Quinto día.

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Día cinco

Día cinco

Viernes, cinco de la mañana. Paredes blancas, olor a medicamento y esa vibra tan característica de los hospitales.

Llevaba allí toda la noche y no había tenido noticias de Michael.

Luego de Michael haber salvado a ese perrito de ser atropellado, el pelinegro se desmayó en sus brazos. Todo fue demasiado rápido para Luke, tanto así que ni siquiera le habían dejado subir con él en la ambulancia.

Toda la maldita noche había estado allí y seguía sin saber absolutamente ni una mierda.

Suspiró una vez más en el día y se acercó a un médico para poder preguntar acerca del mayor. Y más les valía tener una respuesta porque era capaz de incendiar el hospital si es que no le decían algo.

— ¿Michael Clifford? Déjeme ver... —uno de los médicos sacó una lista con nombres de pacientes. Chasqueó la lengua al dar con él— Sí, estuvo interno el día de ayer, pero fue dado de alta hace ya unas horas...

— ¿Fue dado de alta? ¿Por qué no me dijeron nada? —preguntó Luke, más que enojado.

— El paciente venía solo. —respondió, Luke se tragó un suspiro— Y tampoco solicitó el avisarle a alguien. Ahora, si me disculpa...

Así que Michael se había ido.

Corrió al estacionamiento y fue a toda la velocidad que pudo hasta llegar al departamento. Subió las escaleras lo más rápido que fue posible y abrió su departamento con las manos temblandole.

Algo pasaba, algo que Michael le estaba ocultando.

Entró, importandole poco la bulla que pudiera causar, y corrió a su habitación con el mayor. Ahí estaba Michael, guardando sus cosas en una maleta con brusquedad, con lágrimas en los ojos, irradiando rabia y enojo de una forma que Luke jamás había visto.

— ¿Qué se supone que estás haciendo? —preguntó, Michael se giró hacia él con miedo y continuó guardando sus cosas, Luke fue hasta su lado y comenzó a sacar las cosas de la maleta.

— Me voy. —respondió seco. Luke lo tomó por los hombros, eso no era una respuesta para el rubio— No quiero estar aquí, no quiero estar contigo, quiero que me dejes en paz.

— Y yo quiero saber qué te pasa.

— Luke... —sus ojos se cristalizaron nuevamente y abrazó con fuerza al menor. Luke se quedó quieto, sin saber qué hacer.

Estaban pasando muchas cosas y no tenía respuesta para ninguna.

— Perdón. —susurró el más bajito, refugiándose en el cuerpo de Luke— Es solo que... Están pasando cosas y yo, yo no quiero hablar de eso. —volvió a susurrar en el cuello del más alto. Luke apretaba con fuerza a Michael, temblando, sintiendo el miedo recorrer su cuerpo.

Luke tomó las mejillas del mayor entre sus manos, y observó su rostro demacrado y humedecido por las lágrimas. Las cosas no estaban bien. Fingir que ellos estaban bien, no estaba bien.

Y es que tapando el sol con un dedo no llegarían a ningún lado.

— Michael, amor... —susurró, tragándose el nudo de lágrimas que tenía el la garganta, besándo la frente de su novio. Michael intentaba respirar a la par del rubio— No puedo hacer como que nada está pasando...

— Tienes qué... por favor. —respondió Michael, dejando caer las lágrimas— Te prometo que... que te contaré, pero por favor, no ahora.

Luke abrazó a Michael y Michael le correspondió. Solo quedaban unos días para cumplir con la promesa que le había hecho al pelinegro.

¿Valía la pena arruinarlos por algo que podrían solucionar después?

Luke suspiró suavemente y asintió en silencio.

— Está bien, Michael, como tú digas.

Esperaba no arrepentirse luego.

Se acerca el final, que emociooón,,

Iba a publicar este capítulo el viernes, pero me dormí muy tarde y tenía sueño, me perd0nan?

When you were sixteen ━ mukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora