu!

Gray chasqueó la lengua al tiempo que se ponía de pie con apariencia furiosa.

—¡Vas a desear nunca haber nacido, neuronas incineradas!

Una vida juntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora