Capítulo 26

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No entendía nada, lo que sí sabía era que mi bella mariposa estaba esperando un hijo nuestro y eso me ponía feliz. En el cuarto, acaricié el vientre de mi mujer, lo tenía plano, sin embargo, ansiaba el día que estuviera abultado con nuestro bebé a punto de nacer. ¡Quedaba tanto para eso!

―Mañana es el cumpleaños de Elena ―comentó mi mariposa con voz apenas audible.

―¿¡Mañana?! ―pregunté sorprendido―. Debemos comprarle un regalo e ir a verla.

Ella sonrió entonces abiertamente y acarició mis brazos.

―Gracias.

―No me las des, por lo que sea, no me des las gracias, que no te estoy haciendo ningún favor, estoy contigo porque te amo y haga lo que haga por ti, lo hago porque quiero.

Se acercó y me besó.

―Te amo ―dijo con voz enamorada.

―Y yo a ti, mi bella mariposa.

Aquella noche hicimos el amor, sabiendo que dentro de ella estaba el fruto de nuestro amor y nos dormimos abrazados, unidos, casi como uno solo.

Al despertar, ella no estaba a mi lado. No me asusté, sabía que allí nada malo le pasaría. Y no me equivoqué. Bajé, y mi novia estaba con mi mamá en la cocina.

―¿Están tomando desayuno sin mí? ―reproché feliz de que ambas se llevaran bien.

―No, te estábamos esperando, nos tomábamos una taza de té ―respondió Miranda.

Me senté a su lado y le di un beso, su beso fue tan suave como el aleteo de una mariposa, le di un beso en la mejilla a mi mamá y me senté. La chica que ayudaba a mi mamá en la cocina sirvió el desayuno. Creí que Miranda reclamaría como la mayoría de las embarazadas que no le gustaba la leche o que se sentía mareada, sin embargo, no fue así, al contrario, se comió todo con muchas ganas.

―Nosotros vamos a salir ahora ―le avisé a mi mamá―, Elena está de cumpleaños.

―¿De verdad? ―preguntó sorprendida―. ¿Cuántos cumple?

―Cinco ―respondió Miranda.

―¿Podrán traerla algún día? Me gustaría conocerla.

―No sé, no tengo idea de cómo funcionan estos casos ―contesté―, pero hablaré con Vicente para ver si podemos traerla algún día.

―Ojalá puedan traerla.

―Lo intentaremos ―aseguré.

―¿Cómo es? ―consultó interesada.

―Es delgadita, bajita, con el pelo algo ondulado, cortado en una melena ―explicó mi novia―, tiene uno ojos azules preciosos, parece menor de lo que es, no aparenta más de cuatro.

―El mal cuidado ―replicó mi madre.

―Sí, no la trataban bien, ella no quiere volver con su familia, con su mamá.

―Me imagino, ahora conoce otro mundo y...

El teléfono interrumpió a mi mamá, yo fui a contestar.

―Hola, soy Macarena, lo que pasa es que no sé si saben que hoy es el cumpleaños de Elena y le vamos a hacer una once, si quieren pueden ir, sabes los resguardos, pero puede ir tu familia si quiere ―habló rápido, como si estuviera corriendo.

―Claro, gracias, pensábamos ir de todos modos, ¿ustedes tienen todo listo?

―Ahora vamos a comprar las cosas, la verdad es que estamos un poco atrasados.

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