Las voces me odian.

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No vales nada, eres una puta.
Suicida te, él no te quiere se irá con Charlotte.
¿En serio piensas que vas a ser feliz? tss, patética.
Tus padres no tuvieron que haberte traído a este mundo. No te quiere nadie, ni si quiera te quieres a ti misma. Muerete, puta.

-AAAAAH!!!-me despierto entre sollozos.
-¿Qué, qué te pasa? ¿Estás bien?-Sus ojos se vuelven rojos en síntoma de alerta.
-Me odian Eyden, ¿Por qué a mí?, no joder, no...
-¿Cómo? Lena, ¿Quién te puede odiar?-Se le vuelven los ojos azules verdosos como de costumbre y ese brillo en los ojos que los hacía únicos e inigualables.

-Las voces... Ellas, son las que me odian, ellas, son las que me hablan en sueños, ellas, son las que me quitan las ganas de vivir, ellas, son las que me prohíben estar contigo.

-¿Cómo que las voces? No... No lo entiendo. Dejame...-pone una mano en la cama como de apoyo y me con la otra la coloca en mi mejilla rosada, a la vez que me huele por el cuello y noto su respiración agitada.

-¿Qué? ¿Qué haces, Eyden?-Sollozo y empiezo a notar calor en mi cuello.
Chillo, Eyden me muerde.

Noto como líquido rojo chorrea por mi cuello, noto como Eyden saca sus colmillos y cura mi herida, a continuación observo los labios rosados de Eyden con pequeñas gotas de sangre, de mi sangre, se van acercando a los míos. Los roza junto a los míos y susurra.

Tranquila.

Eso me tranquiliza pero a la vez me inquieta, un demonio ha bebido de mi sangre, el demonio al que amo...
Eyden... ¿Se podrá controlar? ¿o es como la mítica historia de los vampiros?

-Lena, tu aroma vuelve loco a todos los demonios del inframundo.

-Te amo, Eyden.

-Yo también a ti, nunca pensé que podría ser capaz de amar, lena-Susurra y me besa.
Caemos en un trance de placer, no ese tipo de placer, si no el placer del beso. Hay que sentirlo, nunca pasar antes a la acción, de hecho a Eyden lo tenía muy reservado, ya que no hemos copulado nunca, él estaba ansioso por poseerme y hacerme suya.
Pero, aunque suene patético, me da miedo, al fin y al cabo las voces tendrán razón. ¿Cómo puede una mujer complacer a un demonio sexualmente? Me da miedo...
Pero por otro lado... Eyden, él siempre me proteje, tengo plena confianza en él y no creo que me haga daño. Igualmente, seguiré teniendo miedo a mantener relaciones con un ser del inframundo.

...
Como no, intrigada por eso de "las relaciones" me dispuse a coger mi portátil, y busqué información.

Guillemette Babin fue acusada y condenada por brujería.

-Al recibir la llamada de mi Señor y Dueño, la piel me comenzó a arder. Se volvió más blanca que la leche. Él me había hablado anunciando que me esperaba, y me dirigió éstas palabras:

Mendiga ayer, hoy reinarás. Juguete de los hombres, serás la amada de Satán.
Nadie como tú conocerá el placer y gemirás con espanto al amar,
recibiendo en vuestra alma el poder de destruir.

Inmediatamente, me arranqué las ropas hasta quedar totalmente desnuda. Tomé el bálsamo que mi Señor me había otorgado y unté mi cuerpo con él.

Después cerré mis ojos y me dispuse a esperar la caricia de un rayo de luna.

Paré y me fui a la cocina a por una barrita energética y después me dispuse a seguir leyendo.

- Apenas respondí afirmativamente, ante mis ojos se apareció el propio Satanás.

Sus ojos brillaban como tizones, y el vello que lo cubría era negro como la noche. Su aliento era ardiente y abrasó mi boca cuando me besó. Luego mis labios se cerraron y de mi garganta brotó un grito terrible.

Mi Señor me estaba poseyendo.

Sentí cómo las escamas de su sexo eran suaves y a la vez lacerantes. No grité de dolor, sino por el supremo placer que me atravesaba. Mi cuerpo se hundió en la dicha. Primero fue un estremecimiento de frío, luego de calor. Ya era suya.

Mi Amo había tomado violenta posesión de mí. Ya le pertenecía por completo. Me había penetrado bruscamente, produciendo el dolor de mil desgarramientos internos, pero a la vez me llenaba colmando todos mis vacíos, no dejando lugar más que para su presencia.

Aulló, se retorció, lanzó profundis alaridos; y yo lo imité en un eco.

Todos mis deseos se sumergieron en aquel éxtasis de goce y horror.

Cuando él me dejó, la calma volvió a mí poco a poco. Estaba extenuada y me sentía herida, pero a la vez orgullosa de haber sido el altar de mi Señor.

Paré de leer y mis ojos se concentraron en aquél párrafo.
-Mi Amo había tomado violenta posesión de mí. Ya le pertenecía por completo. Me había penetrado bruscamente, produciendo el dolor de mil desgarramientos internos, pero a la vez me llenaba colmando todos mis vacíos, no dejando lugar más que para su presencia.

Entonces... ¿A esto se referirá Eyden con lo de que me quiere hacer suya?

No lo entendí, pero no le di más vueltas.

-¿Qué lees princesa Lena?-Oigo la voz de Eyden y en un movimiento rápido me dispongo a cerrar el ordenador y a darme la vuelta.

-¿Qué me ocultas?-Preguntó intrigado.
-No, Eyden, ¿Qué me ocultas tú?-Pregunté indignada.
-¿Qué quieres saber, Lena?-Se dirigió hacia a mí.
-Nada.-Me enfadé.
No me gustaba mucho que se lo tomara todo a risa, en tono burlón o chulo.

Me fui a mi armario, cogí unos jeans azules y un top blanco ajustado, cogí también ropa interior, como no me iba ha duchar.

Me empecé a desnudar, normal, no me iba a duchar con ropa, estaba en bragas cuando notaba como que me observaban por detrás.

Me giré cubriendo mis senos y allí estaba él, Eyden.
Estaba sin camiseta, solo con pantalones, tenía los ojos como ahumados y parecía no estar consciente de lo que hacía. Me iba hacia atrás a la medida que él se iba acercando hacia mí. Hasta llegar a un momento en el que estaba con la espalda contra la pared y no podía hacer nada, Eyden me bloqueaba la salida.

-Algún día, hermosa Lena, algún día te haré mía. No tengas miedo, no te va ha doler. Pero la próxima vez que tengas dudas, acude a mí personalmente y yo, te daré respuestas.-Me besó y yo me dejé caer al suelo quedando de rodillas. Eyden desapareció sin dar ninguna explicación. ¿Cómo podría saber que yo estaba pensando eso? ¿Cómo podía manipular mis pensamientos? Es él el que me da ese sentimiento de miedo, inquietud, nervios, pero a la vez hace que esté locamente perdida por sus huesos. Eyden Baker, muero por ti.

Nunca pensé que podría enamorarme de un demonio.

Destinada a estar con un demonio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora