Nos rompemos. Somos como un tapiz que se va destejiendo poco a poco, se va deslavando, una lenta llama lo consume hasta reducirlo a cenizas.
No recuerdo cuando empezó. Ni siquiera sé si alguna vez fue diferente. Sólo sé que ahora todo cambia, y que hay puntos en los que ya no hay vuelta atrás. Hay cosas que dije, de las que jamás me podré disculpar. De algunas no me arrepiento.
Es una estupidez. Cuando crecemos, nos hacen creer que la familia será algo fácil y hermoso, unas vacaciones para toda la vida, hijos perfectos, pareja perfecta, casa perfecta, trabajo perfecto. Vacaciones en Miami, navidades en Europa, abuelos sonrientes y tíos divertidos.
No es así. No nos entendemos. Es como estar en una cárcel en la que tú mismo te has puesto tu condena. Sé que podría ser diferente. Sé que podríamos intentarlo de verdad. Pero es un proceso difícil, es caminar por fuego y enfrentar años de rencores, verguenzas y palabras jamás pronunciadas. Secretos, mentiras, evasiones. No sé si podría enfrentarme a todo eso, a ser juzgada de nuevo por ellos.
Porque siempre queremos la familia ideal. He tenido amigos que se averguenzan de la suya, de su hogar, de su modo de vida. Y me estremezco al pensar que yo soy igual. Aparento algo que no es.
No quiero alejarme de ellos, pero tampoco quiero permanecer bajo la sombra de mi familia. Mi hermano, tan alegre y carismático. Mis padres, inteligentes y con altísimas expectativas. Y yo, torpe y rara y con la cabeza en otro lado.
A veces me planteo si no seré adoptada. Pero sé que no, porque entonces mis padres habrían escogido a alguien más, no a mi.
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Dentro de mí
Teen Fiction¿Quien soy yo? ¿Quien quiero ser? Eso no lo se. Soy pequeña, a veces estoy triste sin razon, a veces sonrío porque si. Algunas veces puedo tocar el cielo con tan solo ponerme de puntillas y otras mi voluntad se rasga para dar el siguiente paso. Me r...