Parte I

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Valentina miró para ambos lados en busca de su tío, pero ni rastros de él. Lo que si escuchaba era su voz que venía de la cocina. Valentina rio al escucharlo cantar una canción que ella no entendía muy bien. Su discapacidad la limitaba a entender las cosas además de que era pequeña aun. Su papá siempre que llegaba de la estación de bomberos, le leía cuentos para que ella entendiera. Poco a poco ella aprendía ya que ella aprendía más lento que los demás niños, pero aun así era muy inteligente para apenas tener tres años. Valentina ya sabía diferencias los colores y sabia varias palabras como papá, tito, mío y bonito. Son las únicas palabras que sabía. Volvió a reír al escuchar a su tío cantar más fuerte y miró al estante en donde sonrió aun más al ver el jarrón color azul en el estante. Era la primera vez que lo veía, al parecer era nuevo ya que siempre que venía a su tío reconocía todo. Miró el color y sonrió.  Ella amaba los colores y siempre que veía un color nuevo para ella no tardaba en tener en sus manos el objeto. Siempre que veía algo con un color brillante, no paraba hasta que lo tuviera en las manos. Esta vez, era el jarrón color esmeralda que tenía su padrino en una de las tantas mesas que tenia. Ella quería ese jarrón. Quería tener el color en sus manos y así tocarlo. El problema era que no llegaba, ni siquiera estando de pie. Hizo un puchero al ver como el color del jarrón brillaba. Ella quería tocarlo, quería tenerlo de cerca, pero no llegaba. Quiso llorar al ver el jarrón muy alto e iba a gritar si no hubiera visto el borde de  estante en donde colgaba parte del mantel. Valentina sonrió aplaudiendo y miró para ambos lados antes de correr a donde estaba el borde del mantel. Rio alegremente mientras lo jalaba haciendo que el jarrón se cayera. Esa había sido la única manera de tener el jarrón. Abrió la boca sorprendida al ver los pedazos en el piso, pero luego rio acercándose a los pedazos. Al fin tenía el color en sus manos. Dan que cantaba a todo pulmón una canción, paro de cantar al escuchar el ruido. Frunció el ceño y rápido corrió a la sala en busca de Valentina. El siempre la cuidaba mientras su amigo trabajaba en la estación de bomberos. Además, el amaba a su sobrina. Era una niña muy alegre y muy sonriente, a cualquiera le plasmaba una sonrisa en la cara nada más verla. Era una hermosura y una ternurita a pesar de su trastorno. A él no le importaba eso porque aun así era un humano y tener eso no la hacía menos, pero para otras personas sí. Dan a diario ve como algunas personas se le quedan mirando cuando sale a dar un paseo al parque. Hay veces que hasta niños de la misma edad que Valentina se reía. Pero lo bueno era que Valentina le daba igual, era una pequeña demasiado alegre como para estar triste. Ella era el milagro de su amigo Justin. Luego de que Valeria, la madre de Valentina lo dejara solo con la bebé, a Justin le costo sonreír y abrirse a las personas. Dan sabe eso porque le toco apoyar a su amigo en las buenas y en las malas, pero afortunadamente la pequeña Valentina había devuelto las esperanzas y las sonrisas a Justin. Algo que agradecía mucho. Dan jadeo al ver los pedazos rotos del jarrón, del jarrón favorito de su novia, pero eso era lo de menos. A él le preocupaba Valentina. Rápido corrió a esta que sonreía viendo el pedazo de vidrio en su manita.

-Valen, cielo ¿Qué hiciste?-preguntó Dan horrorizado al ver la manito botar sangre mientras su sobrina sonreía mirando el pedazo. -Dios, ven-dijo cargándola y llevándola al baño en donde le puso las manitos en el lavamanos para no seguir manchando el piso de sangre. -Valen princesa, dame eso-pidió, pero Valentina negó.

-Bonito mío- sonrió la pequeña con los ojos aguados. Dan entendió que la pequeña se estaba haciendo daño y le dolía, pero no quería decirle nada. ¿Ven porque era una ternura? Ella prefería sufrir antes que decirlo.

-Si es lindo princesa, pero debes dármelo-dijo Dan tratando de abrirle la mano, pero solo logró que Valentina lo apretara mas.

-Mío, mío, mío-sollozó la pequeña y Dan suspiró derrotado. ¿Qué iba hacer? Valentina era una niña terca y cuando quería algo, no lo soltaba. El sabía que a la pequeña le gustaban los colores, pero no sabía qué hacer. No quería que la pequeña se hiciera más daño. -Mío, mío-sollozó aun más alto al ver que le salía más sangre. Dan corrió al teléfono y llamo a la estación de bomberos. El sabía que por más que insistiera para que Valentina lo soltara, no iba a lograrlo. Así que lo mejor era llamar a su amigo para que viniera o al menos Valentina escuchara su voz. Valentina miró el chorro de sangre y rio al ver el color rojo brillante que se perdía por los rotos del lavamanos. Gritó feliz soltando el pedazo de vidrio  y acerco su manita a su cara para ver el color aun más brillante.

Turn Me On {Historia corta}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora