Iluminación en las tinieblas

284 24 20
                                    

Anduve por las calles, sin rumbo ni destino, cabizbaja y aturdida hasta el atardecer. Antes, habría cogido fuerzas para llamar a mis padres y decirles que el negocio no fué bien por motivos equis, pero ahora no tenía ganas de nada. Solamente de vagar por el mundo y pensar. Pensar en las duras e hirientes palabras que Melo me reprochó y me lanzó cual hachas. Me escocían en la memoria. Me recalcitraban el pecho.  

No había comido nada, por lo que mis tripas se unieron a la fiesta del dolor. Y aún así, ciertamente era lo que menos me dolía. Caminando, pensé. Pensé en lo estúpida que fui; si vives de mentiras, tarde o temprano se acaba sabiendo la verdad... y por regla parece que se destapa todo cuando todo parece que va genial, encaminado al éxito. Tendría que haberlo tenido en cuenta, pero tampoco pensaba que llegaría todo tan lejos. Por lo menos conseguí tenerla entre mis brazos sin soltarla. Siempre me quedaría ese consuelo; el recuerdo efímero y cálido de sus labios a pocos centímetros, buscando los míos, amenazando con un tierno beso entre risitas tontas. 

Pasé horas en la calle. Parecía que las horas iban al revés. Caminaba sin rumbo, dando vueltas y mirando al horizonte, sin enfocar mi mirada en nada, sólo a lo lejos, intentando buscar una solución inexistente que llenara ese vacío que se crea en la boca del estómago cuando defraudas y pierdes a un ser querido por el mero hecho de haber cometido un error, alomejor irreparable. Era cuando me encontraba en un barrio remoto, que me sonó el móvil. Con una cara inexpresiva, sin apartar la vista de la nada, lo dejé sonar... pero pensé en mi familia, que ya les había preocupado bastante por el momento; efectivamente era mi madre. ¿Quién si no? ¿Melo? ¿En serio tenía esa esperanza? ¿O ese miedo de que fuera ella? ¿Esperanza? ¿Miedo?... No llegué a cojerlo pero le dejé un Whatsapp: 

- No ha ido bien, la cosa. No me esperéis a cenar. 

De repente, entrado ya el anochecer, quise pararme. Estaba en una plaza exageradamente pequeña, oscura y rodeada de edificios, solitaria a su vez. Bloqueé el móvil, apoyé mi espalda en una pared de la plaza y levanté la cabeza. Como en la mayoría de las veces, empezó mi diálogo "exterior" más bien que interior, porque siempre que hablo sola, hablo en voz alta, o en susurros fuertes, como se le pueda decir a eso:

- Siempre te pasa lo mismo. No tienes talento, ¿no lo ves? Te han echado de muchos sitios en los que soñabas llegar, donde por tu enorme esfuerzo llegaste y te han destrozado, pisado y mutilado tus ilusiones tantas veces... que te dan puerta en todo lo que intentas. Y siempre por errores tuyos que te pasan factura. Y ahora te han echado de un corazón... -mi nariz parecía un candelabro. Tanto sollozo hacían mis palabras ininteligibles- Me creía ya immune a este dolor... Pero resulta que me duele más que mi vida. Y mira que nunca vale la pena quitarsela... pero ahora mismo me siento muerta en alma. Como si únicamente viviese para respirar. - Repensando, cogí otro berrinche; otra oleada de lágrimas que notaba que se acercaban-. Esto me ha abierto los ojos... Esque ya no veo motivos por los que seguir luchando, porque no valgo para nada que me motive...

Cerré los ojos. Al cerrar los párpados lentamente sin poder evitar a su vez una mueca, cayó una lágrima de cada uno de mis ojos, las cuales, desacompasadas, iban dibujando hileras de recuerdos de sueños rotos por mis mejillas, hasta mojar mis labios. Rabia e impotencia muy salada. A eso es a lo que tenían sabor. 

Fui resbalando mi espalda contra el muro, poco a poco hasta llegar al húmedo y frío suelo. Y de repente surgió una voz:

- Claro que lo tienes. -Dijo esa voz, tan familiar... Abrí los ojos y vi una figura en las penúmbras -Pero lo confundes con el fracaso. El hecho de que fracases no tiene por qué significar que no tengas talento. 

Efectivamente, era Melo. 

- Te falta confianza y encontrar qué es lo tuyo. -Se iba aproximando cada vez más- Te pones tan nerviosa, a veces, que te induces a ti misma a fallar. Y eso no es sano para tu mente. 

- ¿Qué...? -Estaba perpleja, incrédula de lo que estaba sucediendo- ¿Cómo sabías que yo estaba...? 

- Has pasado tres veces por delante de mi hotel... -Dijo, como si justificara todo lo ocurrido- Justo cuando iba a cenar, cenando y cuando volvía. Y al volver te he seguido un trocito, y suerte que ya has parado; ¿cúanto tiempo llevas andando? -dijo, mirándome como si yo no estuviese muy cuerda-.

- Bastante rato... Mañana tendré agujetas -Dije, sonriendo. Se hizo un pequeño silencio. Me levanté, cuando Melo ya estaba delante de mí- Oye, yo, lo siento por haberte engañado y... 

- No, perdóname tú a mi. En verdad me he picado mucho... y es que la situación lo merecía. Acepto tus disculpas, porque creo que has cometido un error. Muy heavy, aunque todos tenemos derecho a equivocarnos. Y a su vez quiero que aceptes las mías; después de todo no tendría que haberte dicho las cosas de esa manera, y menos después de lo que ocurrió... 

- En caliente es difícil moderar lo que se dice, tranquila -le dije, para tranquilizar su conciencia-. Me sabe mal haberte mentido... me arrepiento tantísimo... 

- Tranquila, supongo que a veces las personas hacemos lo imposible por cumplir nuestros sueños y ilusiones... aunque sea perdiendo un poco la cordura y tirar de mentiras. Sé lo que es luchar hasta el final para conseguir llegar a un objetivo. Es verdad que a veces se te ponen delante pruebas duras y muchas tentaciones con "trampa" para poder superarlas... Pero al final siempre nos damos cuenta de que no está bien seguir un camino deshonesto.

- Exacto. -afirmé su conclusión, ya que en esa situación poca cosa podía decir. Ella tenía ahora la palabra en todo-. 

- Y en cuanto a lo que pasó entre nosotras... A ver, no puedo negarlo, fue real. Sentí cosas que hacía tiempo que no sentía. Has despertado una sensación dentro de mí que no me acordaba que tenía, ya te lo dije... Algo que recordaba haber sentido, pero que a lo mejor quise olvidar. Y pensaba que lo olvidaría para siempre. Hasta que te conocí. 

- Oh, Melo... es precioso... -Me cayó otra lagrimilla pero esta vez condimentada con sonrisas-. Lo siento si te he intimidado. El hecho de que alguien desconocido, que encima miente sobre su identidad, se cuele en tu vida debe ser horroroso...

- O bien no. Depende de cómo sea esa persona -Me guiñó un ojo y me dedicó su sonrisa de niña pillina-. ¿Nunca has tenido un rollo de una noche?

Me puse bien roja y después de ver su sonrisa de ángel, esquivé la mirada hacia el suelo, vergonzosa. 

Immediatamente, nos volvimos a mirar. Nos quedamos así durante un pequeño pero largo tiempo. 

- Mañana quiero hablar contigo -Me dijo, de repente-. Quiero que hablemos una cosa, pero ahora no veo que sea el momento. ¿Podrías? Y, lo más importante: ¿Querrías?

- Evidentemente que podré. Y querré y quiero. Porque, si no te importa, quiero añadir algo más también.

- Seré toda oídos. Ahora vete a casa y por favor, métete en la bañera, date un pedazo de baño. Luego cenas viendo... ¿Qué dan hoy en la tele? 

- Ni idea jaja no tengo tiempo para ver la tele demasiado

- Pues te pones una peli, joder jaja una buena por eso, ¿eh? -Empezó a poner entonación tranquila y a hablar flojito-. Luego a la cama, descansas bien... y te llamaré para quedar, ¿hecho? 

- Hecho. -le dediqué una sonrisa que, aun tener los ojos rojos e hinchados, creo que le gustó-. 

- Buenas noches. Descansa.

Y solamente acabar la frase, se me acercó lentamente y me besó con cariño en la mejilla. Luego, se marchó, confundiéndose entre los tenebrosos callejones. Permanecí immóvil durante un instante. Luego, recordé bien sus palabras articulándose, melodiosamente, en sus labios. Resoplé, sonreí y saqué mi billete de metro. ¿Tendría en casa sales de baño?

Conozco a Melo (YellowMellow.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora