Capitulo 7

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Hola personas, en serio me encantaría saber su opinión
Cuentenme ¿Cómo os parece Priscilla?

Enjoy.............................................

Priscilla

Y entonces comenzó un juego peligroso para mi querido duque y para mi, unas tantas miradas subidas de tono, roces no tan inocentes cuando bailabamos el vals en algún baile, caricias en lugares impropios, besos a escondidas en lugares apartados. Pero nunca nada más. Nunca dejé que llegará a más.

Y éste presente se parecía tanto a mi pasado, que a veces cuando estaba en mi habitación, en la seguridad de la casa de mis primos, lloraba por no saber si estaba haciendo lo correcto. Lloraba por mi alma, sucia. Lloraba por lo que me había propuesto hacerle a Alexander, que sin embargo en ya no estaba tan segura de querer hacerlo. Lloraba por lo estúpida que había sido, por haber perdido tantos años de mi vida, por haber desperdiciado mi juventud e incluso mi capacidad de poder ser madre. Lloraba por estar completamente sola, y por tener que llegar a mi nueva propiedad Grace Manor, cuya enorme casa señorial serviría para tres grandes familias juntas, y que sin embargo sería para mi sola.
A veces rezaba, cuando esas noches sin sueñome atacaban, esperando limpiar mi alma inmortal de todos mis pecados. Esperando callar el remordimiento que traía encima. También Alinne me llevaba a la iglesia, y ahora yo participaba activamente en ella ¿¡Quién lo diría!? Pero hasta el padre Turner sabía de mis andanzas con Alexander, y me regañaba por tales motivos.

-Has de entender muchacha... - me decía el padre Turner cierto día que estábamos ayudando en el bazar para pobres.-... Ese joven duque lo único que está haciendo es llevar tu reputación al suelo. Si hasta mis oidos llegan esos comentarios, ¿Qué no dirán algunas damas en las reuniones de té?

-Gracias por preocuparse Padre. Pero le aseguro que no es para tanto.-le respondía yo.
-Si esto sigue así, dentro de poco he de casarlos.-me advertía el adorable anciano.

Por otro lado, Alexander seguía insistiendo en que fuera su esposa. Yo seguía negandome.

Y poco a poco fui convirtiéndome públicamente en su querida, tal vez yo no estaba hecha para ser otra cosa más que eso.

Sabía que en muchos circulos de damas se hablaba de mí y de mis ligeras costumbres francesas. Por suerte Lady Albertinna estaba de mi lado y ella tenía la suficiente influencia como para que no tuvieran tanto impacto. Alexander también estaba consciente de las habladurías.

-¿Por qué no aceptas? - me decía él mientras me besaba en el laberinto de Lady Fitzgerald. Era una reunión de almuerzo en la casa de la anciana dama. Otra en donde nos vieron desaparecer entre un laberinto. Otro motivo más para hacer escándalo de nosotros.- ¿No te das cuenta el daño que le estamos haciendo a tu honra?

-Pues entonces aleja las manos de mi.-le dije sonriendo, mientras le tomaba por las solapas de su abrigo y le acercaba a mi.

Él sonrió y volvió a besarme.

-Bien sabes que ya me es imposible. - me dijo. Pero por un momento su mirada cambió, serio de repente acarició mi rostro. - Priscilla.... Yo creo que... me has enamorado.

Esa era mi señal para alejarme.

-Debemos volver o hablarán más aún de nosotros.- y corrí. Me fui corriendo con rumbo a la hermosa mansión de mármol de Lady Fitzgerald, dejando a mi querido duque con su declaración en el piso, como si no me hubiera importado, como si no me hubiera calentado el corazón, como si con esas palabras mis piernas no hubieran temblado al oirlas.

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Aún con la culpa de mi rechazo presente en mi piel, tuve el descaro de ignorarle, de ignorar sus visitas, de rechazar sus arreglos florales y mandar de regreso sus regalos en costosos diamantes. Simplemente no podía verle a la cara, no era capaz de ver esos maravillosos ojos azules y negarme de nuevo a lo que él me pedía. Todo se me estaba saliendo de control.

Mis sentimientos se me escapaban de las manos y ya no estaba tan segura de querer lastimar a Alexander por tratar de utilizarme.
Pero yo seguía con dudas acerca de él. Aunque juraba amarme yo no podía creerlo del todo.
Pero no estaba segura si era por todo ese asunto de sus deudas o simplemente porque no creía que alguien pudiera amarme tanto como él mismo me juraba siempre entre besos. Tal vez al final sí tendría que poner a prueba al duque.
Pera eso necesitaría a un pobre incauto. Y si realmente era necesario desafiar a Alexander, el mismo destino se encargaría de poner en mi camino al pobre incauto.
Y así lo hizo.

El nombre del caballero en cuestión era Sebastian Van Der Reigth, un embajador alemán hospedado en casa de Lady Albertinna. Nos conocimos en cierta ocasión cuando estaba huyendo de mi querido duque y buscaba refugio en mi benefactora. Los tres cenamos juntos.

Sebastian no era un joven serio y de caracter reservado. Era lo que se diría "encantador" por no decir presumido. Era realmente apuesto y él estaba consiente de ello, con su cabello rubio y ojos grises. Sin duda el sueño de toda mujer. Menos el mío pues mis noches ya estaban repletas de una mirada azul con diminutas motas verdes. Sin embargo era un "niño" a penas tenía 20 años. Lo que hacía más asombroso su puesto como embajador, aunque pensandolo bien, tal vez él no era tan querido en su nación.

Y luego la oportunidad perfecta, le invité junto con Lady Albertinna al baile que yo ofrecería por la inauguración de Grace Manor. Todas mis amistadas asistirían, desde mis primos, obviamente Lord Pembrooke, Lady Nint, Lady Lane, Lady st. Hill, Lady Kingston y obviamente sus respectivas familias, y unas tantas otras personas que era importante que estuvieran presentes o al menos que se les invitara; obviamente no esperaba que todos aceptaran la invitación, la verdad esperaba que no, pues la celebración llevaría una semana de estadía en Grace Manor y yo en lo personal preferiría tener solo a los más cercanos a mi. Ahí me dedicaría a poner a prueba la paciencia y el amor de mi duque, si es que en realidad me amaba, las cosas no terminarían muy bien para el pobre joven y presuntuoso Sebastian.

Amor Y Secretos (Saga Amour #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora