Capítulo 24: Dioses

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X

Anne estaba segura de que hacía tiempo que no se despertaba sintiéndose de esa forma; segura, tranquila, feliz. Había tantos adjetivos para describir cómo se sentía en esos momentos que si le preguntasen, no sabría por cual empezar. Estaba feliz, demasiado, y muy dentro de ella podía percibir un creciente miedo a que toda esa felicidad que sentía le fuese robada antes de que pudiese siquiera disfrutarla.

Al día siguiente de su reconciliación con Luke, del inicio de su nueva vida en el Hellaven, se había despertado con los rayos del sol acariciando su piel desnuda, envuelta en los brazos de un Luke que se había dedicado a dibujar formas invisibles en su espalda hasta que había conseguido sacarla de su sueño. Y aunque esa no era la primera vez que había compartido una cama con él, o que se había despertado en una posición similar, nada era igual a ocasiones anteriores.

El hecho de que estuviesen desnudos debajo de las sábanas, Luke mirándola como si ella sostuviese la luna y un puñado de estrellas en sus manos, tocándola con una delicadeza que traicionaba la pasión del día anterior, susurrando contra sus labios y su piel cuanto la amaba, siendo la mayor diferencia de todas.

No es como si Anne se estuviese quejando, habiendo ella deseado despertarse de esa forma un millar de veces en el pasado. La joven no pudo evitar esbozar una enorme sonrisa al darse cuenta de que sería así de ahora en adelante y de que no había nada ni nadie que pudiese separarlos ahora. Luke era suyo finalmente y ella ya no tenía que sentirse culpable al desearlo, al aprovecharse del inmenso vínculo que compartían.

No pudo evitar comentárselo un rato más tarde, entre besos y suaves caricias que no parecían tener fin. Y Luke, el cual se preparaba con reticencia para salir a dedicarse a sus labores Reales, murmuró un "mía" contra sus labios que hizo que toda Anne se estremeciera por la fuerza de sus palabras y que prácticamente se lanzase a sus brazos, los cuales la envolvieron inmediatamente la tuvieron cerca.

Al final había tenido que separarse de él y dejarlo ir, a pesar de que hubiese querido quedarse más tiempo encerrada allí con Luke. Esa habitación era un refugio, casi tanto como lo había sido su habitación en su antigua casa en medio del bosque. Y en esos momentos que estaba sola, en un lugar completamente diferente del que conocía, rodeada de desconocidos, realmente necesitaba un lugar así. Un refugio en el cual esconderse de la reacción de la gente cuando la viesen, mucho más después de haber aparecido de la forma que lo había hecho el día anterior.

De sólo pensar en lo que estarían pensando de ella le daba escalofríos y la hacía retorcerse en la cama producto de la ansiedad y vergüenza. Pero ella era consciente de que no podía pasarse la vida encerrada en esa habitación y de que tarde o temprano tendría que enfrentar la realidad.

El impulso que necesitaba para hacerlo apareció media hora más tarde, cuando salía del cuarto de baño envuelta en toallas y el fragante olor a fresas. Anne escuchó que tocaban la puerta de la habitación y con algo de recelo se encaminó a abrirla, cubriéndose con ésta para evitar que notasen su actual estado de desnudez.

Luly era quien tocaba y estaba esperándola animadamente en el pasillo. La satisfecha expresión en su rostro hizo que la joven terrana se sonrojara espantosamente y se diese la vuelta, avergonzada, la feliz risa de la mujer aumentando su bochorno aún más.

Sin hacer ningún comentario pero con esa molesta sonrisita en los labios y ese brillo cargado de conocimiento en los ojos, la mujer la ayudó a arreglarse, esperando el momento justo para dejar salir la pregunta que Anne prácticamente había podido ver danzando en su cabeza.

Anne no le había respondido, demasiado abochornada como para que la respuesta saliese de sus labios, pero la expresión en su rostro y la relajada línea de sus hombros fue todo lo que la mujer necesitó para saber que todo estaba bien. Que ella y Luke estaban bien y que finalmente estaban juntos. Aunque eso ella ya lo había sabido. La salvación del Hellaven era la prueba de este hecho.

La Premonición: Segunda Parte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora