Lucas' POV
Esa noche las pesadillas volvieron a arrasar mis sueños. Desperté con lágrimas empañándome los ojos y un sudor frío recorriendo uno a uno todos los receptivos poros de mi piel.
Miré el reloj y sólo había pasado hora y media desde el momento en el que caí en los brazos de morfeo. Eran las cuatro y media de la mañana, me duché para quitarme ese rastro de sudor que tenía por todas y cada una de las partes de mi cuerpo. Cuando acabé, me volví a acostar, con los nervios a flor de piel. Se podía notar por mis manos, que no cesaban de temblar y por mi piel, palidecida por esa horrible pesadilla que llevaba atormentando mis sueños varios años, desde que descubrí los secretos más oscuros de las personas más importantes y no, no era mi mejor amigo, o incluso mi novia, esas opciones no eran válidas en esta historia, en este oscuro pasado que no va a ser desterrado, por mucho que me insistan. Psicólogos habían visitado mi casa desde distintos lugares de España, a mis padres no les importaba el dinero, sólo querían saber cuál era la causa de mi tormento. Esa noche el sueño no volvió a vencerme, mi cuerpo pedía descansar, pero mi subconsciente no me dejaba en paz. Estuve el resto de la noche dando vueltas en la chirriante cama en la que dormía, dando vueltas, consiguiendo dormir a lapsos de cinco o diez minutos, aunque no descansase nada.
Ese día me levanté con un horrible dolor de cabeza, como si tuviese resaca, aunque las razones eran muy distintas. Unas ojeras marcaban mi rostro pálido y demacrado. Me vestí con lo primero que pillé en mi parte del ropero. Unos pantalones cortos de Nike y una camiseta de manga corta, negra, en la que aparecía Bart Simpson de la serie "Los Simpsons" escribiendo en una pizarra "multiplícate por cero". Salí de mi habitación hacia la de Anne, para cumplir la promesa que le hice a Gio en la cafetería, sé que tengo que hacerlo aunque no quisiera, porque cuando ella se enfada me da miedo, mucho, sólo le falta el humo por la nariz y el tridente.
Llamé varias veces a su puerta, pero no abría. Me iba a marchar cuando escuché: <<¡Ya voy!>>. Me senté y esperé a que abriese, acostumbrado a que Lena tardase, creyendo que Anne iba a tardar también, pero sólo tardó varios minutos. Abrió la puerta a la vez que se restregaba el ojo, dándole un aspecto tierno y, haciendo también que se le corriese el rímel, consiguiendo parecer un mapache. Tenía el pelo alborotado y su boca se abría intermitentemente, bostezando. Llevaba una camiseta de tirantas negras con una criatura extraña y unos shorts, negros también.
-¿Qué es el bicho ese que tienes dibujado en la camiseta?
-¡Hey! No insultes a los ballicornios. Son unas criaturas adorables, preciosas, achuchables, suavitas y...
-Anne, para. No desvaríes. Sigo sin ver que es normal, los ballicornios no existen. Ahora sería cuando me retiro lentamente, asustado de el monstruo, perdón, el ballicornio - rectifiqué, sin querer ofenderla - que tienes en tu camiseta.
-Duh, ni el ballicornio da miedo, ni yo doy miedo, sólo digo la verdad. Si quieres irte hazlo, eres libre de irte como has sido libre de venir. Ya me quedó claro el otro día que no te caigo bien, no vengas a repetírmelo. Así que... Si vienes a eso, te invito a que te largues ya - acabó la frase con una sonrisa bastante irónica.
-Venía a pedirte perdón. Me porté bastante mal.
-Ah, vale, disculpas aceptadas. Adiós - iba a cerrar pero no la deje.
-Emm... ¿Quieres venir este fin de semana a una fiesta en el descampado conmigo, Giovanna, Dianne y Hans?
-Mm... No sé... Me lo tengo que pensar...
-Vaaaleep.
<<¿Sabes lo qué quiere decir con eso?>>
<<¿Quién eres y qué quieres?>>
<<Técnicamente soy tú, soy tu conciencia y quiero ayudarte>>.
<<Vale... Es extraño, pero vale. ¿A qué se refiere entonces?>>
<<Quiere que le ruegues, las chicas son así y que no te pases de chulo mientras se lo pides. Yo a veces, si tuviese fuerza, porque soy un ente, te pegaría por chulo, arrogante, pedante, tonto,...>>
<<Ya, ya me ha quedado claro. Para>>.
-¡Hey! ¡Lucaaas! ¡Lucas! ¿Qué te pasa? - parecía que no era la primera vez que me lo preguntaba.- Uff, por fin reaccionas, ya estaba pensando darte en la cara para que reaccionases.
-Que violenta, ¿no? - lo dije con algo de burla que ella fue capaz de detectar en menos tiempo de lo que había tardado nadie.
-Pues sí, soy así... - Sus ojos demostraban desafío, un desafío que iba a ignorar, no quería que mi conciencia tuviese ganas de pegarme y, menos aún, que Giovanna me pegase de forma "cariñosa", como hacía cada vez que se enfadaba.
-Anne, - llamé su atención nuevamente ya que había perdido la mirada en algún lugar - ven a la fiesta, nos pasamos a por ti si quieres y lo siento.
-El señorito disculpándose, eso si que no lo esperaba. Pero acepto, voy a la fiesta.
-¿Tienes WhatSapp?
-Si.
-Dame tu número y te aviso cuándo vayamos a ir a por ti. ¿Okay?
-Vale...
-Y, oye... Espero verte esta tarde en la cafetería.
-No sé si voy a ir... - intentó sonreír pero no era sincera.
-Yo te estaré esperando - le guiñé un ojo y me marché, no sin antes medir su reacción.
Se sorprendió bastante, porque no se lo esperaba. Ahora sí, me marché con una sonrisa arrogante, si, la que odia mi conciencia, y con la cabeza bien alta. Lo que no sabía era que mi amabilidad iba a dar paso a algo más grande.
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Algo que esconder
Teen FictionTodos esconden un secreto. Un secreto que puede dañar su amistad para siempre o que puede unirlos aún más. Pero, ninguno quiere que esos secretos que guardan como el más preciado tesoro, salgan a la luz, aunque tarde o temprano, sucede. Anne y Luca...