Marzo 2, 2010
Era la primera mañana en la que mis ganas de ir a estudiar se encontraban nulas como mis alientos, me temblaban las piernas y mi respiración no era continua, con sólo imaginarme que Zayn vendría y que me ganaría la peor paliza de mi vida me preocupaba, pero su presencia en general me entumecía las extremidades, salgo sin desayunar y camino lentamente, sintiendo cada paso en la grava.
Mi llegada a la escuela es igual de invisible que todos los días, y así la prefería. Corro hacia la primera clase que sería Matemáticas, era pésimo en todo el aspecto de los números pero estudiaba lo suficiente para no permitir que mi promedio se viera afectado por una sóla materia.
Llego cinco minutos tarde y se siente mi presencia agitada al abrir bruscamente la puerta del aula, todos posan sus ojos sobre mi. Genial.
-Siéntese, por favor.- ordena la profesora mientras me camuflo entre mi camiseta, tratando de tragarme la verguenza.
Veo la clase tratando de no desfallecer y dormirme para pasar otra vergüenza hoy.
Mirando al tablero con la mente perdida entro en uno de mis sueños que he tenido guardado despe hace muchísimo tiempo.
"-Zayn.- le digo acariciándole el pecho desnudo. -Oh, Zayn.- gimo cuando me acorrala hacia la pared.
Me besa mientras siento el vapor de agua caliente que rodea la ducha, no entendía qué provocaba ese sofocante y excitante calor, pero no me importaba. Mis piernas rodeaban sus caderas y él me mordía el cuello dejándome marcas. -Dime ¿Qué quieres de mí?- susurra en mi oído.
-Que me folles, tan duro que no pueda caminar.- digo con voz ronca de la excitación".
-Chico, concéntrate.- dice la profesora despertándome.
Mierda.
El timbre suena y yo corro hacia la otra clase, quería morir de la verguenza.
El día pasa demasiado normal, demasiado.
Cuando llego a mi casa descargo todo y trato de comer cualquier cosa.- será por eso que estoy tan delgado y débil- y entro a mi cuarto a esperarlo a él, con los ánimos perdidos.
-¡¿Qué mierda?!- alcanzo a gritar mientras veo a Zayn recostado en el borde de la ventana de mi cuarto fumando un cigarrillo.
-Pues te recomiendo que no dejes la ventana abierta.- dice tirando su maleta en mi cama acomodándose sin cualquier permiso, igual no me importaba.
Abre los libros, tenemos que realizar un informe acerca de las épocas de literatura contemporánea universal, tema que conozco de memoria y me fascina leer. No tenía ni idea de cómo realizar el trabajo con él así que decido encargarle algo mientras yo investigo un poco.
-Siglo veinte.- le corrigo cuando veo que con su pésima caligrafía escribía dos equis y una i. -La literatura contemporánea se dio en el siglo veinte, no en el veintiuno- remato mientras mi mente susurra "idiota".
Me mira con odio, lo ignoro.
-No tengo la culpa que hagas cualquier cosa en la clase menos prestar atención- le replico con rabia, odio cuando las personas se equivoca incluso cuando no es su culpa, me hace sentir que todos a mi alrededor tienen que ser perfectos menos yo.
-A tí no te consta que yo no presto atención.- me dice apretujándo con fuerza su lápiz.
Trago saliva.
Voy hacia la ventana y analizo el clima ignorándolo, me sentía totalmente frustrado y necesitaba controlar mi rabia, odio enojarme por cosas insignificantes, lo considero mi pecado.
-Te enojas por estupideces.
-No, los estúpidos me hacen enojar.- digo.
Se para de la silla con violencia y se acerca a mi.
Me he metido en un problema.
-¿Me lo repites?- dice pegándome a la pared.
-Los estúpidos me hacen enojar.- repito enfocando "estúpidos". Tenía los puños apretados y estaba demasiado enojado, me observa de reojo y dice:
-No vale la pena.
-Gracioso que no me golpees en mi casa ¿Desde cuando tienes decencia, Malik?
-Gracioso que acá sea el único lugar donde te da por defenderte.- contrataca a centímetros de mi cuerpo, lo sentía pegadísimo a mí, emanando su calor irresistible. Le titubeo un poco pero aquí me sentía con un escudo invisible del cuál nadie podría hacerme daño, hoy no me arrepentiría.
Ahora o nunca.
Rompo los centímetros restantes con un beso, saco todo el coraje del mundo para hacerlo y las fuerzas de donde nunca la encontraré, era un beso lento y me alegraba que él me siguiese el ritmo. Le agarro las caderas y lo empujo para que me penetre más con su lengua.
Se siente mejor que cualquier fantasía, que cualquier película porno.
Ya tenía mi mano agarrando su cabello azabache y mis labios ya dolían de la fuerza y la fricción de su lengua batallando con la mía hacía que la necesidad de tomar un poco de aire prime...
Él separa nuestros labios bruscamente.
Se acaricia los labios, y me observa con un gesto diferente.-no era asco- era curiosidad. ¿Qué cree que podría pasar si continuaba el apasionante beso? Tenía muchísima ganas de responderle.
-Me tengo que ir.- dice seco, como si ya hubiéramos terminado todo y fuera su obligación irse.
-Suerte, Malik.- le susurro.
Y desaparece de mi habitación.