AUNQUE PASE EL TIEMPO. (MALUMA) [Terminada]

34♥ COMO EL PRIMER DÍA.

Maratón (2/3)
Narra Valeria:
La policía logró separarlos. ¡Por fin!
Sentaron a Esteban en una silla suficientemente lejos de Juan y a ambos les pusieron esposas.
El rostro de ambos reflejaba el odio que se sentían.

Me senté al lado de Juan, pero no fui capaz de decirle algo. Él sólo me miro un poco triste.

Uno de los policías reconoció a Juan y dijo:
-Vaya...pero miren a quien tenemos aquí. A nada más y nada menos que a Maluma.
-Así es. -Contestó Juan.
-¿Que haremos con ellos? -Preguntó el otro policía.
-No lo sé...podríamos encerrarlos por unas horas. A ver si aprenden una lección.
-No parce, mi vuelo sale en...-Miró su reloj o bueno lo que quedaba de él porque parecía estar un poco quebrado- 5 minutos y no lo puedo perder. Tengo un concierto muy importante en Argentina.
-Pues mira "Parce" -Dijo haciendo comillas con sus dedos- Eso lo hubieras pensado antes de haberte puesto a pelear de esa manera. -Contestó el policía.
-Él me provocó. -Dijo Juan.
-Idiota...usted empezó todo. -Dijo Esteban.
-¿Y porqué fue que pelearon?-Preguntó el policía.
-Por ella. -Dijo Esteban señalándome.
-¿Ah si? Pues yo también pelearía por una mujer tan hermosa. -Dijo el otro policía mirándome.

Juan le frunció el ceño.

Luego Parra se acercó a los policías y les pidió que le dieran unos minutos para hablar.
Aristi se acercó y dijo:
-Parce ya perdimos el vuelo.
-Si Papi. -Dijo Juan.

Al rato, los dos policías y Parra llegaron. Los policías se acercaron a Esteban le dijeron unas cuantas cosas y le quitaron las esposas, mientras que Parra se acercó y le dijo a Juan:
-Hablé con los policías y te dejaran ir pero tienes que prometer que esto no volverá a suceder Juan Luis...¿Lo harás?
-Si. -Contestó Juan algo cabizbajo.
-¿Y entonces? ¿Que decidieron? -Preguntó uno de los policías.
-Habla Juan. -Dijo Parra.
-Prometo que no volverá a suceder. -Dijo Juan.
-Está bien, eso es suficiente. -Dijo uno de ellos y le quitaron las esposas a Juan.
-Muchas gracias. -Dijo Parra apretando la mano de ambos Policías. Juan y Santiago hicieron lo mismo. Y luego los policías se fueron.

No me había dado cuenta pero Esteban ya no estaba.
Mejor, así no habrían más problemas.

-Ruega porque los medios no se enteren de este escándalo...Pues no respondo por lo que pase con tu  carrera si se llegan a enterar. -Dijo Parra demasiado serio.
-Bueno. -Respondió Juan.
-Hablé con los policías y me dieron este papel para que hablara con quien nos vendió los tiquetes para que nos los cambie por unos para más tarde. -Dijo Parra.
-Me parece bien. -Contestó Santiago.
-Ya vengo. -Dijo Parra.

Los dos minutos después de eso fueron terribles. Pensaba y pensaba en que decirle a Juan hasta que lo único que se me ocurrió fue...
-¿Te duele mucho?
-Un poco. -Respondió mirándome con esos hermosos ojos que tanto me gustan.
-Si quieres puedo ayudarte a curar.
-¿Como? -Preguntó.
-Tengo un botiquín de primeros auxilios en una de mis maletas.
Juan se rió. Y luego preguntó:
-¿En serio cargas eso?
-Si, nunca se sabe que pueda pasar.
-Bueno...que te parece si vamos al baño.
-¿A cual?
-Al de hombres...hay pocas personas por aquí no creo que alguien entré.
-Está bien.

Busqué en mi maleta el botiquín y luego fuimos al baño.
Él se sentó en el mesón del lavamanos y yo me puse en frente.
Miré cada detalle de su rostro...Tenía varias heridas y algo ensangrentado.
Su labio inferior estaba muy roto, tenía una herida cerca a su ojo izquierdo, en el pómulo derecho tenía un rasguño bastante largo. Parecía que se había roto la nariz porque estaba soltando sangre, eso que él ya se había puesto un pedazo de papel para estancar un poco.

No pude evitarlo y varias lágrimas comenzaron a "navegar" por mi rostro.
Verlo así me partía el corazón en mil pedazos y más sabiendo que yo había sido la causante de todo eso.

Luego observe sus ojos...esos bellos ojos color miel que desde un principio me habían enamorado.
Esos mismos que en aquel momento me miraban con tanto amor, pero también con tanta tristeza.
Esos que ahora me miraban fijamente a los ojos y que aún causaban el mismo efecto en mí...Aún me derretían, tal y como el primer día.