RA II

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Khepera soy en las oscuras y brillantes mañanas, donde el frío del alba quema tus labios suaves con sabor a dulce miel, igual que lo son tus dos ojos que por cierto, son preciosos y podría pasarme horas e incluso días mirándolos y aun así no cansarme. El viento huracanado hace que tu cabello azabache baile un vals con las ramas densas de los manzanos. Las flores arden del frío, emanan un olor a rosas que me recuerda alegremente a tu perfume. Sin embargo todo esto es un mero recuerdo del ayer  que ya se desvanece en mi memoria, esa que vaga entre los diferentes mundos del universo aunque ningún universo se puede igualar a tu belleza perfecta.
KHEPERA.

Ra, soy la llave del cielo como la que abre tu roto corazón, que hecho pedacitos de cristal consiguieron que mis pies desnudos sangraran al caminar sobre ellos. Pero Ra no sintió dolor, no podía sentir, el ron y el vodka hicieron de él un lastre para el mundo, para ti y para mi, sin pasar por la mujer que Ra amaba por supuesto, pues ella conseguía que él sonriera y que a la mitad del día el sol helado quemase la tierra de nuestro universo. Pero cuando era lo contrario la desgracia se sumía lentamente sobre nosotros, sin solución, sin nadie que nos salvara de la destrucción, solo ella podía, solo sus lúcidos ojos y su belleza podían. Hasta que un día llegó el oscuro atardecer.
RA.

Tum, el atardecer, los muertos resucitan y los vivos mueren por estar en el cielo, en el paraíso más absoluto donde los dioses comen y beben a su antojo, aunque entre los ricos y los dioses no hay diferencia alguna, excepto cuando el sol se esconde y llega el atardecer, ahí los ricos temen a las tormentas eléctricas de Zeus, a la diosa de la caza, Artemisa y al benevolente dios del Inframundo, Hades. El atardecer esconde maldades que jamás han sido descubiertas. ¿Y qué hay al final del atardecer? Solo brillante oscuridad en la que se sume el mundo para que un nuevo día vuelva a amanecer y el alba nos traiga la luz del sol helado. Noche y día como guerra y paz. Amor, odio.
TUM.

ODISEA DE LOS DIOSESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora