Viernes. 19 de Junio del 2015. 7:55 p.m.
-Mamá, papá... ¡rápido, no quiero llegar tarde al internado otra vez!
-Marie, hija, quédate tranquila. No te estreses tanto, por favor- me dijo mi madre desde el asiento delantero del auto tratando de tranquilizarme. Se suponía que tenía que haber llegado al internado hace 20 minutos.
-¡Como no me voy a estresar!, la reunión con el señor Elderwig ya debe haber empezado, y además me había ofrecido como voluntaria para ayudar con el orden de entrada este año y para eso debía estar en la entrada del internado hace 20 minutos.
-Relájate ya estamos a tres cuadras de La Encrucijada-aseguró Robert, mi padre, o bueno mi padrastro de hecho, pero eso da igual ya que de todas formas lo trato como mi padre por que fue él quien me crio todos estos años.
-Sí Marie, cálmate. Llegarás tarde, pero con el estómago lleno-dijo mi querido hermanito.
-Sinceramente, no entiendo cómo es que me sugieren que me calme ¡Voy a llegar tarde! Bueno... mejor dicho ¡Ya estoy llegando tarde!
-Oh, tú cállate Dan... que por tu culpa estoy llegando tarde, además...¡mira este tráfico!
- ¿Y por qué es mi culpa? - preguntó mi pequeño hermano, mirándome con sus ojos azules bien abiertos.
- ¿Cómo te atreves siquiera a preguntar eso?, tú eras el que quería un helado de pistacho.
- ¡Ay por favor!, ¡no me vengas a reclamar eso a mí!, que tú también disfrutaste de un helado... ¡Y el tuyo era triple!
-Sí, pero... pero...- en ese instante me quedé sin palabras. No encontraba una buena manera de defenderme ante su argumento: ese pequeño demonio, con apenas 6 años, sabe defenderse muy bien- ¿Sabes qué?, Cállate.
Todos en el auto soltaron una carcajada, incluyéndome. Siempre nos reíamos cuando Dan me ganaba en una pelea.
- Ya, no fue para tanto-les dije después de un rato.
- Nunca aprenderás, ¿cierto? Yo siempre gano- dijo Dan con una sonrisa triunfante en su rostro.
-¡Verás que para la próxima yo seré la ganadora!
-No, ¡no lo serás!
Me retó, oh él sabía perfectamente que no me gustaba que me retasen... soy muy competitiva y no me gusta perder. Lo miré con los ojos entrecerrados y justo cuando estaba a punto de responderle mi padre nos interrumpió.
-¡Llegamos!- exclamó mi padre. En el instante en que lo escuché, me apresuré en abrir la puerta del auto... lamentablemente, Dan estaba a la orilla y "por accidente" lo terminé aplastando. Salí por la primera puerta que pude ver, en este caso, la que estaba al lado de Dan.
-¡Sí, ya era hora! -exclamé, feliz al haber salido por fin del auto.
-¡Hey! -dijo mi madre-, tranquila, ya llegamos. Ahora, por favor, deja de saltar.
-¡Es que estoy emocionada!, este año me dejarán darle clases de natación a los que no saben nadar- confesé, saltando sin parar.
-Creo que ese helado triple de chocolate ya le está haciendo efecto- mencionó mi padre, levantando a Dan del suelo.
-Está bien, Marie. Calmada, que se te hace tarde.
En ese momento volví a la realidad. ¡Por Poseidón, era cierto!
-¡Ostras! -exclamé- ¡Tienes razón, papá!, abre el maletero, ¡Rápido!
Apremié a mi padre, dándole leves empujones en dirección al maletero.
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Operation Greece
FantasiDos bandos. Dos mentes. Un objetivo común. Cuál es el objetivo? Solo ellos lo saben. ¡Olvida lo que sabes de los dioses griegos! No creo que te sirva de mucho. Ésta no es la simple historia que sueles leer en libros acerca de ellos, sino la de cóm...