El encuentro evitado (Próximamente en re-edición)

Capítulo quinto: Castigo

Los jóvenes y los mininos salieron del cuarto y clavaron las miradas sedientas de curiosidad en el interior de la habitación contigua, es decir, la habitación grande donde se hospedaban el resto de los chicos, ya que al parecer la puerta había pasado toda la noche abierta de par en par. La imagen que vieron en el interior generó pequeñas risitas en el cuarteto, siendo rápidamente sofocadas para no despertar al grupo de bellos durmientes. En primer lugar, Natsu y Lucy dormían o mal dormían sentados de frente en el suelo con la cabeza apoyada el uno contra el otro y una de sus manos entrelazadas, a Natsu le caía un hilito de baba por el lado derecho de su boca, cosa que demostraba que se encontraba en un profundo sueño. Al asomarse el cuarteto, Lucy se removió en sueños y se colocó de lado abrazándose con fuerza al torso del pelirrosa, al voltearse se vislumbró que en una de sus mejillas tenía escrito con bolígrafo: Natsu es el más guapo. El grupito de espectadores tuvieron que taparse las bocas los unos a los otros para no arrancar a carcajadas que resonaran a lo largo de todo el cuarto. "Lu-chan va a morirse de vergüenza cuando despierte" pensó la muchacha de cabello azulado.

Por otro lado, sobre una de las camas y con las sabanas todas tiradas por el suelo, estaban Juvia, Gray e...Ichiya. El chico tenía el pecho lleno de marcas de chupetones y mordiscos, a pesar de que dormía parecía tener cara de cansado, quizá en parte porque la mujer de agua estaba literalmente aplastándole con su cuerpo, ya que la chica se había empeñado en dormir sobre él. Por su parte, el poco agraciado miembro de Blue Pegasus dormía espatarrado aún con su tanga rojo al lado de los cuerpos apretujados de Gray y Juvia. Entonces, Gajeel se percató de algo, tapó por impulso los ojos de Levy mientras la sacaba a rastras de la habitación y les susurró a sus amigos que ya tenían suficiente por hoy y que ya continuarían riéndose más tarde de ellos. Los gatos y Levy accedieron a regañadientes, aunque el rugir de sus estómagos ayudó a Gajeel a sacarlos de allí. Lo que el moreno había visto antes que ningún otro, es que el cuerpo de Gray respondía a sus impulsos de hombre incluso cuando estaba inconsciente, ya que el hombre de hielo parecía estar pasando calor por dentro, o esa era la impresión que daba la erección que su miembro mostraba bajo su ropa interior. "Sin duda, Juvia tendrá una grata sorpresa cuando despierte" pensó divertido el dragón de hierro. Aunque, por alguna extraña razón no le hacía especial ilusión que Levy pudiera contemplar el cuerpo de otros hombres y por ello, había sentido la necesidad de sacarla de aquel cuarto.

Después de los comentarios divertidos, carcajadas y bromas de Happy que sin duda iban a ser repetidas ante Natsu y Lucy por el resto de sus vidas, los cuatro llegaron a la enorme sala del comedor. El hambre se acentuó gracias a la variedad de olores que llegaban desde la cocina y guiados por la fragancia de un dulce desayuno se sentaron en una mesa de cuatro para empezar a servirse la comida del buffet.

-Creo que deberíamos de hacer una reunión cuando todos se despierten. Tenemos que solucionar los problemas que hemos ocasionado, o el maestro no querrá volver a saber de nosotros- dijo Levy a sus amigos con preocupación al tiempo que éstos asentían con comida en la boca.

De pronto, Gajeel escupió un trozo de pizza al que le había añadido tornillos cuando vio entrar por la puerta a Bob, el maestro de Blue Pegasus. Los cuatro se le quedaron mirando con el cuerpo en tensión a la expectativa de que les echara de allí de una patada.

-Buenos días, queridos miembros de Fairy Tail, que os aproveche el desayuno. He venido porque me han avisado de algún tipo de altercado sucedido anoche y deseo preguntarle a Ichiya cómo va todo por aquí- hizo una pausa para mirar a los presentes con una amplia sonrisa en la cara ajena a los problemas que se avecinaban- decidme ¿sabéis lo qué ha pasado o donde puedo encontrar a Ichiya?

-Emhh..s..si.

-N...No.

Levy y Gajeel se miraron fijamente tratando de comunicarse con la mente, ante las nerviosas miradas de los mininos y la atónita expresión de Bob, quien confuso volvió a realizarles la misma pregunta. Los dos jóvenes volvieron a mirarse y tragaron saliva, mientras el maestro los observaba dubitativo.