23 de noviembre

9 1 0
                                    

Recuerdo claramente cada suceso que me destrozó lentamente...

No le hablaba, no me hablaba.
Todo estaba tranquilo, no bien y tampoco mal; una mañana al salir de mi casa noté que era una buena mañana, me sentía...bien, era genial estar así.
Pasaron semanas y mi alegría no acababa, todo todo todo era genial.
No acabó pero interrumpió con mi alegría un rumor, decían que "la chica de color esmeralda" tenía un novio, eso...acabó en realidad.
Mi mala suerte era verlos cada mañana, juntos, ¿Por qué con él?, ¿Por qué no conmigo?
¿Qué no hice?
¿Qué me faltó?
La frustración entró en mi y me perdí del mundo, después de superar o aguantar verla, no me importaba casi nada.
Todo era igual, pero sentía que actuaba mal, sin alguna idea de qué hacer o decir empecé a escribirme "notas", para hablarme todo lo que quisiera, contándome cosas, como un amigo imaginario.
Cada vez me importaba menos y cada vez el sentimiento de alegría que había sido sepultado hace mucho tiempo salía.

Lo último que pasó fue una despedida.
Todos iban con ella para dedicarle algo, le daban un abrazo, un beso, un apretón de manos, menos yo. Yo sentía tristeza, pero
¿Por qué?
¿Aún ella me importaba?
¿Qué pensaba en ese momento?

La Típica HistoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora