Cuarto día

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Día cuatro.

Un paseo por el centro de Sydney no estaba ni cerca de ser uno de los planes para esa semana en la cabeza de Luke, pero Michael era bastante insistente, así que terminó cediendo a sus caprichos.

Caminar, caminar y caminar. De no ser porque estaba con el pelinegro, ni siquiera se habría molestado en salir. El mayor caminaba tomado de su mano, mirando las vitrinas, con un té en mano.

Su perfil era tan lindo.

Luke presentía que las cosas no estaban bien. Lo sentía. Michael actuaba de forma extraña, se veía distinto, había bajado de peso de forma abrupta y se notaba demacrado. Y joder, eran... novios, se suponía que Michael podía contar en el para lo que fuera que estuviera pasando.

Quería creer que cualquier cosa que se tratase, de ser realmente importante, Michael le habría contado.

Y tampoco quería preguntar. Las cosas estaban bien, ellos estaban bien. Llevaban ya cuatro días sin inconvenientes, sin tener alguna discusión y no quería arruinar eso por una simple corazonada.

Nuevamente, si era algo de verdad importante, Michael ya le habría dicho.

— Camina más rápido, ¿cómo es posible que tengas tan pocas energías? Eres joven, ¡anímate!

— Tu deberías dejar de moverte tanto, Michael, te ves muy cansado. —sí, estaba segurísimo de que no iba a preguntarle a Michael qué ocurría, pero no haría vista gorda de lo que estaba sucediendo. Si tenía la instancia de poder decirle algo, lo haría— ¿No quieres ir a casa y comer algo rico? Podemos pedir pizza...

— No, estoy bien. —interrumpió rápidamente— Yo solo-

Michael dejó de hablar de manera abrupta para salir corriendo del campo visual del rubio. Luke se giró hacia el pelinegro y su corazón se frenó durante un milisegundo al ver que el mayor se había lanzado contra el tránsito.

— ¡Michael! —gritó

Todo se tornó borroso para el ojiazul. El rechinar de las ruedas de un auto que iba a una velocidad considerable y los murmullos de la gente era lo único audible. Michael, su Michael, se encontraba hecho bolita en medio de la calle con algo entre sus brazos.

Un perro.

Michael se había tirado contra un auto para salvar a un perro. Ese idiota.

Fue corriendo hasta donde el ojiverde y lo tomó por los hombros con fuerza, comprobando que no le hubiese sucedido nada.

— ¿Eres tonto, Michael? ¡Pudo haberte pasado algo, idiota! —Michael tenía una sonrisita en los labios, aún intentando recobrar el aliento. Luke lo atrajo a su cuerpo en un abrazo desesperado— Dios, te odio por hacerme esto, si te pasará algo...

Si me pasara algo... ¿qué, Luke? ¿Harías algo? No podrías hacer nada.

— ¿Michael? —preguntó el rubio al ver que no recibía respuesta por parte del mayor, lo separó de su cuerpo y el miedo volvió a él— ¡Michael!

Y de pronto todo se había vuelto negro.

Otro capítulo cortito, perdón:(

When you were sixteen ━ mukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora