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Días después seguí ignorando a Jane. No me importa como mierda se sienta esa pequeña, simplemente no es mi tipo. No es tan atractiva como Emma. Tampoco logro entender como me fijé en ella antes, es decir, ¿qué le vi de diferente a ella? ¿Qué fue lo que me gustó exactamente? Estaba convencido de no saber nada sobre ella, ni del amor que yo también sentía mucho antes. Lisa, mi madre me trataba de convencer sobre Jane. Me contó sobre ese día en el hospital y claro, que ella me gustaba, como también nunca me había visto enamorado de una chica y ahí yacía; Logan enojado mandando todo al diablo. Incluso a su propia madre. ¿Ella lo merece, Lerman? Después de todo el imbécil que se estampó en la carretera fuiste tú y nadie más. Tus padres hubiesen estado mejor si recordaras todo. Así dejarías de molestarlos todo el tiempo.

Conocí a una chica nueva, que como todas cayó desde un principio. Devone. Vamos en distintas clases, solo podemos vernos en la cafetería y por las noches. Es una chica con cabello negro, alta y con un buen cuerpo. Me sentía bien con ella, desde entonces no tenía por qué salir a casa de Emma a tener sexo. Ahora tenía novia y no era de los chicos que le eran "fieles" a su pareja. Más sin embargo no quise estar con Emma, tenía una novia con quien tener mis propias aventuras.

Suspiré frustrado recargando mi barbilla en mi brazo mirando al profesor explicar un par de problemas. Que estaba claro, no me entrarían en la cabeza.

— ¿Podrías venir al pizarrón, Lerman? Veo que estás tomándome el pelo. Ni siquiera estás concentrado aquí. En lo que digo, ¿O me equivoco? —dijo cruzando los brazos.

— No, no estoy poniendo atención. Tampoco trato de tomarle el pelo. ¿Sabe que tengo amnesia? ¿Sabe lo difícil que es no recordar ni una mierda? —le dije levantándome de mi asiento y colgando la mochila en mi hombro.

Moví mi cabeza a los lados y salí de ahí. Estaba furioso. Yo no estaba convencido de estar aquí, o de siquiera pertenecer a esta escuela, a la sociedad. Últimamente me sentía uno en un millón. Aun que a pesar de tener dos grandes amigos, me sentía solo y estúpido por no recordar nada. Lo que no me explico es cómo no olvidas a escribir, leer o incluso a hablar. Tan solo, ¿imaginarías ir en preparatoria y no saber escribir? Sería todo un lío, sería el blanco de burlas... Y no dejo de sentirme culpable por todo esto. Lo acepto y lo sé. Todo este alboroto es cosa mía, y no debí meter al profesor aquí aun que lo odie demasiado por ser un cabrón.

Me marché a la cafetería y tomé un refresco. Tal vez me sentiría un poco menos miserable. Alguien tocó mi hombro y me giré.

¿Qué?

— ¿Todo bien?— murmuró nerviosa.

La miré confundido y después de analizar un poco las palabras que saldrían de mi boca, hablé.

— No necesito de tu compasión.

Suspiró y se sentó a un lado de mí.

— No es compasión, Lerman. —me dijo.

Alcé las dos cejas y le pregunté — ¿Así? ¿Entonces qué es?

— Dejaré el lado amable contigo. Si no quieres que siquiera te mire. Lo entiendo, ¿sí? Te quiero, y punto. Solamente quiero que te sientas cómodo conmigo. Veo que no te importa. —confesó después de un suspiro. — Nunca, ¿me escuchas? Espero que sí. Nunca vuelvas a decirme cosas estúpidas de que nunca te fijarías en mí. ¿Bien? No se sí recuerdes que estabas "locamente" enamorado de mí. ¿Pero qué mierda te importa, cierto? Volviste a ser el mismo que antes y no sabes cómo me arrepiento de... Haberme encariñado contigo. Siento mucho lo del accidente. Sólo dime que me perdonas y dejaré de molestarte. ¿Bien?

Me quedé helado. ¿Por qué? No tenía idea.

— Yo no te obligué a quererme —me limité a decir. Mi boca estaba seca, y mi garganta no tenía las palabras necesarias para defenderme. — Olvídate del perdón.

Un error: Un sacrificio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora