Capítulo 2

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-Chicos, ella es Sattia Nefeej -me presenta Tito cuando estamos saliendo del puente.
Veo a mi derecha, hay una chica pelirroja con dos trenzas al lado mío. A la derecha de ella, hay una chica un poco más hinchada que tiene la mitad del pelo teñido de azul y la otra mitad castaña rapado. Y por último, al lado de la chica de azul, se encuentra un chico de pelo negro con ojos azules y pestañas largas. Su tez es negra aunque no tanto, y por eso resalta sus hermosos ojos.
-Soy Thaiss -me dice la chica pelirroja de repente, en un tono amable-. ¡Me encanta el color de tu buzo!
Sonrío, pero no puedo decir nada porque el chico de ojos azules dice:
-Damas y caballeros, aquí presentando al magnífico, único, inigualable... ¡Avur Rigatto!
La chica de azul pone los ojos en blanco y se dirige a mí:
-Ha hecho eso mismo con nosotras dos, él es el primero. -Sonríe y me da la mano-. Yo soy Gutten, un placer conocerte.
-Lo mismo digo para todos -son mis primeras palabras desde que subí a la camioneta.
Una vez más tranquila y cómoda, me fijo más detalladamente en el interior de la camioneta. A nuestros pies hay una especie de cajón negro con un lector de tarjeta en frente de éste. En los asientos donde estamos sentados entran dos personas más, tranquilamente.
Miro hacia fuera y la nieve tapa todo lugar al que veas, desde la punta de la torre de una iglesia hasta el último pelito de césped. Las cosas en el norte son así, no importa si es invierno, verano, primavera, otoño... Alaska siempre ha sido fría. Me pregunto en qué lugar del mundo nos alojaremos.
Asomo la cabeza hacia la cabina de adelante y veo a Tito apretar un botón, e inmediatamente empiezo a escuchar una melodía que sale de todas partes de la camioneta. Luego, Tito gira ese mismo botón para la derecha y el volumen de la melodía aumenta. Es algo aburrida.
-Ay, por favor -se queja Tito mirando al frente a la vez que aprieta otro botón que cambia la melodía. Hace eso repetidas veces hasta que encuentra una canción que parece que les gusta a todos. Le sube un poco más el volumen.
De repente, se me ocurre preguntar algo que estaba pensando en mi casa cuando Tito se presentó.
-Tito no es tu verdadero nombre, ¿verdad?
Todos me miran y parece que estuvieran diciendo que eso es obvio. Tito me observa por el espejo retrovisor, claro. Después mira para atrás y comprueba una palanca que está en verde.
-Claro que no -dice con calma-. Yo mismo me hubiera matado si me ponían Tito Barrito. Es una protección de identidad para cuando no estemos en estas camionetas o en la guarida.
-Bueno, en realidad, parece un nombre de circo -dice Thaiss riéndose.
Todos nos reímos, incluido Tito. Estoy esperando a que diga su verdadero nombre pero tarda tanto que me doy por vencida. Luego, dice:
-Mi verdadero nombre es... -Mira hacia todos lados por décima vez (supongo que es en broma)-. Cunile Nitteme. Sí, puedes mirarme con esa cara. En realidad, me llaman Agente Nitteme. Olvida lo de Cunile, es un nombre del que hasta yo me avergüenzo.
Sonrío. Quizá no me haya equivocado en venir con ellos. Parecen divertidos y solidarios, y eso es lo que más me importa ahora.
-¿Qué hay en este cajón? -pregunto pateando el cajón que hay a mis pies.
El Agente Nitteme frunce el ceño y dirige su mano hacia abajo del aparato donde prendió la música. Allí hay una pequeña pantalla y a su lado un lector de tarjetas parecido al del cajón.
-Cuando apriete el botón rojo, di tu nombre y a continuación: ''Integrante de la Unión Internacional del Pentágono'' -me dice. Aprieta el botón inmediatamente después que dice eso, y yo digo en voz alta:
-Sattia Nefeej, integrante de la Unión Internacional del Pentágono. -Se escucha un ruido del interior del lector y después de unos cinco segundos, sale una tarjeta. El agente la examina y me la entrega. Está algo caliente.
-Adelante, pásala por el lector -dice el Agente Nitteme con las dos manos en el volante.
Observo la tarjeta que dice exactamente lo que yo dije en voz alta. Lo que más me sorprende es que al lado del nombre hay una foto mía con el cabello suelto y ojeras. La reconozco, es la foto de mi último documento. Supongo que al decir mi nombre y nombrar qué soy del Pentágono, la máquina me reconoció y buscó una foto mía. Aunque por supuesto, en el documento no dice que soy Integrante de la Unión Internacional del Pentágono.
Deslizo la tarjeta por el lector y se escucha un ruido metálico, para que luego la tapa del cajón se corra hacia arriba. Una pequeña plataforma de tres pisos unida a la tapa del cajón se levanta y deja a nuestra mano un montón de recipientes de vidrio llenos de golosinas (maní con chocolate, almendras, malvaviscos, chicles enormes de diferentes colores, varas de azúcar). Al lado de la plataforma, se alza una bandeja con alfajores de chocolate blanco y negro. A los pies de Gutten puede verse un pequeño refrigerador de viaje con bebidas de gas y sin gas. Y por último, dos bandejas con dos excelentes tortas de chocolate y vainilla decoradas con colorante o algo así, y una bandeja aparte de tarteletas de atún y zapallo.
Entonces, el desayuno que me preparó mi madre con tanto amor es nada a comparación de esto. No he viajado mucho (sólo dos veces y en colectivo), pero cada vez que como en un viaje lo vomito todo. Así que prefiero esperar a parar en algún lado. Miro afuera y hay un montón de vehículos pasando por al lado nuestro.
Thaiss y Avur están enloquecidos con el poder de la tarjeta. El Agente Nitteme debió hacerle una tarjeta a cada uno para que no molesten más. Gutten parece más madura, pero de todos modos el Agente le hizo su tarjeta y ella la aceptó con todo gusto.

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