Amaneció más nublado que de costumbre, era otro día que se sumaba a una guerra mágica que estaba durando meses, aunque a James y a mí nos parecían años. La noche anterior Harry no había dormido bien, tuvo muchas pesadillas y nos despertó varias veces señalando en dirección a su ventana. Bajamos a desayunar, coloqué a mi hijo en la trona y fui a recoger el periódico que llegaba todas las mañanas para informar de los acontecimientos, o más bien tragedias, de las últimas horas. Lo dejé encima de la mesa. James lo cogió y empezó a leer en voz alta:
"Una familia de muggles asesinada en el noreste de Londres" "El ministro de magia es hallado muerto en su domicilio por un par de jóvenes"
De repente, James se quedó callado mirando fijamente el papel.
-¿Qué ocurre?- pregunté. Él, empezó a leer de nuevo.
"Frank y Alice Longbottom fueron torturados anoche en su casa mediante la maldición Cruxiatus. Bellatrix Lestrange, conocida mortífaga, los torturó hasta la locura delante de su pequeño bebé de no más de un año de edad, Neville Longbottom. Ambos se encuentran en el centro psiquiátrico de San Mungo. El pequeño Neville se encuentra sano y salvo"
-¡Oh, no!- empecé a llorar- ¡Frank! ¡Alice! James, tengo mucho miedo- dije abrazándome a él.
-Yo también Lils, pero... ya hemos salido de muchos problemas y seguro que saldremos también de este. Además, pase lo que pase te defenderé, por algo te casaste con el más valiente de todo Hogwarts- me dijo presumiendo.
-Y también el menos creído, que no se te olvide- ambos reímos.
-Ya verás cuando dentro de unos años le contemos esto a Harry y a Sophia.
-¿Quién es Sophia?
-Nuestra futura hija, ¿Es que no me pensabas dar más hijos?- me dijo sonriendo.
-Todos los que tú quieras.
James me dio un beso y Harry, que estaba todavía sentado en su trona, se tapó los ojos. Mi azabache se dio cuenta.
-Peque, algún día te gustará.
Harry negó con la cabeza.
-¡Qué decepción se va a llevar el tío Sirius!
Le di un golpe en el brazo.
-Mi hijo no será tan fresco como Sirius.
Pasamos toda la mañana jugando con el bebé, tal y como hacíamos siempre. La diferencia es que antes podíamos salir fuera a tumbarnos en el césped a jugar y ahora, todo lo hacíamos dentro de casa por miedo a que nos encontraran.
A primera hora de la tarde sonó la puerta. James y yo nos abrazamos, teníamos miedo, mucho miedo, las palabras se nos atragantaban...
-Abre james, soy Canuto, vengo con Remus.
Los dos respiramos con normalidad y él abrió la puerta.
-¿Cómo es que estáis aquí? Deberíais iros...
-James, nada impedirá que vea a mi mejor amigo- dijo Sirius- ¿Y Harry?
-Está durmiendo la siesta- respondí.
-Vaya, nosotros queríamos jugar con él.
James se les quedó mirando.
-Decidme a que venís. Sé que es algo importante que no me queréis contar.
Sirius y Remus se miraron y después lo miraron a él.
-Peter...
-¿Qué pasa con Peter?- preguntó mi marido preocupado.
-Se ha cambiado al lado oscuro. Ahora lucha de parte de Voldemort- dijo Canuto. James quedó en estado de shock.
-Pero no lo comprendo...- dije- Peter es vuestro amigo...
-Sí Lily, Pettigrew es nuestro amigo, uno de los nuestros, pero tiene una personalidad que brilla por su ausencia. Se deja influenciar por todo el mundo y para no morir es capaz de vender a su madre- me contestó Remus.
-¡Rata traidora!- gritó James.
-Ya no hay vuelta atrás. Ahora tenemos que seguir como antes, protegiéndonos y cuidando al bebé.
-La pelirroja tiene razón- dijo Sirius- cuando esto acabe seguiremos todos juntos como siempre ¿Palabra de merodeador?- extendió su mano.
-¡Palabra de merodeador!- gritaron los otros dos juntando sus manos.
¡Que ganas tenía de que todo esto terminara! Era como estar muerto en vida. Todo eso de tener que escondernos agotaba nuestra felicidad, pero siempre había una persona que nos la devolvía: Harry.
Él empezó a llorar, Sirius y Remus se despidieron, no sin antes darle un beso a mi pequeño.
Después de cenar empezó a llover con mucha fuerza, había tormenta. Los tres estábamos sentados en el sofá viendo la televisión. Empezamos a escuchar gritos. Gritos de dolor y llantos. James apagó todas las luces de la casa y yo cogí en brazos a Harry. Mi azabache me dio un beso y otro al bebé. Me acarició la mejilla.
-Lils, sube corriendo a la habitación de Harry, no te muevas de allí. Hazme caso. Subiré después a buscarte.
-Pero James...
-¡Sube ya!- dijo dándome un último beso.
Subí lo más rápido que pude. Escuché como la puerta de la entrada se abría. James empezó a lanzarle hechizos a alguien cuando de repente se escuchó:
-¡AVADA KEDABRA!
Esa voz serpentina no era de mi marido. Oí como algo golpeó fuertemente el suelo cayó al suelo y como unos pasos subían por las escaleras que conducían a la habitación donde estábamos Harry y yo. Lo metí en la cuna y le dí un beso mientras me contenía las lágrimas.
-Harry, mi vida. Recuerda siempre que papá te quiere, mamá te quiere y no quieren que te pase nada malo. Amor, se fuerte. Te queremos- mi hijo me tocó la mejilla.
La puerta se abrió, me di la vuelta y allí estaba. Un hombre con túnica negra, manos con escamas y que siseaba palabras en un idioma desconocido. Me miró. Sus ojos carecían de color y muchas venas recorrían su pálido rostro. Me apuntó con su varita y, en un movimiento rápido, pronunció:
-¡AVADA KEDABRA!

ESTÁS LEYENDO
El Último día de Lily y James Potter
RomantizmRecuerda siempre que papá te quiere, mamá te quiere y no quieren que te pase nada malo. Amor, se fuerte. Te queremos