Capitulo 4

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La habitación que le habían proporcionado sus primos era.... Elegante y sumamente pequeña. O no era al menos lo que Priscilla estaba acostumbrada. Su mobiliario se componía de una cama, un ropero de caoba, una mesilla de brocado y una silla de respaldo alto.

Extrañamente, después de cinco días en Londres, aún no sentía la paz que esperaba al estar en el seno familiar. Aún tenía todos esos desagradables sentimientos que aún en su mansión de París, la abordaban cada día.

Suspiró. Aún así estaba contenta de ver a su familia. Alinne aún actuaba como una niña cuando se emocionaba. Y Priscilla estaba realmente contenta por ella. Los Trenton habían formado una hermosa familia. Tenían dos preciosos hijos; una niña hermosa de tres años, Emily, y un precioso niño de nueve meses, Gabriel.

Y aúnque ya amaba profundamente a sus sobrinos, Priscilla no pudo evitar pensar en su bebé no nato que tendría hoy la misma edad que Emily.

Suspiró de nuevo y mejor dejó su lectura en la mesa. Tenía que prepararse para ir al teatro, invitación tan generosa del duque de Pembrooke, el cual tenía razón ; si pensaba establecerse en Londres, tenía que ir conociendo a la sociedad.

Y por eso él los había invitado a su palco. De nuevo Priscilla se detuvo a pensar en esos maravilloso ojos del duque y de la manera en que estos le miraban, sin duda a él le parecía atractiva. Y sin duda él era guapo y encantador y nadie podía culpar a todas esas chiquillas debutantes que lo acosaban. Sus ojos eran lo que más atractivo le parecía a Priscilla, luego su varonil mandíbula cuadrada, sus labios, y la manera en que todo era enmarcado por su cabello negro, aunque también era demasiado arrogante a veces.... Como Jaques.

No. Ella debía olvidarlo.

-¿Ya ha pensado en su vestido para esta noche, madame? - dijo Marie sacándola de esa nube tormentosa de pensamientos; su doncella francesa entraba en la habitación con las medias y enaguas recién planchadas de la condesa.- Yo le aconsejaría el vestido esmeralda o el rojo.

Marie sacó ambos vestidos del ropero, esperando la aprobación de su señora.

Priscilla negó.
-saca el vestido azul y dorado.-dijo, recordando que era su mejor vestido, una pieza escotada de seda azul oscuro, casi negro, con brocado de tafetán bañado en oro y encaje español. Entallado hasta la cintura y con una falda amplia. Un vestido digno de una reina pues era un regalo de la mismísima reina de Francia, prima segunda de su difunto esposo.
Sí Priscilla pensaba en impresionar a la sociedad inglesa, debería usar esa noche lo mejor que tenía.

Marie la ayudó a vestirse con la ropa interior, el corsé lo más apretado que pudo y las enaguas, para luego ayudarle con el caro vestido y los zapatos de seda dorada.

Un peinado rizado y semisuelto, y joyería exquisita de oro, diamantes y zafiros completarón su atuendo.
Si, estaba arrebatadora y no estaría satisfecha hasta que cada uno de los asistentes esa noche a la función se preguntarán quien era ella.

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-Permitame decirle de nuevo lo bella que se ve usted esta noche Madame. - le dijo, de nuevo, el duque de Pembrooke mientras la escoltaba hacia su palco privado. Atras de ellos los acompañaban los Trenton.

-muchas gracias milord.-dijo ella algo ausente sin mirarlo.

-Lord Pembrooke, que gusto verlo esta noche.-les dijo una dama de edad avanzada, y algo pasada de peso, debería decir. A Priscilla inmediatamente le recordo a Madame Francinne, una de sus vecinas de París.

Amor Y Secretos (Saga Amour #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora