21 de Septiembre

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Querida Hailey:

Eres un genio. Un maldito genio. No sé que haría si te tuviera aquí, te daría primero un abrazo y después una bofetada.

Al llegar al callejón sentí como una parte de mi no se encontraba al acercarme a verlo.

Estaba vacío, como de costumbre, y un aroma de panes recién sacados del horno inundaba mis fosas nasales. Lo único que daba color a la vista de cualquiera era yo, aún que tuviera los ojos más tristes jamás vistos seguían verdes. Y mi pelo color cobre estaba recogido en un moño mal hecho.

Caminé hasta la pastelería de la señora Benson para comprar un bollo pequeño de crema. Pero las palabras sobraban, sabía lo que quería.

Cuando sonó la campanilla al entrar no le extrañó verme tan "seca".

-Siento mucho lo de Hailey.- Y el alama dio un vuelco y se conmovió al oir tu nombre. -¿Un bollo con crema?- Asentí con la cabeza y force una sonrisa.

La di monedas sueltas que tenía y abrí la puerta para irme. Pero ella me volteó y me abrazó.

-No te atragantes con eso.- Sonrió y señaló mi merienda.

-Adiós, señora Benson.- Y me fui.

Me senté en el banco y por primera vez me apetecía comer en mucho tiempo. Mis bocados cogían el dulce hojaldre y la suave crema.

Me pareció oir tu risa pegada a mi oreja.

Hice un mohín con los labios y me dio una arcada al escupir lo que era un papel.

La señora Benson nunca tuvo sus dulces en mal estado y mucho menos con papeles, eran obras de arte comestibles.

Cogí el papel y lo intenté limpiar cuando me percaté de que estaba doblado a la mitad. Soy muy curiosa para estas cosas, eso era intocable. Lo abrí por completo y una foto de nosotras dos. protagonizaba el momento. Al lado estaba escrito "Recuerda nuestro lugar favorito, lejos de aquí."

Esa fue mi última esperanza.

No me importaba ya nada, era una sensación de tristeza y alegría.

La señora Benson, que observaba por el escaparate de su tienda, me guiñó un ojo y me hizo un gesto para poder entrar.

Charlamos de lo que ella sabía de ti.

-Me dijo que se quería ir, que era necesario. La pregunté tantas veces el por qué que al final solo me dijo que lo ibas a saber tú. Esa foto, me la entregó y me dijo exactamente que la metiera en tu bollo de crema. Esa chica no era tonta, sabía bien tus pasos.- Me resumió.

-Pero tenemos tantos lugares favoritos que podría ser este.

-Cierto, pero está lejos, Kate. Yo no sé nada más. A la mañana siguiente me enteré que ya no estaba y dejó solo una carta a su madre.

-Y a su mejor amigo.

-El caso es que tienes que ser un buen Sherlock Holmes, Kate. La policía ha tirado la toalla.

-No me hace falta fingir ser alguien para saber qué pasa. Ella es mi mejor amiga y la conozco mejor que a mí misma.

Te echo de menos con locura.

K.

Cartas a Hailey.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora