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En un centro tan pequeño como el nuestro, te sabes el nombre de todos
los alumnos de tu curso. En tercer año, somos setenta y tres alumnos y la
mayoría vamos a clase juntos desde Primaria. Pero eso no significa que nos
conozcamos. Nos hacemos una idea de cómo es la gente por la reputación
que tiene, o por con quien sale o por cómo le va en clase. Estos juicios no
están basados en hechos reales. Prácticamente, no nos conocemos a no ser
que seamos amigos. Y, a veces, ni siquiera entonces.
La verdad es que yo no pertenezco a ningún grupo. Ya no. Me gusta ir
por libre. Bueno, me relaciono con los chicos de One World y,
evidentemente, me han colgado la etiqueta de «abraza- árboles». Creo que
es una definición demasiado simple. No soy popular, pero tampoco una
marginada. No soy de las más deportistas, aunque no se me dan mal los
deportes. No soy empollona, pero nunca suspendo. Supongo que parece que
soy bastante del montón. Pero eso tampoco es verdad.
Siempre me ha costado encontrar gente con la que me sintiera a gusto.
Los chicos de One World son geniales, pero Danielle es mi única amiga de
verdad. Cuando intento hacerme amiga de gente con la que no conecto
demasiado, siempre sale mal.
Me parece que no merece la pena esforzarse por mantener una amistad
con gente de la que, tarde o temprano, te vas a terminar distanciando.
Erin quiere que Blake y yo nos hagamos amigos de Jason. No deja de
decir lo guay que va a ser el año que viene, cuando los cuatro hagamos
cosas juntos. Es como si quisiera que saliéramos en pareja o algo así. El
entusiasmo que tiene Erin porque llegue el año que viene asusta un poco.
Yo también estoy emocionada, porque es nuestro último año de instituto,
pero Erin se comporta como si el último año fuera a ser una fiesta
constante y ella la invitada de honor. Aunque no me sorprende. Le encanta
ser el centro de atención. También le encanta hablar de los chicos que le
gustan, particularmente, sobre si esos chicos están o no interesados en ella.
Estoy segura de que, en parte, ese es el motivo por el que hoy quiere que
quedemos: para que podamos hablar de Jason.
Así que vamos a tomar pizza. Blake se muere de ganas de conocer a Jason para poder criticarlo. Jason todavía no ha llegado. Solo llevamos
esperando diez minutos, pero Erin se está volviendo loca.
-¿Dónde se ha metido?
Se asoma sobre el respaldo del asiento y estira el cuello para tener
mejores vistas de la acera. Me está poniendo nerviosa. Mide un metro
setenta y cinco y parece que esté a punto de dar una voltereta sobre el sofá
de escay.
-No te preocupes -le digo.
-Ya debería estar aquí.
-Solo llega diez minutos tarde.
-Por eso. Nunca llega tarde.
Me callo lo que tengo ganas de decirle: que es la tercera vez que salen.
No puedes saber que una persona nunca hace algo si solo has salido con
ella dos veces.
-Yo solo sé que si no pedimos pronto, me voy a comer una pierna. Y no
garantizo que sea la mía - informa Blake.
-¿No has comido a mediodía? -pregunto.
-No mucho, la verdad.
-¿Por qué?
-Porque no tenía hambre.
-Eres un poco anoréxico.
-Sí, por eso ahora me comería tres pizzas.
-Podemos ir pidiendo para que nos sirvan cuando llegue Jason - digo,
mirando a Erin-. ¿Te parece?
Erin vuelve con nosotros.
-¿Qué?
-¿Podemos pedir, por favor? -ruega Blake -. Me voy a desmayar y,
desmayado, no soy una compañía demasiado agradable.
A Erin no le gusta la idea.
-No sabemos qué quiere Jason.
-Estamos en una pizzería -replica Blake - : querrá pizza.
-Sí, pero...
-Nada de peleas en la mesa, niños - les advierto.
Erin debe de estar muy nerviosa. Blake y ella no se suelen comportar
así: Blake normalmente idolatra lo fabulosa que es Erin y ella se deja
mimar por el calor de sus atenciones. Al principio, Erin pensaba que Blake estaba colado por ella. Lo pasó fatal porque a ella Blake no le gustaba
nada. Tuve que decirle que no estaba interesado en ella de esa manera y
todo volvió a la normalidad. Pero hoy no han jugado a adularse ni una sola
vez desde que estamos aquí.
-Bueno -dijo Erin-, pedid. Pero no me echéis a mí la culpa si luego
a Jason no le gusta.
-¿Pedimos extra de queso? - pregunta Blake -. ¿A quién no le gusta
la extra de queso?
Erin se asoma otra vez por el respaldo. No deja de toquetearse los
anillos. Lleva un millón de anillos y siempre los hace girar cuando está
nerviosa.
-Si no le gusta la extra de queso, es que no merece la pena - murmura
Blake.
Acto seguido, intenta abordar al camarero, que está en una mesa, al
fondo, bebiendo café.
-¡Ahí está! -chilla Erin.
Jason está cruzando la calle, pero no la ve. Lleva unas zapatillas muy
chulas. Todos lo observamos acercarse, mirándolo sin disimulo. Espero
que no le estemos haciendo sentir incómodo.
-¡Hola! - dice Jason-. Siento llegar tarde.
-¿Llegas tarde? -dice Erin-, No nos habíamos dado cuenta.
Blake pone los ojos en blanco.
Jason nos mira.
-¡Ah! ¿Conoces a Blake y Lani, verdad? - dice Erin.
-Más o menos. Hola.
Le devolvemos el saludo.
Jason se sienta en el mismo asiento que Erin. Me fijo en que son de la
misma altura.
-¿Te gusta la extra de queso, verdad? - pregunta Blake.
-Me encanta - confirma Jason.
-¿Lo ves? - le dice Blake a Erin mientras agita los brazos
violentamente para llamar la atención del camarero despistado -. Te lo
dije.
-¿Creías que no me gustaba? -le pregunta Jason a Erin, poniendo cara
de: «¿Pero a quién narices no le gusta la extra de queso?».
-No, es que pensé que igual te apetecía de otra cosa.
-Soy un minimalista de la pizza -dice Jason-. Cuantas menos cosas le pongas, mejor sabe.
Erin, a quien le encantan las pizzas a rebosar de ingredientes, dice:
-Totalmente de acuerdo.
Jason me mira:
-Tuvimos Álgebra juntos, ¿verdad?
-Sí - Eso fue hace dos años. Lo recuerdo vagamente. Algo
relacionado con circunferencias -. ¿Eras tú el que dibujaba
circunferencias perfectas?
-Soy famoso por ello.
-¿En serio? - interviene Erin, mostrando un repentino interés por la
geometría.
-No... Bueno, es que una vez tuve que salir a la pizarra a dibujar una
circunferencia y... me salió muy redonda - explica Jason.
-Que siempre es bueno cuando se trata de dibujar círculos -bromeo.
-Exacto - Jason me sonríe.
-Pero te pasó más de una vez -le recuerdo. Por algún motivo, ahora
me está volviendo todo a la memoria -. Creo que fueron tres o cuatro
veces.
-Mmm... bueno vale - se disculpa -. Me has pillado.
Ahora ambos sonreímos.
Blake nos mira.
-Bueno - dice Erin-. ¿Qué queremos beber?
Mientras comemos, Blake acribilla a Jason a preguntas. Es el método
infalible de Blake para comprobar que Jason es merecedor de la
magnificencia de Erin. Si Jason siente que está en el punto de mira, lo
disimula muy bien.
Cuando Blake se termina el segundo trozo y se dispone a devorar un
tercero, le pregunto:
-¿Estás mejor?
Me guiña un ojo.
-Mucho mejor.
Me inclino hacia él y le quito una miguita del labio. A Blake siempre le
pasa lo mismo: come tan deprisa que, sea lo que sea que esté engullendo,
se termina pringando toda la cara.
Cuando nos despedimos, descubro que Jason y yo vamos en la misma
dirección. Blake y Erin viven justo en la dirección contraria. Jason se
ofrece a llevarme a casa para que Erin no tenga que desviarse. Nos separamos y monto en el coche de Jason. Sé que a Erin le ha encantado este
giro de los acontecimientos. Estoy segura de que se muere de ganas de
llamarme luego y preguntarme qué me ha dicho Jason de ella.
Lo raro es que me siento muy a gusto con Jason. Es como sHo conociera
desde hace mucho. Como si ya fuéramos amigos.
-¿No tenemos la hora del almuerzo a la vez? - me pregunta.
-¿Vas a comer a quinta hora?
-Sí.
-Entonces sí.
-Guay.
Jason juguetea con las emisoras de radio.
-¿Dónde te sientas? - pregunto.
-Con el resto de pardillos y perdedores.
Me río. Jason es un Chico de Oro: popular, simpático y mono.
-Sí, claro. Como si no fueras justo lo contrario.
-¿Cómo estás tan segura? Nos conocimos oficialmente hace una hora.
-Sé lo que me digo.
-Sabes lo que te dices.
-Completamente. Se me da muy bien intuir a las personas.
-Vaya.
-¿A que no sabías eso de mí?
-¿Cómo iba a saberlo? Nos conocimos oficialmente...
-.. .hace una hora. Sí, me acuerdo.
Jason me mira y sonríe. Está pasando algo muy intenso. Es tan distinto
de todo lo que he sentido hasta ahora que ni siquiera sé qué es.
-Bueno, ¿dónde vives? -me pregunta Jason.
-En Lake End Road.
- ¿Eso está cerca de lago Eco?
-Sí. El jardín trasero de mi casa es... el lago.
-¿Por qué lo llaman así?
-Mi padre dice que es porque, si gritas desde el otro lado, se escucha el
eco.
-¿Lo has intentado?
-Sí, pero no hubo eco.
-Vaya... El paisaje probablemente fuera diferente cuando le pusieron el
nombre al lago.
-Eso dice mi padre.
Jason conduce. Durante un rato, ninguno dice nada.
-Erin es fantástica - suelto de repente.
-Es divertida - dice él.
Me callo para ver si dice algo más de Erin, pero parece que no tiene nada
que añadir.
Siento la necesidad de hablar de ella. No es que esté haciendo nada
malo: Jason solo me está llevando a casa, no pasa nada, pero hay algo que
me preocupa.
Así que digo:
-Somos amigas desde hace mucho.
-Sí, me ha contado que tuvisteis un accidente de tráfico juntas.
No me puedo creer que le haya contado eso. Solo llevan hablando...
¿cuánto? ¿Dos semanas? Ni siquiera. Bueno, vale, todo el mundo sabe lo
del accidente. Acontecimiento fuera de lo común más ciudad pequeña igual
a que todo el mundo se entera de cosas que no son de su incumbencia dos
segundos después de que dicho acontecimiento ocurra. Pero eso fue hace
años. La gente del instituto no recuerda los detalles. Estoy segura de que la
mayoría incluso ha olvidado lo que pasó. Jason proba- I 'lómente lo
escuchara en su día, pero seguramente se le olvidó con el tiempo.
No puede ser que conozca toda la historia... a menos que Erin se la haya
contado.
-Fue hace mucho tiempo - digo-. La verdad es que no me gusta
hablar de eso.
-No, claro. No debería haberlo mencionado.
-No, no pasa nada.
Cuando llegamos a mi casa, le digo:
-Gracias por traerme.
-De nada. Bonita casa, por cierto.
-Gracias.
-¿Siempre has vivido aquí?
-Sí. Era de mis abuelos, pero se mudaron a Florida.
-Los míos también. Creo que hay una conspiración para que todos los
ancianos del país se muden a Florida.
-Yo creía que era el clima cálido lo que los atraía.
-No te dejes engañar: hay motivos ocultos. Créeme.
Me gusta el humor raro de Jason, pero no siempre sé qué responder, así
que me limito a decir:
-Seguro que tienes razón.
Normalmente me doy cuenta de si le gusto a un chico. Ha habido unos
cuantos. Pero el motivo de que no tenga novio es que todos me parecían
muy inmaduros. Bueno, he salido con algunos chicos, pero nada serio.
Nunca he sentido el tipo de conexión que siempre he querido sentir.
Hasta ahora.
Esto es un desastre.
Cuando, más tarde, Blake me llama, lo primero que me dice es:
-Nunca he visto a un chico mirarte así.
-¿Cómo?
-Como si quisiera lamerte entera.
-Ya vale.
-Lamerte entera como un delicioso y dulce cono de helado.
-¿Puedes dejarlo, por favor?
-Como si estuviera perdido en el desierto.
-Esto está mal.
No eliges quién te gusta.


-¡A mí no me gusta!


-Pero está claro que tú le gustas a él.


-Lo dudo mucho. Y, aunque le gustara, no hay nada que hacer.


-¿Por qué?


-¡Porque está saliendo con Erin!


-Erin tendrá que aguantarse. No le va a quedar más remedio. Además,


no son oficialmente novios, ni nada por el estilo.


-Estás muy equivocado.


-Un helado con guinda en lo alto.


-Voy a preguntar a la Bola Mágica.


Voy a por ella y pregunto: «¿Le gusto a Jason?». A continuación, la


agito.


-¿Qué dice?


La giro:


-«Definitivamente, sí».


-Tenemos una exclusiva.


-No le gusto.


-No puedes negar la realidad. Y la realidad es asquerosamente dura. Tú


y yo sabemos que la vida no es precisamente fácil.


No puede ser que Jason se sienta atraído por mí. Y, aunque lo hiciera, yo


nunca podría sentirme atraída hacia él. ¿Qué tipo de persona le haría algo


así a su mejor amiga?

El  novio de mi mejor amigaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora