Capitulo 12

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Londres, Inglaterra.

Pobre Lady Ana Kensingthon ¡tener que cuidar a tantos niños! ¡séis, nada menos! Y lo peor, tener que corretearlos por los jardines en lugar de fungir como la anfitriona que debe ser.

La cháchara de Lady Nint era como siempre, de lo más aburrida. Ahora estaba hablandonos a Lady Kingston, Lady Lane y a mi, un chisme de Dover, en donde encontraron a una señorita que se había escapado con su novio pobre.
¡Qué ilusa!
Margaret Donovan tenía un futuro prometedor con su prometido, el viejo Lord Cluny, el cual pronto moriría sin duda. Ella podría heredar, pero no, prefirió seguir esas tonterías de sueño de amor que lee tanto en esas tontas novelas. Prefirió ser pobre.

Tal vez sería un buen momento para cortar ese chisme tan absurdo y aburrido. Ya me moría por contar lo que había visto en el muelle.

Y ahora se acercaba el guapo duque de Pembrooke, sin duda le gustaría escuchar lo que tengo que decir.

-Queridas, lamento interrumpirte mi estimada Lady Nint, pero debo deciros algo que me atormenta desde hace días.

Y con eso desperté la curiosidad de todas, y la del duque, que se frenó a unos pasos de nosotras.

-¿todo está bien querida? - me preguntó Lady Kingston.

Fingí suspirar.

-No sé si deba decirle a Lord Pembrooke. Aunque no me parece justo lo que esa le está haciendo. - dije.

-Lady Woods ¿Os referís a Madame Du Pronte? - preguntó Lady Lane.

-Así es... Yo...

-¿Qué es lo que debe decirme milady? - preguntó Alexander interrumpiendome.

Las dos damas se dispersaron con una mirada de que después debería decirles lo que yo hablara con el duque. Sin duda, con esto, pronto la fabulosa Madame Du Pronte acabaría en el lodo.

Sin embargo sonreí. -Querido Alexander, no deberías de ser tan formal conmigo. No después de las cosas que hemos hecho juntos.

Dije recordando esas maravillosas escapadas que nos dabamos a su casa de campo de Northamsire.

-Eso no es relevante ahora, Emily. ¿Por qué estas sembrando duda en mi ptometida? - me preguntó serio. Como nunca había sido conmigo.

Me reí. Sin duda esto sería divertido, muy divertido.

- No es duda, yo misma la vi... - me reí más al ver su cara confusa. -... En el muelle, la semana pasada. Era sin duda tu querida Priscilla, su cabellera roja es inigualable. Estaba junto a la barandilla de un barco.

Él se encogió de hombros. - ¿Y qué? Todos sabemos que ella viajó a Francia.

Fingí estar sorprendida, aunque por dentro estaba de lo más divertida, tal vez si Alexander se mostrara dolido yo podría consolarlo. -¿Y tu sabías que viajó con un caballero?

La cara del duque era sin duda un poema, consternación y asombro, casi como si no entendiera el significado de mis palabras.

-Sí... - dije. -... Un apuesto y joven caballero rubio, elegantemente vestido, de buena cuna sin duda. Se acercó a su querida Madame, le tomó una mano... - dije. Claro aunque en realidad no iba a agregar que ella se alejó de él de inmediato. -... Y luego la beso.

Y por supuesto no le mencionaría a Alexander, que su Madame se resistió al beso y golpeó al caballero rubio.

-Eso... Eso no...

Balbuceo Alexander, antes de irse totalmente furioso de la fiesta de Lady Kensingthon.

Sonreí.

Ya era hora de esparcir este relato a todas y cada una de las damas de honor de Lady Albertinna.

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París, Francia.

Priscilla

Salí inmediatamente de Polignac Château, casi corriendo, sin saber si era lo correcto, o simplemente algo totalmente egoísta. ¿Qué no podía sacrificar mi felicidad para expiar mi culpa con la niña cuya madre tricioné de la peor forma? ¿Realmente no podía dejar ya a Alexander? No.

Entonces sí era una egoísta de la peor calaña.

Escuché la voz de Jaques llamarme mientras a toda prisa bajaba las escalinatas de entrada. Nada ya de lo que pudiera decir me haría cambiar de opinión.
Solo tenía que regresar a Londres y entonces todo estaría bien. Me casaría con mi duque y todo mi pasado quedaría enterrado ente un brillante futuro.

-Ma chèri! - me dijo mi antiguo amor cuando me alcanzó entre la entrada de setos y la escalinata.- No podéis volver a dejarme así sin explicación alguna.

Intenté en vano soltar su mano que tomaba mi codo. Era demasiado tarde para esta escena.

-Lo haré porque puedo, porque no eres mi dueño y porque ya no te amo. - le dije. Él, por otro lado, con esa fuerza que tanto lo caracterizó siempre tomó mi mano en un gesto que supondré quiso ser tierno.

-Por favor ma chèri Cecil quiero que todo vuelva a ser como antes, ¿no os das cuenta?  Por fin nuestro sueño de estar juntos puede ser una realidad. 

Bien si hablar era lo que él quería, hablaríamos. Ya no intenté que me soltara. Era en vano, si Jaques no me dejaba ir por voluntad propia, yo no podría hacer algo para que lo hiciera.

-Ese sueño se perdió desde el momento en el que no luchaste por lograrlo... - le dije calmadamente. -... Desde el momento en el que dejaste que tu padre te casara con Paullette Du Frois en lugar de esperar a que yo enviudara.

-Cecil...

-¡Niegalo!¡Niega tu falta de valor en ese entonces! - grité.

Él no pudo. ¿Cómo podría?

-Mon amour...- me dijo en susurro. Ya no era lo mismo. -... Cecil no puedo negarte eso, ni sé como pedirte perdón por todo lo que te he hecho. Pero quiero apelar al amor que me profesaste durante ocho años...

-siete.- corregí.

-... Siete años.-dijo. -... Cecil, quiero que todo vuelva a ser como antes, quiero que volvamos a ser como cuando nos conocimos, que volvamos a coquetear por los salones de baile, que vuelvan esas escapadas a media noche, que regresen tus sonrisas y los susurros llenos de ternura después de habernos entregado mutuamente, que haya otra vez esa dulzura y picardía entre nosotros, quiero volver a regalarte flores, quiero volver a cortejarte, quiero que vuelvas a decirme que me amas y que no me dejaras nunca, quiero que...

-quieres que todo vuelva a ese resplandor inicial... - interrumpí.

-sí eso es...

-quieres que todo vuelv a ser como antes... - le dije ignorandolo. El agarre de sus manos se había aflojado, y ya pude por fin liberar mis manos. -... Como cuando no sabíamos que todo terminaría en un gran desastre, como cuando no me habías lastimado.

-mejor dicho, como cuando no sabía que te terminaría amando. - dijo triste. Sus ojos me miraban con ternura y añoranza, sin embargo, yo no podía más que recordar esa mirada que tanto miedo me dio en su día.

-Jaques, esos días se fueron haace mucho tiempo... - le dije, y sin quererlo mis palabras sonaron quebradas, y mis ojos se ponían llorosos. -... Y lamentablemente no podrán regresar jamás.

-Pero...

-Me he enamorado... - le confesé. -... Es un buen hombre, y me ama como tu jamás lo hiciste. Me casaré con él y eso es inevitable.

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N/A: bien, como saben no suelo escribirles una nota. Pero es que en serio necesito su opinión y sus teorías sobre el final de la historia. Yo tengo dos posibles finales, y con uno sé que les romperé el corazón. Así que tengo un dilema entre ser una buena persona o una buena escritora.

Comments?

Besos.
Lenka Mockingjay

Amor Y Secretos (Saga Amour #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora