Todo un desafío.

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Empiezo mi último curso de la ESO, un rollo la verdad, ojalá estar en casa; arropada hasta el cuello, durmiendo de lo más feliz, y sabiendo que al despertar podría estar todo el día sin hacer lo más mínimo.

Pero seamos realistas, hay que aguantarse y pasarse seis horas diarias sentados en una silla de un color deprimente, en un sitio deprimente, al menos para mí. A nosotros también nos cansa estar sentados tanto tiempo simplemente prestando atención o haciendo como que te interesa lo que están diciendo.

Pero al menos hay una motivación, pensar que algún profesor puede faltar a clase o bueno, si eso sabemos que nunca pasará como en mi caso, que en mi instituto, jamás faltan, simplemente, nuestra única motivación va a ser la escasa media hora libre que hay para el recreo. Algo es algo.

Pero eso no es lo peor de todo, lo peor de todo es ver a personas que han sido una pérdida de tiempo para mí, en mi vida y que ahora tengo que tragarme a la fuerza a ellos y a su gran "felicidad" que aparentan cuando me ven aparecer por algún pasillo. En realidad todos saben lo asqueados que están y lo que les jode que pase de todas sus tonterías.

Distancias Equivocadas. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora