Empezaste con un 'cuéntame, qué hace una chica tan bonita sin novio'. Y terminé enamorada de ti y teniéndote a ti como novio.
La historia debería de haber acabado con un 'cuéntame, qué hace una chica tan bonita enamorada de un cabrón como yo'.
Ese fue el problema...
Me robaste el corazón y me lo devolviste destripado.
Y aún así todos los pedacitos que habías echo de él te seguían amando.
Qué graciosa la vida, ¿no?
Veintiuna noches estuve sin dormir.
Así como nuestra fecha.
Lloraba tu pérdida.
Sólo quería una llamada tuya, que me dijeras que todo está bien, que nosotros estábamos bien.
Nunca llegó aquella llamada.
Mis días se hicieron grises y fríos. Siempre me parecía invierno.
El café me lo tomaba frío. Las manos las tenía heladas.
Hasta el hielo me parecía ardiente.
Fumaba, bebía y dormía. Más o menos en ese orden.
Yo ya no tenía vida. Te la había regalado y te la habías llevado.
Qué mal había echo en confiar en que volverías siempre a mi.
Todo acaba. Nada es para siempre.
O eso me enseñó el tiempo.
Soñaba con nuestras manos enlazándose en un día de tormenta por debajo de las sábanas.
Recordaba cada uno de tus lunares.
Claro. Te los había contado cientos de veces.
Añoraba sentir tu cuerpo contra el mío y me lo imaginaba.
Tanto que incluso lo sentía.
Pero abría los ojos y no estabas.
Abría los ojos y te esfumabas.
Parecía que nunca hubieras estado allí.
Parecía que no hubieras existido.
Pero fue real... ¿verdad?
Al menos yo lo sentí real.
Y si no lo fue, deja que lo recuerde como si lo hubiera sido.
Qué agonía no tenerte.
Me ahogo en tu recuerdo.
Amor, vuelve.