4: "El Azar"

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Brizna se encontraba frente a mí, sus brazos cruzados sobre su pecho y los ojos entrecerrados.

—¿Me hablas en serio, o es una especie de bromita de mal gusto?—me cuestionó.

¡No puede ser!, me llevé las manos a la cara y me froté los ojos llenos de tierra.

Soltando un gemido de frustración me dejé caer de espaldas en la cama, y luego me arrepentí y me levanté de nuevo gimiendo cuando las ramitas enredaderas en mi cabello se clavaron en mi cráneo.

—No le creas nada—soltó Alex con malicia mientras se limaba las uñas, sentada en la cama contraria a la mía—. Seguro no nos quiere contar como se la comieron salvajemente entre los arbustos anoche...—la miré sorprendída—. “Oh, sí Tarzán”, “Sí, así es”—gimió en un grotesco intento de imitar mi voz.

—¡Alex!—la regañó Brizna dándole una mala mirada.

Alex resopló—. Sólo estoy jugando—aclaró con fastidio en la voz—Mejor cállense y vamos a que te arregles—me miró—. O llegarás tarde y no te va a gustar hacerlo...

No tenía ánimos de ir, no tenía ánimos de hacer nada. Quería encerrarme en el armario y parecer una mala imitación de “El grito” de Ed Munch y no salir hasta recordar que había pasado esa noche. Estaba muy preocupada, digo, ¡Ni siquiera tenía idea de lo que estuve haciendo!, pude haber participado en un asesinato, en el robo de un banco, en la grabación de un vídeo porno... ¿Tenía razones para estar preocupada e histérica?. Según Alex la respuesta era simple: claro que no.

Mientras Brizna sacaba la basura enredada en mi cabello, Alex se ofreció a elegir alguno de los conjuntos que habían comprado para mi, y yo, sintiendome como la mierda, conté lo que había pasado.

A los doce años empecé con ello, no recuerdo muy bien la primera vez que me habia sucedido, era muy pequeña entonces.
Solo se qué me acosté temprano aquella noche para despertar la mañana siguiente en el porche del vecino.

Mis padres me llevaron al psicólogo y luego de varias citas el transtorno fue menguando hasta que no pasó más... no hasta unos meses atrás...

Por eso cuando desperté echada en suelo del elevador, con los músculos doliendome como el infierno, supe de inmediato lo que había pasado.

Andrés solía referirse a mí "yo" dormida como Zomlie porque según el idiota yo me convertía en otra en ese estado. En fin, “Zomlie” había vuelto, y en que inoportuno momento...

Pero en realidad lo que me había asustado realmente no había sido eso, no. Lo que realmente me asustó como la mierda fue encontrarme a Lú parada junto a mí, mirandome con aquellos ojos azules suyos llenos de diversión. Al verme confundida y con cara de idiota se ofreció ayudarme.—Sí, así como lo leen, Lú me habló—
y yo seguía sin poder creermela. Salimos del elevador , yo estaba tan confundida que solo trataba recordar algo de lo que había pasado aquella noche.

Cuándo llegamos a la puerta del dormitorio ella se detuvo frente a mí y retirando una ramita de mi cabello soltó: “Elige música”. Sonrió y se alejó hasta desaparecer al final del pasillo.

—Tu cuento sobre abducción alienígena está muy bueno, Cely. Pero realmente necesito mear. ¿Les falta mucho?—vociferó Alex detrás de la puerta del baño.

—Pero pasa y orina. No entiendo cual es la vergüenza...—le respondí para luego soltar un quejido cuando Brizna haló de mis cabellos mientras retiraba una rama.

—Anda a hacer del cuerpo en el baño del pasillo, Alex—me contradijo Brizna, quien de pronto se había puesto algo seria.

Se escuchó un suave golpe a la puerta—. Maldición, está bien.—gruñó Alex.

Serenata Diurna | #YosoyBerkleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora