Nada es eterno

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He descubierto algo, una pequeña revelación en mi mundo que necesita ser compartida.

Aun recuerdo la primera vez que tuve consciencia de lo que era la muerte. No debía de tener mas de seis años. Un amigo de la familia había fallecido por un ataque al corazón, y nos encontrábamos en su funeral. Me viene fresca a la mente la calma con la que yo me acerqué a su cuerpo, preguntándome por qué no despertaba y todos lloraban. Estiré mi mano para tocar la suya, y un escalofrío me estremeció de arriba abajo.

Ya nunca despertará. Eso fue lo primero que me vino a la mente. Me pareció tan injusto, tan triste y cruel que tuve ganas de acurrucarme en un rincón a llorar como la niña pequeña que ya no quería ser más. Lo siguiente que sentí fue ira. ¿Cómo se atrevía a dejarnos solos? ¿Cómo diablos podía dejar a su esposa así, deshecha y sola?

Ahora he crecido, y aunque los puntos de vista del mundo respecto a la muerte son tantos que marean, yo tengo una simple teoría. La muerte es como un sueño eterno, un fin abrupto a los cortos años de la vida humana. ¿Lo que viene después? Quién sabe. Me molesta no saberlo con certeza, pero ¿qué le vamos a hacer? Solo sé que nuestra vida es muy corta como para gastarla especulando sobre el futuro. No nací para estúpidas dietas, comportamientos refinados y bocas cerradas. Nací para vivir, carajo.

Pero en fin, aquella no es la revelación. Me parece demasiado retorcida para tu noble cabezota, así que trataré de explicarme lo más claramente que me sea posible.

Imagina por un segundo que fuéramos inmortales.

Sin enfermedades, sin necesidades, un paraíso eterno en la tierra donde no habría que preocuparse por nada y no habría límite ni siquiera en la vida misma. Puede que pienses que sería genial y perfecto, ¿quién no pensaría así?

Yo, tal vez. Y los hippies.

Sin la muerte como un constante recordatorio de que la vida es para vivirla y no para acumularla, nadie se preocuparía por los demás. Tengo todo el tiempo del universo, dirían. El amor es para siempre, dura más que una vida, nada podrá separarnos, es lo que todos dicen. Ja. Ya me gustaría verlos tendidos enfermos y famélicos en una cama, pensando en su amado.

Por otro lado, hay quien considera la muerte como una salvación, un fin a la vida de miseria que nos ahoga y aplasta. Todas esas personas a las que nadie nota que ruegan en silencio ser atropelladas por un camión. Pero yo no creo que la vida sea un martirio. Digo, realmente hay veces en las que me quiero pegar un tiro, pero son breves lapsos de frustración que duran solamente un par de días. O semanas. O meses que se desvanecen en cuanto la navaja rasga mi antebrazo.

Tal vez hay realmente una razón por la que Dios nos dio entendimiento de la muerte.

Para recordarnos, como dando golpes contra una pared, que no hay paso que retroceder, mañana será muy tarde. Por eso vale la pena arriesgarse, por eso me esfuerzo por acercarme a él cada día mas, por eso peleo contra mis impulsos animales día a día y por eso tengo esperanza de que todo irá bien. La vida no es para siempre, y para lo que siga después, quiero recordarme como una luchadora, una valiente, alguien que vio el fin de la vida como un traslado, y no una condenación.

Así que, gracias muerte, por recordarme que el amor, contrario a como todos piensan, no es eterno, sino que debe ser luchado hoy mismo.

Por el momento esta es solo una reflexión vaga y disparatada, pero por algo se empieza, ¿no?




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