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Minseok.

Había pasado una semana desde que Jongdae tuvo que aguantar mis llantos de niño pequeño, a decir verdad me sentía muy avergonzado por esa escena ¿Díganme si no es vergonzoso que te vean llorar? Claro que lo era, no me sentía tan avergonzado después de mucho tiempo.

Volviendo a la actualidad, estaba esperando mi turno para hablar con la subdirectora, ella se encargaría de informarme sobre las actividades del internado. Era idéntico a mi otra escuela, sólo que esta vez apenas podía salir a la calle.

― Agradecería si pasaras ― habló Su Ah, la secretaria del internado. Noté que era mi turno para pasar a la oficina de la subdirectora. Me apresuré en entrar antes de que los alumnos de atrás me asesinarán con la mirada por demorarme.

La subdirectora estaba con sus audífonos puestos, algo extraño de ver en las máximas autoridades del internado. Apenas me divisó, se los quitó y me dedicó una amable sonrisa.

―Buenos días, subdirectora ―saludé tomando asiento en la silla giratoria frente a su escritorio. ―Vine porque necesitaba saber a que grupo pertenezco en el próximo evento deportivo.

―Dime tu nombre ― ordenó mientras tecleaba unas cosas en su computador.

―Kim Minseok, fui transferido hace tres semanas ―informe, ella pareció recordar la primera vez que llegue a su oficina para pedir las llaves de mi habitación.

―Perteneces al equipo dorado, solo tenemos dos equipos en el internado. Bienvenido, puedes recoger tu vestimenta en secretaria ― contó, amable. ―Oh, no olvides recoger el cronograma de ese día, ahí dice todo lo que debes de saber y las reuniones de tu equipo.

Salí a recoger las cosas que me había indicado la subdirectora, soy tan distraído que ni recordaba todo lo que me había dicho.

―Odio a todos aquí, son detestables ― se despidió Suah cuando terminó de entregarme todo lo pedido. Ella era tan gruñona con todo aquel estudiante que se acercará cuando ella este intentando dormir.

Me dirigí a la cómoda habitación, de paso podía hablar con Jongdae ya que había terminado de leer toda su montaña de libros y no tenía nada más interesante que hacer.

―Moriré.

―Existen otras cosas más que leer ― mencioné, después de echarme en mi cama.

―Tú no entiendes, Min ―defendió imitando las vueltas que yo hacía cuando me encontraba aburrido.

―Cuéntame sobre ti ― propuse, volteé a verlo cansándose de dar vueltas. ―En estas semanas nos hemos hecho muy amigos, pero no me has contado mucho sobre tu vida.

―No quiero hacerlo ― respondió inflando sus mejillas, tratando de verse adorable. Bueno, en realidad sí era adorable, pero yo lo soy mucho más.

Que modesto soy.

―¿Crees que eso es adorable? ―levanté una ceja, desafiante. ―Esto es adorable ―dije antes de repetir su acción, pero más a mi estilo. Nunca me había gustado que las personas me molestaran por mi adorable apariencia. Él entre abrió los labios en una mueca de sorpresa, que sin querer lo hizo ver muy... ¿Lindo? Un calor había invadido mis mejillas.

― ¿Que sucede, Min? ¿Estás con fiebre? ―preguntó rápidamente. Se acercó a donde yo estaba con mucha más rapidez y colocó una de sus manos sobre mis mejillas. ―Estás muy tibio, parece que tuvieses fiebre ― habló siguiendo con su acción, intercalando cada mejilla.

¿Por qué rayos era tan dulce?

―No me sucede nada, no te preocupes ―contesté alejándome un poco. ―Por cierto, no has ganado la pelea de lo adorable, soy mejor que tú ―añadí al levantarme de mi cama en dirección a la puerta.

―Pues sí, eres muy adorable ― me detuvo al colocarse frente a mi, asustándome al momento de tomar mucha cercanía. ―Muy adorable ― se acercó para finalmente dejar un suave beso en mi mejilla, la cual estaba más roja que antes.

❤️

Sugar | ChenMin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora