27 de octubre

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Pasé tanto tiempo imaginando historias con "la chica color esmeralda", tanto tiempo ocultando lo que sentía por ella, tanto tiempo pensando en ella y tanto tiempo pensando en cómo sería una parte de mi vida con ella que olvidé la realidad, no la conocía bien, no confiaba en mí, y no me mostraba tanto cariño, eso dolía.
Traté de ser algo más para ella, pero no lo notaba, o no funcionaba.
Un día tan triste por la situación decidí enviarle un mensaje expresando un poco de lo que sentía, y fue un lindo momento, pero después de muchos mensajes, empezó a reírse, y yo sentía como si no me tomaba seriamente, pensar, que para ella eran palabras sin sentido, que para ella era sólo un juego, cuando para mí era un pequeño charco de sentimientos que me importaba, de un océano de ideas y pensamientos que no quería mostrarle.
Simplemente continué, pero no dió un resultado bueno, ya harto de lo que pasaba le envié un "Adiós.", que almacenaba frustración.
Pasaban los días, todos sin un motivo, ninguno con emoción, ella me mandó un mensaje, algo muy extraño, y después de una conversación aún más extraña, me sentía en libertad de enviarle un "Te quiero.", jamás me arrepentiré de eso, ella me respondió "Yo también te quiero".
Me emocioné tanto con la idea que salté de la emoción y me dije, esto no debe estar pasando.

Después de un mes hubo más seguridad en ambos, más confianza y más cariño.
Salíamos de clases y yo le acompañaba a su casa, porque era divertido, y porque no me lo perdonaría si le pasaba algo.
Una noche, cuando caminábamos en círculos porque teníamos bastante tiempo, giré a mirarla, y noté que ella también lo hizo, tomé su muñeca derecha y su mejilla izquierda, la contemplé varios minutos, ella estaba confundida y no quise esperar más, le dije aquello por lo que moría decirle hace mucho tiempo, me acerqué a su oído, y le susurré -Me gustas-

La Típica HistoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora