6. "Pantaletas al aire"

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—¿Qué se supone que hacías metida en el armario?—pregunta Alexander jugando con su coca-cola—, pensé que hacía años había matado finalmente tus esperanzas de encontrar Narnia, niña—suelta en tono burlón.

—Estaba buscandote—me inclino sobre la mesa para picarlo—, no me había enterado de que habías salido ya.

La sonrisa de Alexander parece querer llegar hasta sus orejas. Sus ojos se estrechan levemente.

—¿Eso que escucho es sarcásmo?, ¿acaso también dan clases de éso acá?—increpa dejando la botella sobre la mesa, y entrelazando sus dedos.

Sonrío dispuesta a refutar algo sobre haber adquirido un poco al estar muy cerca de Alex pero precisamente ella llega a interrumpirme. Con sus hábiles manos arrebata la botella de Alexander, ganándose una mala mirada del castaño.

—¿Qué?

—Esa Coca-cola era mía, carajita mal educada—gruñe Alexander con tono duro y me sorprendo hallando tanta hostilidad en su voz, cosa que no es nada común en Alexander a la hora del trato con las féminas.

—Disculpa, ¿Cara... qué?—pregunta Alex totalmente confundida.

—Bueno pues. Nos salió sifrina chimba la muchachita...—-se queja Alexander en español de una manera tan criolla que no puedo evitar dejar escapar una risa. Alex arquea las cejas en mi dirección y de inmediato me pongo seria y enderezo la espalda.

—Alexander...—reprendo a mi mejor amigo—, es de mala educación hablar en otros idiomas frente a gente ignorante.

Brizna, sentada a mi lado ahoga una risa.

Alexander suspira—. Bueno chica—se dirije a Alex quién parece realmente ofendída—, yo no sé como los educan a ustedes los gringos, pero allá en mi pueblo lo ajeno se respeta—dice extendiendo su brazo para alcanzar la botella.

Alex reacciona a tiempo y la aleja de la mesa, fulminando a mi amigo quien deja caer la mano, derrotado y mira a la pelinegra sin un poco de gracia.

—Ésta botella, ser de poca capacidad cognitiva, tiene mi nombre escrito en ella—señala Alex la etiqueta donde, efectivamente, dice su nombre. Pero realmente su argumento no tiene validez, ya que Alexander la eligió porque también tiene parte de su nombre—, por lo tanto me pertenece.

Alexander estrecha sus ojos y sus labios delgados se estiran hacia arriba, creando una expresión burlóna. De inmediato sé que va a salir con una de las suyas.

—Quédatela—suelta de pronto echandose hacia atrás en su silla—, si tanto deseabas probar mi saliba sólo debías pedirlo.

¡Lo sabía!, Alexander jamás puede quedarse tranquilo.

Alex hace una mueca de asco y aparta la coca-cola con repentina repulsión. Brizna sigue partiendose de risa en su lugar, al parecer Alexander ya se ha ganado su simpatía.

—Eres como un híbrido entre Kaidan Jaxx y Gaél Hudson—se queja Alex para luego fingir arcadas.

—¿Keiden Qué y quién más?—pregunta Alexander sin entender el símil. Brizna, que se retuerce de risa, interviene.

—Dos tipos horribles que tienen el ego en las nubes—explica la Brasileña sexy.

—Y que nada tienen que ver contigo, gordito hemosho—le hago ñengos imitando el gesto que tanto odia él de su mamá.

—Duende diabólico, detente—pide él alejando mis manos de sus cachetes.

Brizna suspira, la miro de reojo y lo noto finalmente. ¡Está mirando a Alexander!, lo mira con esa cosa brillosa en los ojos. ¡Ay, no!.

Serenata Diurna | #YosoyBerkleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora