7. Dangerous

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17 de Noviembre

Derek

Su compañero de habitación había sido retenido en la oficina del director por consumir drogas. Derek no podía odiar más aquel lugar.

En serio. ¿Retención?

Y esa noche, por primera vez no se sintió tan incómodo en aquel lugar. A su compañero lo habían trasladado a quién-sabe-qué-lugar del hospital. Quizá donde se alojaban todos los enfermos de verdad. Lo que sea que le haya pasado, ese chico no lo perdonaría. Derek lo escuchó muy bien cuando dijo que se vengaría de todos ellos. Y no estaba seguro si alarmarse o no. Luego de leer el libro de autoayuda que su hermano le había dado, se quedó dormido contra el respaldar de la cama y la luz de la mesita encendida.

Al despertar se encontró con un panorama diferente. Su luz seguía encendida, sí, pero una espesa niebla se estaba extendiendo por todos los lados. Y la alarma contra incendios alumbraba desde afuera. Derek se levantó rápidamente y abrió la puerta de su habitación. Cada cuadro había sido arrancado de su lugar al igual que las cortinas, y estaban ardiendo en llamas. Las mayoría de las cosas se estaba haciendo cenizas en el pasillo. Algunos de sus compañeros de terapia corrían por direcciones diferentes. Uno de ellos se detuvo y lo miró con las pupilas dilatadas.

-¡Corre hasta la puerta de salida!- le gritó y luego se fue. Derek intentó seguirlo, pero no pudo. El chico ya se habia perdido en la multitud.

Derek corrió hasta que se encontró a sí mismo en el pasillo estrecho. Algunos focos habían sido explotados por la exposición al calor. Algunas cortinas estaban quemándose intensamente.

-Dios- murmuró-, tengo que salir de aquí.

En medio de su afano por encontrar una salida escuchó unos gritos provenir desde abajo. Miró sobre sus pies. Más allá había una escalera y el subsuelo.

¿A quién carajos encierran allí?

Derek corrió hasta las escaleras abajo y saltó al subsuelo. Apenas una luz alumbraba las puertas. El grito de una chica seguía latente. Él siguió el camino hasta la última puerta, pero estaba cerrada con llaves. Mierda, pensó. Un hombre lo empujó al suelo y salió corriendo. Derek lo siguió.

-¡Hey!- le gritó Derek.

El hombre se detuvo y le frunció el ceño.

-¿Qué?

-¿Sabes dónde hay una llave para abrir ésta puerta?- le preguntó él.

El hombre titubió un momento, y la luz se apagó por completo. Entonces el hombre tiró un juego enorme de llaves y se fue. Derek corrió y sin poder ver del todo, tanteó las llaves y corrió hasta la última puerta. La chica había dejado de gritar.

-¿Hola?- preguntó-. ¿Hay alguien aquí adentro?

-Sí, sí- contestó, de inmediato, la chica-. Por favor, sáqueme de aquí.

-De acuerdo- tiró de las llaves e intentó con la primera. Nada. Intentó con otra y otra, y no encajaban.

-¡Por favor, hágalo rápido!- gritó la chica.

-¡Hago lo que puedo!

Entonces en la quinta llave, y con todo el sudor en su frente, y las manos temblorosas, la puerta cedió. La chica salió de allí y comenzó a toser.

-¿Estás bien?- le preguntó él.

Ella alzó la vista y lo miró boquiabierta. Derek se detuvo.

Aquella chica....

La había visto antes. En el pasillo angosto. Ella asintió lentamente. Entonces él tomó su mano, y se dirigieron escaleras arriba. Todo estaba llamas y casi no había por donde respirar. Encontraron una salida y la tomaron.
Los guardias, que se veían como enormes ninjas, comenzaron a perseguir a la mayoría de los que escapaban. Ellos no fueron la excepción.

Corazones RetorcidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora