Corazones Retorcidos

9. Madness

18 de Noviembre

Derek

Este era el trato; pasarían la noche en algún hotel de mala muerte, y al otro día comprarían dos boletos con destino a Loncha. Él acompañaría a Shadow en su encuentro con su tía, y una vez encontradas, chau chau.

No era un mal plan, excepto que después ya no sabría adónde ir. Derek estaba perdido, y no pensaba admitirlo. Aquella chica lo miraba como si fuera su única salvación en el mundo, y eso sólo lo hacía odiarse a sí mismo. Shadow. Un nombre demasiado extraño para ser real. Apostaba a que no alcanzaba los dieciséis. ¿Por qué siquiera se preocupaba por ella? ¿Por qué estaba haciendo aquella locura, en vez de seguir con sus terapias en aquel hospital? ¿Por qué no accedió a cumplir el tiempo que tenía que cumplir adentro? Si al fin y al cabo, no era un adicto. Sonrió desganado. Esto era peor. No podía hacer las cosas bien, simplemente, no eran su fuerte.

-¿Dónde dormiré yo?- preguntó Shadow, con los ojos caídos.

Derek miró a su alrededor. Una cama. Un sofá. Y una lámpara.

-Yo duermo en el sofá- contestó él. Ella hizo una mueca-. Siempre quise dormir en una, así que no mates mis sueños.

Shadow sonrió levemente, luego se fue hasta el baño con las mejillas rojas. Derek tomó el teléfono del hotel y marcó el delivery. Una mujer atendió y le hizo esperar en línea, mientras una ridícula canción de comercial sonaba de fondo. Rodó los ojos y se tumbó en el sofá. Luego de pedir una pizza, colgó y esperó con el apetito abierto. Shadow salió del baño y se sentó lentamente en la cama. Su ceño estaba fruncido fuertemente en su rostro.

-¿Te sucede algo?- le preguntó él.

Ella negó con la cabeza.

-Pedí delivery- comentó Derek. La observó quitarse los zapatos, un poco de piel morada se asomó de entre los tobillos, y entonces se arropó en las sábanas-. Espero que no seas vegetariana.

-En absoluto- contestó ella. Luego lo miró a él, Derek le devolvió la mirada y, luego ambos estaban mirándose mutuamente. La profundidad de sus cicatrices, las sonrisas rotas, la oscuridad en sus voces. Aquello que no se podía ver a simple vista-. ¿Crees que en algún momento pasarán cosas buenas, Derek?

-No lo sé.

-Yo tampoco.

Ambos cenaron su pizza en silencio. Pedazo por pedazo. Era como un concurso de ver quién era el más silencioso, hasta que Derek se hartó y encendió la televisión. Claro, aquello tampoco es una buena idea, pero aún así.

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19 de Noviembre

Aún el sol comenzaba a levantarse cuando partieron hacia la estación de trenes y pagaron por sus boletos. Derek estaba inquieto, a diferencia de Shadow, que casi ni pestañeaba. Cuando las puertas del tren se cerraron en su entorno, se dirigieron hacia unos sillones en un rincón, y quedaron entre medio de unas pocas personas con sus rostros cansados. Afuera el bullicio comenzaba a hacer lentamente su efecto.
Al cabo de un rato, en la segunda parada, un vendedor ambulante comenzó a moverse entre los demás anunciando las bebidas calientes y eso. A Derek le gruñió un poco el estómago. Se inclinó hacia Shadow y le tocó el brazo.

-¿Quieres un café?- le preguntó, y ella negó con la cabeza, suspirando levemente-. O tal vez, ¿chocolate?

-No, gracias- ésta vez, murmuró entredientes. Así que él dejó de insistir y esperó a que el vendedor pasara por su lado. Cuando el vendedor lo hizo, él sacó su billetera y le pidió dos tazas de café envueltas en papel de aluminio. Le dió una de las tazas a Shadow, aunque ella le frunció el ceño. Se sentía bien beberlo, aunque le faltara un poco de azúcar. A cada rato miraba a Shadow de reojo, después de un rato ella le dió un pequeño sorbo a su taza y él sonrió con disimulo.

-Probablemente en Lanchaster Wild son mejores, ¿verdad?

-Quizás- murmuró-, pero no lo recuerdo.

-¿Hace cuánto que no has visto a tu tía, exactamente?- le preguntó Derek con cautela.

Ella se mordió el labio inferior. Él la miró; tan pequeña e inocente, acabando en un tren con alguien como él. Derek sintió lástima por Shadow.

-Cinco años.