Crónico

253 27 0
                                    

Parece que hubiera algo fuera de lugar, piensa.

Ha dejado a Lucy en la barra con la excusa de ir al baño, solo porque oírla reír le ha provocado una sensación extraña en el estómago y acelerado su corazón, otra vez. Recordarla tan alegre mientras habla con él, tan cómoda, tan libre de bromear hace que sienta algo similar a como cuando gana una batalla. Es como si ya no hubiera ningún peligro, como si fuera su señal para descansar del peso sobre sus hombros.

Lucy le trastorna, le hace querer alejarse para inmediatamente volver y no soltarla nunca jamás. Le hace sentir que se contradice y que, si puede cuidar de ella, nada saldrá tan mal. Siente que puede volver a permitirse reír, y que eso está bien. Que él, mientras pueda tenerla, estará bien.

Y puede que no deba acostumbrarse a eso.

Aún así se siente cursi mientras piensa que le gustaría tomar su mano, respirar cerca de su cuello, besarla sin descanso, y se sorprende un poco al verse a través del espejo. Claro que se siente avergonzado, está solo en el baño fantaseando con Lucy como si fueran nos protagonistas de una novela rosa. Es un poco humillante darse cuenta de que ha llegado a ese punto.

Al salir del baño, llegar a Lucy le cuesta un poquito más cuando en el camino, sus ojos lo han encontrado. Tal vez por casualidad.

Por un momento le sonríe y luego se gira porque Mira le ha hablado. ¡Pero su corazón se ha disparado, como en todos esos meses, pensaba que no era adolescente idiota todavía! Sólo puede entrecerrar los ojos, bufar como un vil perro y sentirse molesto, muy molesto y también un poco feliz.

Oh, Gray, ¿quién te ha hecho sonrojar así?

Cómo no, sólo las burlas de Mira faltaban; frunce el ceño.

Hasta que oye a Lucy reír.

[...]

Toma aire— ¿Crees que algún día puedas quererme?

La sonrisa de Lucy baja un poco, y cambia, se transforma en una que le parece jodidamente dulce.

—Eres un tonto, deja de recordarme ese día —ríe al tiempo que apaga la lámpara y deja el bolígrafo en el escritorio. No se preocupa de guardar las hojas y se apoya en el respaldo para amarrar su cabello.

—No sabía que te desagradaba —enarca una ceja.

—No es eso... es que... —suspira, bajando los brazos al terminar la cola de caballo. Desde la silla voltea a mirarlo. Finalmente, una risa escapa de sus labios— Hasta hoy Mira sigue hablando de lo romántico que fuiste.

La ve rodar los ojos y ponerse de pie. De su cabello oscuro caen goteras sobre sus pantalones, aunque le resta importancia. Aún así ya está haciendo frío, debería secarlo para luego abrazar a Lucy y arrastrarla con él a la cama. Ha sido un día pesado y le cuesta dormir si no la siente al lado.

—¿Tú no crees eso?

—Los dos sabemos que no —ya frente a él coge la toalla que cae por sus hombros y le revuelve el cabello con ella—. Tú mismo me dijiste que ni siquiera era algo que planeabas decir. Aún así —se detiene y aparta la toalla para mirarle el rostro. Su cabello ha quedado desordenado sobre su frente y parte de sus ojos, pero todavía puede verla. Sonríe al ver que se acerca para besarlo, pero a último minuto se detiene—, creo que fue lindo. De ninguna manera lo esperaba, y seguías sonrojado. En ese instante eras una de las partes de Gray que me encantan. Pero, a pesar de que no me quejo, pudiste haberlo hecho más consciente y con menos cara de tonto.

Al terminar junta los labios con los suyos por un segundo. A él no le importa qué tipo de besos sean, mientras sean los labios de Lucy. Y a ella tampoco parece importarle.

—Oh, eres una romántica, Lucy Heartfilia.

Murmura.

—Y la cara de tonto es tu culpa, no me jodas.

Una vida juntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora