Magia silenciosa(Actualizaciones lentas)

El ataque

Ambos permanecían en la parte de arriba en silencio, mirando fijamente las escaleras que daban al piso inferior. No había ninguna luz, tampoco aquellos encapuchados producían ruido alguno. Jack estaba tenso, con el brazo derecho extendido intentaba evitar que a Maria le ocurriese mal alguno.

- ¿Cómo sabes que han entrado?- Le preguntó Maria.

- Lo se, y no hables.- Le contestó el.

En la parte de abajo, los cuatro encapuchados se deslizaban por la casa con sigilo, analizando todo a su paso. No hacían ningún ruido, tampoco se desplazaban, únicamente levitaban. Uno de ellos se quedo mirando a las escaleras, acto seguido los otros tres se le acercaron.

- Sube tu, si las cosas se tuercen iremos a ayudarte.- Dijo uno de los encapuchaos a otro de los que estaban con el.

- Por que tengo que ser yo siempre el que hace los trabajos sucios, por que no puede ser He...-

La mano del primero que había hablado apretaba con fuerza la garganta del que estaba replicando, dejándolo sin aire a cada segundo.

- Yo soy el líder, y me debes obediencia, puedo matarte y crear a otro como ellos en menos de lo que tardaría en deshacerme de tu cuerpo a si que sube si aprecias tu vida.

El encapuchado soltó su mano y el otro encapuchado volvió a respirar. Miró con odio al que era su líder y empezó a subir las escaleras.

- Si ocurriese cualquier cosa, solo quiero que salgas por la ventana y corras, ¿Me has entendido?- Le dijo Jack a María mientras recogía algo de encima de la mesilla y se lo colocaba en el cuello.

- No pienso irme, y ni me repliques por que no te va a funcionar de nada.

Jack iba a replicar pero al volver a mirar a María se dio cuenta de el porque de sus palabras. Cuando dirigió de nuevo la vista a las escaleras vio una pequeña sombra que se escondió apenas la detectó. Jack notó algo raro en el ambiente, cada vez estaba más pesado y la cabeza le empezaba a doler. Cuando fue consciente de lo que ocurría agarró del cuello a María y la tiro al suelo junto con el antes de que un haz de luz anaranjado pasara a la altura de sus cabezas, cortando los cuadros y los cristales de las ventanas en dos.

- Será cabrón el tío, ¡Da la cara y lucha como un hombre!- Gritó Jack mientras la rabia empezaba a invadirle.

- ¿Jack, ¿Qué a sido eso?-Pregunto María

- Eso a sido una jugada rastrera, era un hechizo para cortar árboles, piedras u otros elemento grandes. Los utilizan los magos de afinidad acuática por eso el ambiente estaba tan cargado, necesita acumular mucha humedad para realizarlo.

- Eres muy listo joven muchacho pero sabes que no estoy aquí para jugar contigo, tal vez con ella luego, pero tú has de morir el primero.

Aquel encapuchado estaba junto a las escaleras, había subido sin que Jack ni María lo vieran a si que Jack supuso que era muy rápido. El encapuchado volvió a lanzar aquel hechizo haciendo que el ambiente volviese a ponerse pesado. Jack recito unas palabras y una cúpula de color rojo intenso apareció enfrente de ellos. La cuchilla golpeo la cúpula, pero esta resistió. Así continúo varias veces hasta que el encapuchado empezó a respirar, intentando encontrar aire, por otra parte a Jack le dolía todo el cuerpo y luchaba con todas sus fuerzas por mantener el escudo levantado y no caer al suelo.

- María, coge la mochila y abre el libro que hay adentro, busca la pagina 452 y enséñamela.

María obedeció y cogió el libro, era un tomo muy antiguo, basto y pesado a si que con mucho cuidado busco la pagina que Jack le había señalado y se la mostró.

La cúpula que antes protegía a María y a Jack desapareció y el encapuchado se levanto rápidamente para acabar con ambos dos, pero Jack sonreía mientras terminaba de pronunciar la ultima palabra del hechizo; Aeris.

El encapuchado salió despedido por los aires hasta estamparse contra una de las paredes de la habitación contigua, cayó al suelo y quedó inmóvil, con el cuerpo en una postura imposible para un humano. Jack se acercó con cautela, le quito la capucha para ver quien era y si seguía vivo, pero cuando lo hizo, deseo no haberlo echo.

- ¿Pero que coño eres tu?