—Me pare de la banca donde había estado sentado la última media hora. Basta. Basta de pensar que hubiera pasado. El “hubiera” no existe, no ahora. El era feliz, por lo que había leído recientemente. Habían pasado diecisiete días después de que nos vimos. ¿Por qué no ser feliz yo también?
Las clases empezarían pasado mañana. Había desaprovechado todo el tiempo que estuvimos aquí para conocer el resto del campus o hacer más amigos. No había hablado mucho con Destiny, lo que me hacía sentir mal. Ella era mi mejor amiga. Tomé mi teléfono y marqué un número rápidamente.
—¿Den? ¿Qué pasa?—preguntó con voz algo seca.
—¿Dónde estás?—pregunté.
—Con las demás chicas… déjalo, ya te vi, voltéate—colgué el teléfono y me giré. La vi acercarse con tres chicas más. Dos de ellas eran Elena y Lianne, la cuales habían venido del instituto de Los Ángeles con nosotras y Rachel. La otra chica no la conocía.
—Lo siento—dije cuando ella estaba cerca de mí.
—Denme un segundo—dijo Destiny girándose hacia ellas. Luego se acercó más a mí.
—Dime que has vuelto a ser la misma de antes—dijo ella mirándome triste.
—Sí—asentí, abrazándola. Ella me regresó el abrazo fuertemente. Nos reímos por nada y luego nos abrazamos de nuevo.
—Mira, ella es Cheryl—dijo mi hermana presentándome a la chica desconocida. Tenía el cabello castaño claro, y unos grandes ojos verdes. Era alta y delgada.—. Cheryl, ella es mi hermanita Denisse…
—Hey, yo soy más grande que tú—dije mirándola con mala cara en broma.
—Solo por tres minutos—ella rodó lo ojos.
—Chico guapo en el radar…—murmuró Elena.
Miramos discretamente al chico del que hablaba nuestra rubia amiga. Era un chico apuesto de cabellos negros, peinados descuidadamente hacia arriba, tenía unos ojos grises hermosos, nariz fina y labios medianos. Su espalda era ancha y sus brazos marcados, que se notaba gracias a la playera que llevaba. Nuestras miradas se encontraron por breves segundo. El sonrió de lado, para luego seguir su camino.
—Por Dios, te estaba mirando Den. Qué envidia te tengo—dijo chillando y dando brinquitos como niña pequeña.
Puse los ojos en blanco y sonreí. No podía evitar comenzar a hacer comparaciones en mi cabeza. Pero aquello tenía que cambiar.
—Háblale—dijo Lianne.
—¿Cómo estoy?—pregunté dándoles la cara.
Vestía unos shorts de jean, una blusa sin mangas de color rosa pálido en la parte de adelante y en la espalda era de color naranja. Encima tenía un cárdigan crema, al igual que mis zapatillas ballerinas. Mi cabello estaba suelto.
—Perfecta, ahora ve—dijo Destiny empujándome—. Nosotras iremos a comprar un helado, quiero detalles. Vámonos chicas—ella caminaron en dirección opuesta.
He de mencionar que aquella era una academia de arte excesivamente inmensa. Incluía los complejos habitaciones. Estos eran dos edificios, el del dormitorio de chicos y el de chicas. Estaban también las distintas áreas. La de danza, la de canto, la de teatro, y la de pintura junto a otras artes, como escultura. Al ser una de la más costosas tenía uno que otro restaurante, piscina, y un cine, no tan grande, pero aceptable. Era un sueño asistir a esta academia, pero también podía ser una pesadilla. Había que soportar la presión y las múltiples responsabilidades.
Comencé a caminar, sintiendo la brisa hacer volar mi cabellos, el cual había cortado recientemente en capas. Lo divisé a unos metros más, sentado en una banca de uno de los tantos y hermosos jardines, debajo de un gran árbol. Me daba la espalda. Me acerqué sigilosamente, hasta quedar detrás de él. El tenía un cuaderno y trazaba rápidamente, haciendo el boceto de una rosa. Así que él pintaba.