Capitulo 6

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Priscilla

El sentir que provocaba mi querido duque no se comparaba a nada que hubiera conocido antes. Era el "je ne sais pas"  que me indicaba que hasta ese momento no sabía nada del amor.
Entre sus brazos me sentí segura y en sus ojos perdida. Esto no debía ser cierto.
Yo, tal vez la peor de entre las mujeres, no merecía encontrar a un hombre que me mirara con tal devoción y que inspirara tal sentimiento.
No, Alexander merecía a alguien mejor.

-No insistas.- le dije soltandome de su abrazo.

Pembrooke me miró con decisión y tal vez algo de tristeza. Tal vez era la primera mujer que le rechaza.

-Madame permitame recordarle que hay cientos de mujeres en esta ciudad que morirían por estar en vuestros zapatos...-dijo él. Y eso mismo me confirmó. Yo era la primera en rechazarle.

-Pues entonces tiene cientos de opciones mejores para esposa.-le dije desafiente, con la esperanza de que fuera un hombre listo y dejará el tema por la paz.

-conseguiré que seas mi esposa.- me advirtió.

-lamento recordarle que no puede obligarme, ni usted ni nadie.-le recordé.

-tal vez si hablará con Trenton...

-¡Imposible! George Trenton no tiene jurisdicción sobre mi persona. Al contrario. - le dije intentando hacerle ver que él no podría hacer nada para conseguir mi mano en matrimonio.

Alexander obviamente desesperado me miró durante lo que me parecieron minutos, infinitos minutos.

-No sé cómo conseguiré tu mano. Pero te aseguro que al final, la que suplique por mi serás tú.-y con eso pasó a retirarse dejandome totalmente aturdida. Obviamente me equivoqué al juzgarlo. Alexander  se había ido furioso, dolido y decidido. Una mala combinación para un hombre poderoso.

Pero todo esto era lo mejor para él. Mi querido duque merecía tener como esposa a una damicela pura, sin mancha que pudiera causarle un escándalo.

Una mujer inmaculada de alma que lo amase con la inocencia de una colegiala. Algo que yo no podía ser.

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-... Entonces la Marquesa viuda de Stanley le ha propinado tremenda cachetada a la pobre de Mary Anne.... - la charla de Lady Kingston sin duda interesaba a todas las asistentes. Menos a mi.

La reunión de té de Lady Albertina era el hervidero de chismes de todo Londres en donde, pobre de la dama que llegara a ser la comidilla de este selecto grupo de damas.

- Era lo más lógico, todo mundo creíamos que Lord Bane pediría en matrimonio a Lady Stanley, no a esa desabrida de Mary Anne Collins. - comentó una dama. Lady Nint creo.

-pero tambien era lo más lógico que Lord Bane escogiera a una debutante por esposa y no a una viuda, como Lady Stanley.-comentó Lady Woods y al hacerlo me miró. Al parecer la dama disfrutaba de una polularidad entre los cabelleros, la cuál según sabía, yo se la estaba robando.

-¡Ya sé! Mis queridas damas ¡Juguemos al Cupido!... - propuso Lady Albertina intentando que esa indirecta no me afectara.-...  Busquemosle pareja a uno de los solteros más codiciados.

Las damas emocionadas por el juego comenzaron a proponer nombres. Todos Lores ricos y solteros que serían las presas de estas notables señoras. Hasta que uno capto la atención general, y como no, una sonrisa burlona de mi prima.

-¡Lord Pembrooke!-exclamó Lady Woods con una sonrisa petulante en el rostro lleno de pecas que se cargaba.

Varias damas suspiraron. Y no pude evitar rodar los ojos mentalmente. Él no era tan encantador. Si bien era atractivo con ese cabello negro y esos pequeños hoyuelos que se le formaban en las comisuras de sus labios cuando sonreía, y esos ojos como cielo....
No... No.

-Pues a mi me gusta para yerno. - comentó Lady Lane cuya hija Elizabeth había debutado esa temporada.

-pero lamento recordaros querida, que Lord Pembrooke necesita una dote tan exagerada que vuestra familia no podría darsela a Elizabeth.- replicó Lady Albertina.- ¿O qué harían después con Jane y Helen?

-¿A caso, el duque tiene problemas financieros? - me escuché decir.

Alinne río disimuladamente.

-En efecto Madame Du Pronte.... - me respondió Lady Nint. -... Su excelencia necesita una mujer muy rica, una heredera tal vez, para restablecerse económicamente.

-El duque tuvo unos tantos problemas de apuestas... - concluyó Lady Albertina.

Entonces todo tuvo sentido. Alexander era un ser vicioso del juego que ahora necesitaba la dote de una rica e inocente incauta, para salir de sus problemas y causar unos nuevos. En ese momento comprendí su necesidad de casarse conmigo. Yo iba a ser su rica incauta.
Él no me amaba.
Él no era el hombre encantador y noble que yo no merecía.
Alexander en el fondo tal vez era tan vil como yo misma.
Sin embargo, yo no era estupida. Jamás dejaría que ese se hiciera de la fortuna que mi padre se encargó que fuera mía, de la que mi difunto esposo Louis, que Dios lo tuviera en su gloria, cosechó durante toda su vida.
Aunque aprovechando que ya era una mala mujer, tal vez podría darle al duque una lección. Y ¿por qué no disfrutararle mientras lo hacía? Eso sería un golpe bajo a su ego, y yo ya estaba deseosa de brindarselo.

-Ustedes harían una bella pareja, sin duda. - me dijo Lady Kingston regresandome al presente.- Usted Madame es lo que nuestro querido duque necesita en su vida.

-sí, una bella y rica viuda.- el sarcasmo de Lady Woods era como veneno.

-En efecto yo sería perfecta... - dije sonriendo.-... Lamentablemente como yo ya me casé por compromiso, heredé, y ahora que soy libre de mi misma, aspiro a casarme por amor, pero como lamentablemente no creo en el amor...

-¿Usted no intentaría nada con Lord Pembrooke? ¡Con lo guapo y encantador que es!- me dijo atónita Lady Nint.

-Bueno una dama no debe de andar de buscona con los caballeros. Eso es de mal gusto.- dijo Alinne viendo a Lady Woods. Me sorprendió eso de mi prima, que me desfendiera a capa y espada ante esta mujer de estilizado cabello y poca moral a pesar de estar casada.

-Supongo que sí en realidad soy la correcta para el duque de Pembrooke... - fingí dudarlo un momento.-... Él mismo será el que me busque.

Amor Y Secretos (Saga Amour #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora