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Minseok

Capítulo 2.

Mi compañero de habitación no era muy callado, más bien era todo lo contrario porque cada vez que sucedía algo en uno de sus cursis libros no dudaba en comentarlo en voz alta. Me recordaba a mí en mis tiempos de ser un romántico sin remedio.

—Agradecería que hagas silencio.

Siguió leyendo en voz alta haciendo caso omiso a mi pedido, incluso creo que comenzó a hablar más fuerte que antes. Tapé mis oídos con la almohada más cercana que encontré para no escucharlo comentar cosas cursis luego de leerlo en su libro.

—El silencio es para personas aburridas-contestó volteandose para sonreírme con la tradicional sonrisa de la ayer. —¿Tú no lees?-preguntó frunciendo el ceño.

—No tengo libros —respondí dando muchas vueltas sobre mi cama sin cesar.

Él se levantó de su cama y caminó hacía su armario abriéndolo y dejando ver una montaña de libros, al parecer eran de romance.

—Escoge uno, estos son mis libros favoritos.

Me pareció haber visto algunos de esos libros en la estantería de la biblioteca, me pareció extraño que tenga libros de la biblioteca en su armario. Si bien tenía informado no se podían llevar los libros a nuestras habitaciones.

—¿Los trajiste hasta aquí? —-pregunté extrañado cuando llegué a donde estaba.

—Sip.

Sólo se limitó a pronunciar esa palabra para después retomar su sitio en su cómoda cama. Volvió a su ruidosa lectura cuando se aseguró de que yo había tomado uno de sus libros.

Que les puedo decir, el libro tenía un título completamente cursi, su sinopsis era cursi e incluso su portada era cursi. Este tipo de libros me encantaba leer cuando tenía quince años, en ese tiempo era tan ilusionado que incluso recordarlo me dan ganas de vomitar por la cursileria.

Todas las tardes después de las clases se la pasaba leyendo un nuevo libro del mismo género. A él le encantaban los libros de romance, pero según me había contado nunca había estado enamorado de alguien, por esa razón jamás supo como se sentía un corazón roto.

Yo si tuve muchas experiencias que me rompieron el corazón en mil pedacitos, sí que fueron muchas, pero realmente ahora no me importaban porque después de todo formaba parte del pasado. Y el pasado es el pasado, ahora es ahora.

Me encontraba dando vueltas sobre mi cama como acostumbró hacerlo la mayoría de las veces que estoy aburrido. Jongdae, así era como se llamaba mi extraño compañero de habitación, se había ido a ayudar a Cho Hee con la limpieza de la biblioteca. Salí de mi habitación, de verdad no me gustaba estar mucho tiempo sin hacer algo que me mantenga entretenido.

—¡Minseok! —escuché una voz que recordaba a medias llamarme desde el comienzo del pasillo. Era el chico rubio que conocí en la biblioteca hace dos días exactamente.

—Hola —saludé con una sonrisa amigable, él era como la salvación de mi aburrimiento, de seguro conocía mejor los lugares recreativos del internado.

Sí habían, claro.

—Iba a la biblioteca, pero estaba cerrada por mantenimiento— informó haciendo un mohín que se veía muy adorable.

—Lamentablemente lo está — respondí mientras ambos caminábamos hacía la primera planta del edificio.

El patio estaba dividido en dos partes; una parte estaba llena de personas que pintaban un papelote gigante, otra parte estaba conformada por algunas personas que parecían ensayar un baile.

—Ya se acercan las competencias de bienvenida —anunció cuando estuvimos cerca del patio. ¿Competencias de bienvenida? No había leído sobre eso en el reglamento de entrada.

—No sabía sobre ese evento.

—De seguro te informarán a que equipo perteneces en tu próxima clase —dijo. Nos quedamos observando como estaba quedando la coreografía grupal. Miró su reloj y se apresuró en despedirse porque llegaría tarde a su próxima clase.

Oficialmente me había quedado sólo el resto de las horas que me quedaban de descanso. Subí los escalones con mucha pereza y después de ingresar a mi habitación me tiré en mi cama. El ruido de la perilla abriéndose me sobresaltó.

—Hola, Min—saludó apenas entró a la habitación. Se quitó los zapatos con velocidad y los dejó después dispersados por el suelo. Sonreí a medias y el se echó en su cama quedándose en un profundo sueño.

Debajo de mi cama logré sacar la pequeña caja que había traído conmigo el día que llegué. La forma en la que mis padres me habían mandado al internado había sido cruel en cierta forma, no me habían dicho nada, sólo manejaron hasta aquí con mis cosas y me entregaron una carta apenas llegamos. La leí y por fin descubrí que me encontraba en un internado.

Vaya forma de enterarse, eh.

Me sentía triste sin ellos, pero a decir verdad siempre había sido así mi relación con ellos, cadi siempre tenían turno en la madrugada o noche sin contar las horas extra que siempre hacían. Sin pensarlo no pude contener el nudo en mi garganta y comencé a llorar soltando pequeños sollozos, después de todo eran mis padres y me dolía no tenerlos junto a mí.

— ¿Estás llorando?—me preguntó Jongdae con su voz cálida, me sobresalte al saber que me había oído llorar. Pero me sorprendió más el hecho de que me abrazó fuertemente, en vez de dejar de llorar lo hice con más fuerza. —Uno necesita desahogarse siempre, no es bueno aguantarse las lágrimas porque terminamos haciéndonos más daño.

Sus palabras eran como un calmante que hacía que el dolor que sentía fuera liberado en mis lágrimas. Así me mantuve por muchos minutos más, abrazado a su cálido pecho.

***

Sugar | ChenMin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora