#11

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Me he estado sentando con Jason en el almuerzo toda la semana, desde el festival de
cometas. Sentarnos juntos no debería ser un gran asunto.

La gente debería poder
sentarse donde quiera.

Por supuesto, no es tan simple.

Mis amigos están actuando como si los hubiese insultado. El Círculo Dorado sigue
mirándonos. Bianca parece, particularmente, agravada. Ella se nos queda mirando
descaradamente como si fuese un comportamiento aceptable. Lo que me hace estar
más decidida a hacer lo que quiero. Me rehúso a dejar que ellos me controlen con su
negatividad.

Al otro lado de la Mesa Dorada, Greg se levanta. Nos sonríe y nos saluda con la
mano.

Jason lo ignora.

—Greg te está saludando— digo.

—No, no lo está haciendo.

—Um, creo que sí.

—Ese no es un saludo real. Es un saludo sarcástico.

—¿Cómo puedes saberlo?

—Él me ha estado haciendo pasar un mal rato por cambiar de mesa. Cree que es una
ofensa federal o algo así.

—A mis amigos no les gusta tampoco. Creo que están ofendidos. ¡Pero no es que ya no seamos amigos! Sólo me estoy sentando en otro lugar. ¿Por qué se supone que tiene
que ser un conflicto monumental?

No hay manera de que pueda estar aquí con Jason y no querer sentarme con él. Espero que se sienta de la misma forma, porque él es quien preguntó si me sentaría con él.

Pero no es como si simplemente pudiera ir a sentarme con él en la Mesa Dorada. Y él
no iba a ir a mi mesa y sentarse con un puñado de chicas con las que nunca habla. Así
que tuvimos que replantearnos un nuevo territorio.

Jason comenta: —Esto apesta.

—Lo sé—digo—. No puedo esperar a que llegue el año que viene. Los estudiantes de
último año pueden salir del campus para almorzar. Ellos pueden ir a casa, a una
cafetería o una pizzería. Nosotros estamos atrapados juntos en la maldita cafetería
durante el resto del año.—Es tan injusto. ¡Mira cómo de genial se está afuera!

—Esto es un asco.

—Pensé que apestaba.

—Amiga, es ambas cosas. Esta fuera de control.

—Así que iré al mostrador el próximo año. —El mostrador de la cafetería es este viejo
lugar donde venden sándwiches, que ha existido desde hace unos cien años. Vas y es simplemente un largo mostrador donde te sientas en uno de esos taburetes retro. Sus sándwiches son realmente buenos y baratos. Es divertido pretender que estas atrapado en 1960 y lo que sea por un rato. Bianca nos observa. Otra vez.

Bloqueo su vibración negativa.

Jason comenta:—Aquí pasa algo—. El saca una agenda. Su agenda en realidad es
bastante ordenada para ser la de un chico. No hay ninguna página sobresaliendo, toda
arrugada.

—Linda agenda—le digo.

—¿De verdad?

—Sí.

—¿Por qué?

—No está hecha pedazos.

—¡Oh! Eso. Estoy tratando de aplicar tanta organización a la agenda como sea posible. —Jason arranca una página. Algunas virutas salen de la parte del espiral—. ¿Te gustan
los códigos?

El  novio de mi mejor amigaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora