9. Tag, you're it

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Cry Baby volvía a su casa tranquila y melancólicamente. En poco tiempo había perdido su vida de ensueño: se había vuelto a quedar sola y el pesimismo invadía su cabeza.
A punto estaba de entrar en casa cuando vio algo que no le cuadraba. ¿Sabes ese sitio que estás tan acostumbrado a ver que, en cuanto cambia lo más mínimo, te das cuenta? Pues algo así pasó. Había un hombre mirando por la ventana de la casa de al lado.
"Vecino nuevo" pensó. "Esto se podría alegrar, voy a saludar".
Levantó la mano y enseñó una de sus mejores sonrisas. Pero le sorprendió lo que hizo el hombre: puso una cara tenebrosa y se apartó de la ventana.
A Cry Baby le entró el miedo. Se apresuró en abrir la puerta, entrar en casa, cerrar con todos los pestillos y apoyar la espalda ella. Ese hombre no era normal.
A lo largo de los días, Cry Baby sufría la misma escena una y otra vez. Al parecer el hombre no tenía otra cosa que hacer que observarla.

Hasta que, un día, él no estaba. Cry Baby se acercó cual espía a la ventana. Estaba sucia, y apenas podía ver. Dentro de la casa no había nada, era sorprendente, ¿quién se muda y no amuebla su vivienda? Y silencio total.
Y, antes de que pudiera darse cuenta, un pañuelo que olía a productos químicos le tapaba la boca y la nariz y le impedía respirar aire fresco. Cry Baby veía como el mundo a su alrededor daba vueltas y se iba oscureciendo. Lo último que vio antes de quedarse dormida fue la cara de su vecino.

Sin recuperar el conocimiento, Cry Baby reflexionaba lo que había pasado. ¿Por qué a ella? ¿Quién era él? Parecía alguien agradable, con quien salir a dar un paseo, tomar un helado... Pero, al igual que todo el mundo, tenía un lado oscuro. Le recordaba al lobo de Caperucita Roja, que encandilaba a la dulce e inocente Caperucita para aprovecharse de ella.

Cuando volvió en sí y despertó, se encontraba en un sótano oscuro, húmedo, sin muebles, con telarañas. Sabía que era un sótano porque tenía un pequeño y alargado ventanuco por el que se veía el suelo de la calle y entraba luz natural.
Estaba atada de pies y manos con una cuerda que le rascaba. Olía a tubería averiada. Sentía el frío suelo de cemento en su piel.
-¿Hola? ¿Hay alguien ahí? ¿Estoy bajo tierra?
En cuanto dijo aquellas palabras, escuchó pasos en el piso de arriba. Entonces, se arrepintió de lo que acababa de hacer. La había oído despertarse y gritar y ahora iba a por ella. El miedo aumentaba conforme se acercaban los pasos.

Y apareció su misterioso vecino por la puerta. En silencio, se acercó a ella y la empezó a... besar. Él olía a jabón y sus labios estaban calientes.
Era lo último que se hubiera imaginado. Lo entiendió: no solo la había raptado, iba a abusar de ella.
Empezó a chillar, pero sabía que nadie la oía. Lamentablemente, estaba condenada.

Pasaban los días y ella seguía ahí, en ese maldito sótano. Su vecino bajaba a hacerle horribles y dolorosas "visitas".
Aún tenía el sabor de su piel en su boca.

Cry BabyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora