Donde los árboles cantan Laura Gallego

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-No está curado- dijo por fin Uri, un poco desconcertado.
-Claro que si-sonrío ella-. Me han sacado la flecha, y lavado y vendado la herida. Ya no sangra, ¿ves?
Lo cierto era que Uri no podía ver gran cosa en la penumbra. Viana pensó que quizá la había preocupado la mancha que teñía su camisa.
-No está curado- insistió Uri-. Tu piel...ya no es suave.
Le acarició la espalda por debajo de la camisa y Viana volvió a experimentar una deliciosa sacudida en su interior. Tragó saliva y lucho por mantener la cordura. No se merecía aquello, se dijo. No podía dejarse llevar por aquel sentimiento, fuera el que fuese, ni permitirse disfrutar de la presencia de Uri. No después de lo que había pasado.
-No importa - dijo ella-. Ya se curara. Sin embargo, Belicia...
Se le quebró la voz y no pudo evitar romper a llorar de nuevo.
Uri la estrechó entre sus brazos, con cuidado para no hacerle daño. Viana se abandonó en ellos sin poderlo evitar y permitió que él siguiera acariciándola para consolarla. Cuando cesaron sus lágrimas y el dolor empezó a ser sustituido por algo más grato y apremiante, la muchacha se dio cuenta de que también el chico del bosque respiraba entrecortadamente.
-Uri-susurro, maravillada-. ¿Qué estás haciendo?
Lo sabía perfectamente, pero él no parecía estar muy seguro.
-No lo sé. Viana, no sé que me pasa.
Ella reprimió una sonrisa. Por fin, Uri comenzaba a comportarse de acuerdo a la edad que aparentaba.

Y siguiendo un impulso, hundió los dedos en el cabello del chico y lo atrajo hacia ella. Cuando lo beso en los labios, Uri dejó escapar una exclamación de sorpresa. Pero instintivamente rodeó su cintura con los brazos y la estrechó contra su cuerpo. Viana jadeo, pero no intento apartarse de él. Lo beso otra vez, y en esta ocasión Uri correspondió a su beso con entusiasmo.

-Uri-susurro ella;por algún motivo, su nombre, aunque fuese un nombre prestado, le parecía mágico-. Uri, Uri, Uri- repitió.

Él trató de besarla de nuevo, pero Viana lo parto un poco, con suavidad. Tania las mejillas ardiendo y el corazón a punto de salírsele del pecho.
- Espera un momento- murmuro- tengo que pensar.
- Me gusta- dijo Uri-.¿podemos hacerlo otra vez?
(...)

-Se llama <<beso>> - le explicó-. Damos besos a las personas que nos gustan.
Uri ladeó la cabeza, pensando, y Viana comprendió que estaba haciendo una lista mental de la gente a la que encontraba agradable y a la que, por tanto, tendría que besar.
-A las personas que nos gustan de manera especial -aclaró.
-¿Qué es especial?- quiso saber él.
Viana se preguntó cómo debía explicárselo. Suponía, ir la forma en que él había reaccionado, que el beso lo había excitado. Pero ella necesitaba asegurarse de que había algo más.
-Me refiero a amor- susurro en voz baja-. Cuando amas a alguien, sientes algo aquí- añadió, colocando su mano sobre el corazón de Uri-. Tan fuerte que parece que no puedes respirar,. Tan intenso que deseas estar siempre con esa persona y no separarte de ella nunca más.
(...)
-¿Tú te sientes así...conmigo?-preguntó Uri.
-Creo que si-respondió-. Por eso te he besado.
El chico sonrío ampliamente y después volvió a besarla con tanto ardor que la dejo sin respiración.
-Quieto, Uri, ¿qué haces?- lo detuvo ella.
-Te doy un beso-respondió él, un tanto desconcertado por la reacción de Viana-. Porque te amo.

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