11 de Noviembre
Shadow
Se sentía inalcanzable.
El cielo era como la paz infinita que nunca había encontrado.
Las estrellas titilaban llamando su nombre.
Pero no podía llegar hasta allí.
Ella no había muerto, y no veía otra forma de llegar hasta ahí.
Se secó una lágrima con la manga de su blusa.
Afuera el mundo seguía girando, y ella no lo quería para sí misma.
Se dió la vuelta, la habitación estaba vacía, la cama estaba arrugada y sin hacer, el reloj en la pared parecía no funcionar.
Una enfermera había entrado. La vió cerca de la ventana y le hizo una seña para que se sentara cerca.
-Te traje la cena- dijo ella, amablemente. Shadow apostaba a que sentía lastima por ella (una chica tan patética que quizo acabar con su vida), no era tan difícil después de todo.
Shadow se acercó, sólo un poco.
Molly había denunciado a su padre, ahora estaba retenido hasta el día en que ella testifique, y Shadow ya no le quería ver la cara. Ya no quería saber nada de él. Y de nadie.
Una psicóloga había ido a visitarla desde el primer día en que llegó, dijo que si no hablaba no podría ayudarla, pero aquella mujer no entendía que Shadow no quería ayuda. Shadow no quería una solución a sus problemas, ella quería ser libre; libre de su propia vida que la ataba a la oscuridad.
La enfermera dejó la bandeja en su mesita de luz. Y se fue.
Shadow volvió a arroparse entre las sábanas y miró el reloj en la pared. Seguía detenido. Cerró sus ojos, escuchando los sollozos y gritos de otros pacientes afuera de la habitación.
.
Abrió sus ojos. No podía respirar. Intentó gritar, pero su garganta estaba atascada. Se sentó en la cama y miró hacia un lado, en su intento de encontrar el botón de anti-pánico tiró la bandeja de comida y el jarrón de flores, y cayó de rodillas. Los ojos le brillaron de lágrimas. Unos monstruos entraron bruscamente a la habitación y corrieron hasta ella y la levantaron del suelo.
Shadow no podía ver sus rostros, sólo que estaban arrastrandola hacia algún lugar. Se sentía asustada. Intentó zafarse, pero aquellas personas eran más fuertes.
De pronto las luces se volvieron psicodélicas, rebotando de una pared a otra y Shadow no podía seguirles el paso.
Los monstruos comenzaron a gruñir entre ellos.
-¡Sueltenme!- gritó Shadow-. ¡Auxilio!
Los monstruos aflojaron el agarre por un momento, cosa que ella aprovechó para empujarlos y correr lejos de ellos.
Atravesó puertas y esquinas, los pasillos parecían estar muertos y la luz psicodélica había desaparecido.Shadow empujó una puerta más allá y se adentró en un pasillo con paredes de color azul. Los llantos habían desaparecido por completo al igual que aquellos monstruos que la perseguían.
Se paró en un rincón para tomar grandes bocanadas de aire.¿Dónde demonios la había metido Molly?
Ella necesitaba salir de allí.
Esos monstruos iban a devorarla.
Escuchó unos pasos. Dejó de respirar. Miró por el rabillo del ojo. No, no ese no era uno de los monstruos. Era un mortal. Con ojos muy desorbitados mirando alrededor en busca de algo...
Shadow salió al pasillo sigilosamente.
El mortal se escondió en una cueva roja. Casi oxidada.
Cuando Shadow miró detrás de ella, los monstruos ya le estaban echando mano. Sus grandes camisas blancas la apretujaron junto al suelo. Ella gritó y como pudo intentó clavarles las uñas a la carne oscura de sus brazos.
Nada fue suficiente.
Le introducieron una aguja dentro de su sistema. Algún líquido maligno le estaba adormeciendo las piernas. Una vez más intentó ser liberada, hasta que sus brazos se adormecieron y todo lo que pudo ver fue al mortal mirándola con los ojos bien abiertos.
.
12 de Noviembre
Lo primero que despertó fue su sentido del olfato; aquel lugar olía a arsénico y zapatos nuevos.
Luego le siguió el sentido auditivo; podía oír a los pájaros cantar desde algún lugar lejano.
Y después le siguieron los demás sentidos.
Cuando abrió los ojos supo que algo no estaba bien. Aquel cuarto no era el suyo. Sólo existía una ventana y estaba clausurada. No habían botones anti-pánico ni tampoco flores rosas en su mesita de luz y ni siquiera había una mesita de luz. Ese lugar era cerrado y reducido a solamente una cama con dos sábanas blanca. Todo en ese lugar era blanco.
En un arrebato de desesperación Shadow corrió hacia la puerta. Gritó y la golpeó fuerte. Golpeó y golpeó hasta que los puños le comenzaron a doler.
Lloró en silencio.
¿Por qué la habían encerrado allí? ¿Por qué no recordaba absolutamente nada desde que durmió en la habitación anoche? ¿Por qué le pasaba esto a ella?
Se acurrucó en un rincón intentando calmar los latidos de su corazón y las lágrimas que escurrían de sus mejillas.
Molly.
¿Por qué ella no la fue a rescatar?
¿A caso estaría allí para siempre?
Entonces la puerta se abrió lento y con un chillido. Detrás apareció un doctor y un enfermero, ambos mirándola con cautela. Shadow se aferró más a sus piernas. ¿Ellos la trajeron allí?
El doctor se acercó a ella y se agachó a su lado. Le frunció el ceño, también.-Hola- dijo él-. Soy el Dr. Hatness. Estoy aquí para ayudarte.
Shadow lo miró confundida.
-¿Sabes cómo te llamas?- preguntó él.
Ella asintió.
-Shadow- murmuró ella, su voz salió ronca-, mi nombre es Shadow Farro.
-¿Sabes en dónde estás?
Miró sus dedos, pálidos y débiles, sus nudillos tenían marcas.
-No- contestó ella.
-Estás en un hospital psiquiátrico, Shadow. Y no puedes salir de aquí hasta que estés completamente sana, ¿entiendes?
Shadow, con lágrimas en los cuencos de los ojos, asintió.
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Shadow es un nombre ficticio, no sé si existe, pero con mi ingenio y creatividad (? la nombré a la protagonista así por Shadowhunters. No me culpen por ser una aficionada *
Y su apellido es por Josh Farro (de Paramore).Soy genial, ¿no? Ahre
Como sea.
Cambio y fuera.
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Corazones Retorcidos
Romance-Un corazón retorcido no es aquel que no sabe amar-murmuró Derek-, sino aquel que sabiendo que no debería, lo hace. -Estoy segura de que es todo lo contrario- respondió Shadow.