Solos, segunda parte

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- Cinco años, y con los primeros humanos que nos encontramos nos tenemos que
pelear.- Dijo Jack aporreando con su puño la mesa que se encontraba en medio de aquella habitación.
- Jack, tranquilo. Si están esas personas aquí, significa que habrá más por algún lugar, y tal vez no quieran matarnos.
María apoyó su mano sobre el hombro de Jack para intentar reconfortarle pero no lo consiguió.
Un pitido hizo que Jack y María fijasen su mirada en la pantalla donde se registraban los datos de los sensores. El pequeño escáner de forma circular indicaba que algo muy grande se dirigía hacia la ciudad y con una velocidad constante.
- ¿Qué demonios? -Preguntó María en voz alta esperando que Jack dijese algo pero este no lo hizo.
-Tenemos que salir de aquí de inmediato, no creo que vengan otra vez en son de paz.
Acto seguido Jack habría un pequeño armario y empezaba a sacar grandes mochilas.
- Jack, ¿adónde nos vamos? Te recuerdo que cada vez que intentamos salir de Liava caemos en un sueño profundo.
María agarró el brazo de Jack para frenarlo, pero este se libró de su mano y continuó introduciendo cosas en las mochilas.
- ¿Lo tienes todo? Tenemos que ser rápidos y huir lo más rápido posible de aquí.
Le tendió una de las mochilas a María, pero ella la dejó en el suelo y se puso enfrente de él. Jack, como era costumbre, desvío la mirada de sus ojos.
- María, quítate, hemos de darnos prisa.
Intentó apartarla pero ella siguió quieta debajo del marco de la casa.
- Mírame a los ojos, Jack.- Dijo María con la voz seria.
- Tenemos que irnos de aquí ya, María.- Dijo Jack
- ¡Mírame!- María gritó.
A ella no le gustaba alzar la voz pero ahora algo le pedía que el le enseñara sus ojos. Lentamente Jack alzó la cabeza y cuando sus ojos se cruzaron, María ahogó una exclamación.
- ¿Qué me estas ocultando Jack?- Pregunto María, sabiendo la expresión que se ocultaba tras su mirada.
Una lágrima resbaló por la mejilla de Jack.
-Todo es culpa mía María, hace cinco años yo era un joven alocado a quien no le importaba nada. Me encantaba la magia, y de vez en cuando intentaba realizar algún hechizo solo por diversión. Pero la magia no es un juego y tuve que aprenderlo por las malas. El último hechizo que hice fue uno para que el mundo se callase, necesitaba un acompañante para este hechizo. Dije un nombre a voleo e imaginé una persona y al terminar de pronunciar las palabras caí en un sueño muy profundo. Cuando desperté el mundo se había callado, pero no fue porque todos desapareciesen, fue porque estamos en una dimensión paralela creada por la magia. Las personas que hemos visto antes son los guardianes de la magia, yo los vi hace años pero siempre me las arreglé para que no nos encontraran, pero se han cansado de esperar y han traído al ejercito a por mi.
Cuando terminó de contarlo todo, se derrumbó en el suelo llorando. María aguantó las ganas de darle un puñetazo y en vez de eso le dijo:
- Jack, todos cometemos errores, somos humanos y no creas que no me molesta que haya estado aquí cinco años, por lo menos he tenido la suerte de encontrar a la persona que quiero.
Se agachó a su altura, cogió su barbilla y le besó. Sus labios se cruzaron y permanecieron así un rato. Al cabo del tiempo aquel ruido volvió a sonar; esta vez con más fuerza. Los dos se levantaron y cogieron sus mochilas. Jack estaba sonrojado.
- Démonos prisa, cada vez están más cerca y pronto nos veremos acorralados.
Los dos salieron por la puerta y bajaron las escaleras a toda velocidad. Al llegar al rellano Jack abrió una trampilla oculta tras unas plantas y entraron. El pequeño pasillo estaba poco iluminado con charcos producidos por el agua que se colaba por el agrietado techo.
- ¿Dónde vamos, Jack?- Pregunto María sin reducir el ritmo de su marcha.
- A trescientos metros tendría que haber una trampilla que sale de la ciudad y da a la otra parte del río. Desde allí podremos debilitar el hechizo de sueño que mantiene activo los guardianes y huir hacia el norte. El libro del que saque el hechizo me lo robaron cuando me dormí. Debieron pensar que no era peligroso y por eso me dejaron con vida. Si mis cálculos no están mal, deberían haberlo llevado hacia Celgia, es un pequeño pueblo del norte.
Al llegar al final del pasadizo se detuvieron, lentamente Jack abrió la trampilla y dejó que sus ojos se adaptasen otra vez a la luz. Primero salió María y después él, pero cuando estuvo en la superficie deseó no haber salido. Estaban rodeados de guardias armados con lanzas con las que les apuntaban a sus cuellos.
- Jack Dewain, en nombre de los guardianes de la magia quedáis arrestado.
Uno de los guardias hizo que Jack y María se arrodillasen en el suelo aún con las lanzas apuntando a sus cuellos. Otro de los magos añadió:
- María Núñez, vos también quedáis arrestada por conspiración y cómplice.
- Yo no he hecho nada.- Dijo María intentando defenderse de aquellas acusaciones.
El tercer mago añadió:
- Silencio, habéis jugado con la magia, entrasteis en un mundo prohibido para los mortales, y asesinasteis a uno de nuestros soldados.
- Eso no es verdad, él vino hacia nosotros para matarnos.
Jack intentó levantarse, pero las puntas de las lanzas se lo impidieron haciendo que una pequeña gota de sangre resbalase por su cuello. María, al verlo, se echó a llorar.
- Vuestra sentencia la decidiremos nosotros.- Dijeron los magos a la vez haciendo que su voz fuese una.
Jack les pregunto:
- Guardianes, solicito vuestro permiso para cumplir mi última voluntad.
- Esta bien, Jack Dewain, ¿Qué es lo que solicitáis? - Preguntó uno de los magos.
- Estar al lado de María y que nos dejéis darnos la mano.
María volvió a llorar al comprobar el afecto de Jack hacia ella, pero en su interior sabía que Jack tenía un plan. Los guardias dejaron levantarse a Jack para dirigirse hacia donde estaba María.
- Escapemos de aquí, ¿Quieres?- Preguntó Jack a María mientras le agarraba la mano.
- Vámonos, pero ¿cómo lo haremos?- Preguntó María a Jack sin soltar su mano.
- A un mago no se le olvidan los hechizos que recita. Despista a los guardias y llama la atención de esos guardianes mientras recito el conjuro.
María hizo lo que le pidió Jack y él se puso a repetir el conjuro mientras le brotaba fluidamente sin ninguna pausa las palabras de su boca.
- "A ti te pido madre silencio que acudas a mi llamada de auxilio, te ruego que me lleves lejos de aquí y me acojas a mí y mi acompañante en tu seno del silencio".
Los magos escucharon las palabras de Jack y reaccionaron.
- Alto, guardias la sentencia está dicha: ejecutadles de inmediato antes de que ese joven mago termine su conjuro.
Los guardias se alejaron un poco para coger un poco de impulso. El hechizo estaba ya terminando y la figuras de Jack y María empezaban a difuminarse.
- ¡No!
Eso fue lo último que escucharon Jack y María, pues después, todo fue silencio.


Magia silenciosa(Actualizaciones lentas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora