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—¿Por qué te pasas la vida leyendo el horóscopo? — me acusa Blake.
—¿Y tú por qué no lo lees? — replico.
Leer el horóscopo los lunes es parte fundamental de mi vida. Si tuviera
una lista, sería algo así: ducharme, hecho. Ir al instituto, hecho. Hacer los
deberes, medio hecho (depende de la cantidad de trabajo que tenga que
hacer y de su nivel de dificultad). Hoy es lunes así que, leer el horóscopo,
definitivamente, hecho.
—Mmm... Pues, no sé... ¿quizá porque es una patraña? — contesta
Blake.
Suelto un gritito. Es un gritito medio en broma medio en serio.
—¡Retira eso!
—No.
—¡Retíralo!
—No hasta que me pruebes que el horóscopo no es una verdadera
patraña y una completa pérdida de tiempo.
—Ni que eso fuera difícil.
Abro el portátil, que está apoyado sobre la almohada. Cuando me
conecto, me gusta sentarme en la cama. Pero, cuando hago deberes, me
siento siempre en el escritorio. La cama es un lugar reservado
exclusivamente para la relajación.
—Pues venga, demuéstralo — me reta Blake.
—De acuerdo, lo haré.
Me meto en la mejor web de horóscopos semanales que conozco. No sé
cómo lo hace esta astróloga, pero da tanto en el clavo que casi da miedo.
Es como si siempre supiera lo que va a pasar. En serio, llevo leyendo esta
página desde que empezó el instituto y ya es abril... eso son unos treinta
horóscopos semanales. Suficiente para darme cuenta de que mi horóscopo
es algo de lo que me puedo fiar. Me ayuda a prepararme para lo que está
por venir. Más o menos.
No soy una gran fan de lo Desconocido. Lo Desconocido puede cambiar
tu vida en un segundo. Lo Desconocido puede arrebatártela y no devolvértela nunca.
Tu existencia puede terminar antes incluso de que te des cuenta de que
se ha acabado.
La certeza no existe. El control no existe.
Paso la página hacia abajo rápidamente con la barra lateral.
—¡Ah! ¡Aquí está! —Sigo bajando un poco más —. «Marte y el creativo
Urano unen sinergicamente sus energías en la novena casa, abriendo ante ti
un emocionante abanico de posibilidades. Marte, que gobierna sobre la
ambición, dará la vuelta a tu vida y te llevará a nuevas situaciones y
lugares. Si te empeñas en aterrarte a tu cómoda rutina, perderás la
oportunidad de conocer gente nueva, ideas interesantes y... sí».
—¿Y sí qué? — dijo Blake.
—Y nada. Lo demás no concuerda.
—¡Ajá!
—Ese no es el tema. El resto concuerda completamente.
—¿Y entonces por qué esa parte no concuerda?
—Porque habla de posibilidades profesionales. Es para gente que tiene
trabajo.
—¿Lo ves? ¡Tú no tienes trabajo!
—¡Porque estoy en el instituto!
—¡Exactamente!
—A ver, ¿qué pasa, que soy la única tauro de dieciséis años? Hay tauros
de todas las edades.
—Ajá.
—Pero, ¿qué me dices del resto? ¿Cómo explicas lo acertado que era el
resto?
—Vaaaleee. Claro, es verdad, se me olvidaba que el emocionante
abanico de posibilidades solo se abre para ti.
—Eso no es... da igual, olvídalo.
No solo creo en lo que mi horóscopo dice, creo en la astrología en
general. Creo firmemente que el signo del zodiaco determina los rasgos
inherentes a la personalidad. Yo soy la viva descripción de los tauro: aman
la naturaleza, buscan comodidad y placer, conectan con la Tierra, son
serenos, cabezotas, apasionados y suelen ser muy maternales. Es una
especie de control de calidad.
—Bueno — Blake se sienta en mi cama —: no te enfades.
—No estoy enfadada — respondo.
Pero lo estoy. Me afecta mucho que la gente intente desmoronar de un soplido las cosas que me importan, como si no significaran nada. Me da la
sensación de que insinúan que confundo la realidad con la fantasía.
La gente que no comprende la astrología se pasa la vida diciendo: «¿Por
qué te preocupas por lo que diga el horóscopo? ¿Por qué no te limitas a
vivir tu vida?». Pero yo opino que, si sabes qué esperar, puedes estar
preparado para cualquier cosa, bueno, quizá no para cualquier cosa, pero sí
que puedes estar preparado para cosas para las que normalmente no lo
estarías i no te hubieran prevenido sobre ellas. Me ayuda a lidiar con lo
desconocido.
Blake se acurruca a mi lado.
—¿Qué pone en el mío? —me dice.
Hay pocas personas en mi vida con las que pueda contar in- >
omlicionalmente. Blake es una de ellas. Hace dos años que somos amigos y
nunca nos hemos peleado. La única persona a la que estoy más unida que a
Blake es Erin. Es mi mejor amiga desde hace muchísimo tiempo. Erin es
leo, y eso implica que su temperamento en ocasiones puede ser un
problema. También es valiente y segura de sí misma, lo que a veces me da
un poco de envidia. No diría que soy introvertida, pero me gustaría ser tan
abierta como Erin. Y daría lo que fuera por saber lo que se siente al ser
valiente.
Blake es genial, es super divertido, una persona totalmente de fiar.
Nunca me ha dejado en la estacada, ni una sola vez. Además, es super
mono, pero no es que me sienta atraída hacia él. Bueno, quizá si no fuera
gay, sí que me gustaría.
Solo lo sé yo. Si Blake estuviera un poco más en el armario, tendría un
uniforme de acampada de boyscout y un montón de polos de cuando iba a
Primaria cuidadosamente doblados encima. El padre de Blake lo mataría si
supiera que es gay. En serio. Así que no tiene intención de salir del armario
hasta que empiece la universidad y, con ella, su verdadera vida. Se esfuerza
muchísimo en el instituto para que sus notas le abran las puertas a donde
sea que quiera ir. Siempre está hablando de lo alucinante que será la
universidad... donde finalmente podrá ser él mismo, sin tener que
preocuparse por una muerte inminente a manos de un padre desquiciado.
Quizá las cosas fueran distintas si su madre estuviera con él, pero se
casó con otro hombre cuando Blake tenía trece años y se mudó a California. Al principio lo llamaba a menudo. Ahora, solo tiene noticias de ella por su cumpleaños.
Todo el mundo da por hecho que Blake es hetero. A él le gusta pasar
desapercibido. Así es más fácil. Solo sale con un par de amigos más aparte
de conmigo. Los chicos del instituto siempre nos ven juntos y hasta he oído
rumores de que estamos saliendo. Blake piensa que es un halago porque
insiste en que soy «una tía buena». Cada vez que lo dice, me echo a reír.
No estoy buena, para nada, a no ser que te parezca que ser bajita y flacucha
es estar buena. Ojalá fuera más alta y tuviera más curvas, como Erin. Mis
ojos, azules con un toque de avellana, no me aportan atractivo. Ni tampoco
mi pelo negro, liso y lacio, aunque lo tengo bastante largo. Llevo flequillo
para ocultar la cicatriz que tengo en la frente. En serio: tener la cara partida
no es ni un poquito sexy.
Estoy completamente convencida de que Blake estaría fuera del armario
si no fuera por su padre. No es que quiera ocultar quién es. Ni siquiera le
preocupa qué pensaría la gente en el instituto, es que no quiere tener que
lidiar con su padre si se entera. Las broncas que tienen dan mucho miedo.
El padre de Blake nunca le ha pegado, ni nada (aunque creo que eso
cambiaría si supiera que es gay), pero yo le he oído gritarle. Algunas de las
cosas que le ha dicho seguramente duelan más que ningún golpe físico.
El pasado verano pasamos muchísimo tiempo juntos y Blake me confió
la verdad. Era obvio que le pasaba algo. Le juré que no se lo contraría a
nadie. Ni siquiera Erin lo sabe.
Hago clic en Capricornio para leer el horóscopo de Blake.
—¡Ahí lo tienes! — grito —. ¿Qué dice el segundo párrafo?
—Sí, sí...
—No era una pregunta retórica.
—Estás muy mandona hoy.
—Te encanta que sea mandona. Venga, lee.
—«Refugiarte tras tu escudo protector te está consumiendo.
La luna en la casa del dramático Leo te llevará a embarcarte en
Una cruzada personal para alcanzar tus ambiciones futuras. No pierdas
de vista el precio a pagar y sigue manejando las situaciones ingratas con
calma y determinación. Cuando las cosas se asienten, triunfarás en una
transacción personal o familiar» lee Blake.
— Bueno, ¿qué hemos aprendido hoy? —pregunto.
—Mmm...
Me doy cuenta de que a Blake le va a costar admitir que hay algo de verdad en lo que acaba de leer.
—¿No te hace sentir un poco mejor?
—No me siento particularmente motivado para embarcarme en una
cruzada personal todavía. Quizá esté hablando de aquí a un año.
—El horóscopo vale para cuando tú quieras.
—Vamos a preguntarle a la Bola Mágica — dice Blake.
Tengo una bola mágica: es una bola de billar negra, el número 8, con
purpurina y una ventanita en la que se leen diferentes respuestas cuando la
agitas después de hacerle una pregunta.
—¿Es momento de que me embarque en una cruzada personal? —
pregunta. Después agita la Bola Mágica y le da la vuelta—. «Mis fuentes
no lo recomiendan».
—¡No dice eso!
—Me temo que sí — Blake me tiende la Bola Mágica.
—Bueno, de acuerdo... pero, como te he dicho antes, vale para cuando
sea.
Solo espero que «cuando sea» llegue pronto. Blake debería poder vivir la vida con la que sueña.

El  novio de mi mejor amigaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora