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Jongdae.

Mi decisión fue irme a un internado, después de todo mis padres me habían dado la autorización para poder elegir lo que yo desease. En un principio pensaba que sería algo aburrido y tedioso, pero luego me dí cuenta de que era mejor de lo que esperaba.

―Señorito Kim ―la voz de la maestra me hizo salir de mis pensamientos. Parecía que iba a preguntarme algo acerca del tema, esto era común en los maestros. ― ¿Puede decirme la fórmula general de los Éteres?

Este tema era muy difícil, todo lo relacionado con química era difícil. De no haber sido por mis padres, quienes contrataron a una maestra individual que me preparará para mi próximo año de instituto, ahora no sabría que contestar.

―Su fórmula general es R-O-R ―respondí. La maestra hizo un ademán para que continúe explicando. ―Dónde R y R son los radicales y O es el grupo funcional.

―Muy bien, señor Kim ―me felicitó dando una palmada en mi hombro. Sonreí, pero ella no parecía sincera para nada. ―Pero ponga atención a la clase si no quiere ser retirado.

La maestra de química era una persona fría, creída y hasta su forma de hablar irritaba a todo el mundo en el aula. Bueno, todos excepto sus favoritos, que más parecían estar de su lado para aumentar su promedio en los exámenes finales.

Nuestras clases duraban poco tiempo, amaba eso del internado. En mi tiempo libre ayudaba a Chohee con el orden de la biblioteca, releía mis libros o si no me dedicaba a hablar con mi compañero de habitación.

Kim Minseok era un chico muy tierno, pero trataba de ocultarlo haciéndose la persona más resentida con el mundo en todo el planeta. Aunque a veces era divertido, llorón y todo un bipolar, pero me agradaba.

―Hola, chico azúcar ― me saludó mi compañero entrando a la habitación como un rayo de luz.

Había inventado ese apodo para mí, porque según él yo era muy amable con todo el mundo, además por haberlo ayudado ese día que lloró al recordar asuntos familiares.

Era extraño para mí hacerme amigo de alguien en tan sólo dos meses, de hecho jamás imaginé que me haría amigo de ese chico. Él me había contado sobre su vida y lo graciosa que era su vida amorosa. La verdad es que yo nunca me había enamorado, pero siempre creí en el amor así como en mis libros.

Kim Minseok era igual en el fondo, eso lo descubrí con el paso de los días. Él se había "enamorado" tantas veces, supuestamente todo era por culpa de los libros de romance y las ilusiones que sembraba en él.

― ¿Alguna vez te has enamorado? ―preguntó mi amigo con el nuevo libro que le había prestado entre sus manos.
Mi respuesta era claramente un no, pero unas ganas curiosas de hacerlo comenzaban a invadirme.

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Sugar | ChenMin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora