5. Broken

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16 de Noviembre

Derek

Hoy estaba sentado en el asiento copiloto del auto de su hermano, rumbo a su casa en Madison Square. Casi no existían los árboles ahí. Vió como se alejaban lentamente de los pocos que quedaban cerca del Hospital Psiquiátrico W. Richardson, le habían concedido un día de visita a su familia. Pero tenía que regresar tan pronto el sol se escuenda.

¿Qué creen que soy?, pensó él con fastidio, ¿un niño?

Debería estar feliz, pero no lo estaba. Algo en él le hacía un gran nudo en la garganta. Aquella chica, aquellos ojos...

¿Qué le habrán hecho?

.

Apenas llegaron, escucharon a the Beatles, la gran afición de Bethany. Derek sonrió y entró junto con su hermano.

-Hola, amor- dijo Federick, apenas vió a su esposa. Fue hasta ella y la besó, y Derek se sintió incómodo con aquella situación.

Para su suerte, no duro demasiado.

-Bienvenido, Der- dijo su cuñada, abrazandolo. Él sonrió al escuchar ese apodo.

.

Él hace tiempo se había desligado de ellos, pero aún así lo recordaba con tanta frecuencia que era imposible de olvidar. El primer día que había llegado se había quedado huérfano. Bethany lo había acobigado entre sus brazos y le había cantado alguna canción húngara de cuna.

Derek lo recordaba a la perfección.

Cada risa, cada llanto se habían quedados grabados en esas paredes.

Él se mantuvo despierto toda la noche, pensando, en las oscuras grietas que el amor no había podido llenar. Y pensaba, que no tenía nada más para dar.

Él tenía tanto por decir...

Pero nunca lo haría en esa reunión de adictos. Él no era eso.

Su guitarra, de niño, seguía allí, intacto. Al igual que sus letras en el respaldo de la cama.

Sus padres habían muerto, y hasta ahora nunca lo había sentido real. De hecho, pasaba cerca de cinco horas en el cementerio y no lograba aceptar que ya no sería hijo otra vez...

Sus padres sólo se habían de vacaciones, como siempre solían hacerlo, indefinidamente, pero esa vez no iban a volver.

.

El camino de regreso fue silencioso, Federick le había regalado un libro de autoayuda y eso lo enojó bastante. Lo sintió como un golpe en seco contra su nariz, y eso dolía, bastante.
Se encogió en su gran chaqueta vaquera y sólo asintió (apenas) a las cosas que decía su hermano.

Cuando estaban llegando al campus, Derek se desabrochó rápidamente el cinturón de seguridad.

-Vamos, hermano- dijo Federick-. No te enojes....

-¡No estoy enojado!- dijo más fuerte que lo común. Luego respiró hondo y se volvió a su hermano-. De verdad, no estoy enojado.

Sonrió, o eso intentó.

-Esta bien- dijo Federick-, sólo quería ayudarte...

-¿Ayudarme en qué?

Su hermano frunció el ceño.

-¡Intentaste suicidarte!- dijo, y cuando Derek intentó hablar, él le tapó la boca con la mano-, ¿y quieres que yo me pare aquí y finga que no fue nada grave?

-Sí. Eso es exactamente lo que quiero que hagas- dijo él.

-¡Olvida de una vez a Penny!- gritó Federick-, ¿¡o acaso eres tan imbécil!?

Derek salió del auto y empujó con todas sus fuerzas la puerta. El auto tembló, y Federick sacó el brazo izquierdo, lo alzó al cielo y le enseñó el dedo del medio.

Derek negó con la cabeza repetidas veces.

-¡Jódete!- gritó a todo pulmón.

-¡Jódete tú!

-No. ¡Tú jódete!

-¡J-Ó-D-E-T-E!- gritó su hermano, pronunciando sílaba por sílaba.

Derek alcanzó una piedra y la tiró contra su hermano, que se escondió detrás del auto. Tomó otra piedra y esta vez, le dió en el trasero.

-¡Pierdes el tiempo!- gritó Derek- ¡Eres demasiado gordo!

-¡Y tú!- dijo Federick-. ¿¡Te has mirado en el espejo alguna vez!?

Derek le tiró otra piedra, y otra y otra y otra hasta sentir su palma escocerse contra la tierra. Federick se escondía y desde la ventanilla le sacaba la lengua, para molestarlo. Hasta que una mano, firme y huesuda, detuvo a Derek de su cometido. Él miró a su lado, maldiciendo en silencio.

-Sr. Pearls, ¿qué cree que hace?- Derek miró a su hermano por el rabillo del ojo, se estaba riendo mientras sujetaba una mano en su estómago y otra mano en su boca.

-Lo siento- respondió él.

La psicóloga, Herner, le sonrió superficialmente y le señaló el camino.

-Sigame- dijo ella.

Derek asintió con la cabeza. Y cuando la Sra. Herner se dió la vuelta, volvió a tomar la piedra y la estampó fuertemente contra la ventanilla; ésta cayó hecha trizas y el rostro de Federick se volvió rojo en llamas.

-¡Sr. Pearls!- le regañó la psicóloga.

Federick se agarró la cabeza con las dos manos y luego lo señaló a él.

-¡Hijo de puta!

-Recuerda que somos de la misma madre- dijo Derek con una sonrisa. Tomó su mochila y, elegantemente, se dirigió hacia la entrada del hospital.

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Comenta o mueres hoy mismo. Nah mentira.

¿Qué opinan de Derek?
¿Es gruñón, bipolar, etc, o sólo un estúpido enamorado?

Cambio y fuera.

Corazones RetorcidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora