Capitulo 8

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Sebastián despertó aturdido y desorientado pero luego recordó que estaba en el cuarto de Elisa y la vio a ella recostada contra su pecho con los labios entre abiertos y el rostro relajado- pensó que era la mujer más hermosa que había visto en esas condiciones-, la movió tratando de no despertarla mientras bajaba de la cama y al hacerlo la sabana resbalo con él y los dejo a ambos desnudos, verla de inmediato despertó cierta parte de su anatomía, pero no iba a molestarla, aun sentía los músculos débiles de todo el sexo de la noche anterior, volvió a cubrirla y tomo el teléfono de la mesita de noche , miro la hora 8:01 y exclamo - ¡mierda llego tarde!- se vistió con rapidez y le escribió una nota a Elisa:

-siento irme sin despedirme pero te veías tan hermosa durmiendo que no quise despertarte, te llamare al salir del trabajo. PD: es usted agotadora y me encanta.

Salió corriendo de la casa de la bella y descarada Elisa y condujo con rapidez hasta llegar a su apartamento se dio una ducha rápida pues aun sentía el perfume de ella en la piel, se vistió con rapidez; camisa blanca, vaqueros negros y zapatillas, se lavo los dientes y condujo apresuradamente hasta el trabajo.

Al llegar la secretaria le informo que el jefe no había llegado aun, le agradeció y subió a su lugar de trabajo, escribió la reseña de la exposición de arte mientras tomaba una taza de café, al terminar sus pensamientos se dirigieron a la mujer de ojos negros y apetito sexual insaciable, pensó también en lo mucho que le gusto despertarse junto a ella, hasta que su teléfono lo devolvió a la realidad, era un mensaje de ella.

- :( me hubiera gustado darte un besito de buenos días, pero usted me dejo realmente agotada. PD: aun me tiemblan las piernas y hoy no iré al teatro.

Ese mensaje lo hizo reír a carcajadas y también le dio una idea.

- Puedes darme uno de buenas tardes, ¿almorzamos juntos?

- Claro te espero ansiosa. Tengo mucha hambre y no precisamente de comida.

Esas insinuantes palabras le tensaron el miembro, Elisa tenía una conexión directa con su entrepierna, sacudió la cabeza y siguió trabajando tratando de no pensar en ella, aunque fuera casi imposible.

Al llegar la hora del almuerzo salió apresurado a coger el ascensor y choco con Allison, la sujeto para que no se cayera y quedaron casi rozándose la nariz, ella se sujeto de sus antebrazos, el podía ver el deseo de ella, se sintió mal pues quiso corresponderle porque era hermosa y la clase de mujer que esperaba un compromiso como él, pero él deseaba a una libertina actriz sin rumbo fijo.                          Con Elisa en la mente se alejo de ella y dijo – disculpa, no vi por donde iba – ella se sonrojo como siempre y contesto – yo también tuve la culpa Sebastián, quería saber, ¿aun sigue en pie lo del café?- él pensó que no era buena idea pero ya habían quedado así que contesto – si claro a las 7 nos vemos aquí y bajamos a tomar un café – ella sonrió y con timidez dijo – si está bien, buen provecho – y siguió su camino.

Sebastián pensativo por como se lo tomaría Elisa, siguió hasta el aparcamiento y se subió al coche, se detuvo en un restaurante y pidió dos almuerzos para llevar, cuando llego al apartamento de Elisa subió y toco la puerta.

Ella abrió despampanante como siempre, con un camisón blanco casi trasparente, en cuanto Sebastián entro esta lo beso con ardiente pasión, estaba ansiosa por verlo.

cuando ambos se separaron jadeando, Elisa lo saludo con un coqueto – Hola señor Rodríguez - el con toda su galantería y divertido le contesto – Señorita Elisa a secas, no sabe la falta que me hacía, ¿preparamos la mesa?- ella se acerco a su oído y le susurro – ¿y si mejor lo hacemos sobre ella?- la miro con las pupilas dilatas, la deseaba con cada célula de su cuerpo, así que dejo la comida sobre la encimera de la cocina, tomo a Elisa y la dirigió hacia la mesa de madera del comedor, empezó a besarla con posesión, la tomo de debajo de los muslos y la subió a la mesa; le abrió las piernas y mientras la besaba restregaba su ya hinchada erección contra la suave piel desnuda de Elisa, esta gemía, le acariciaba la nuca con una mano y con la otra lo apretaba mas contra ella.

El empezó a besarle el cuello, le bajo los tirantes del camisón dejando al descubierto sus hinchados pechos, resiguió con besos húmedos el cuello hasta llegar al hinchado pezón que mamo con ansias, mientras apretaba con el pulgar y el índice el otro.

Elisa sentía que iba a explotar, así que con afán de culminar, le desabrocho el pantalón y se lo bajo junto con los bóxer; le saco el pene, se lo apretó y empezó a masturbarlo mientras él seguía dedicado a sus turgentes pezones.

La presión que le ejercía Elisa junto con sus caricias en el miembro hacían sentir a Sebastián como si fuera a correrse y deseaba hacerlo pero dentro de ella, así que la recostó sobre la mesa, le abrio los muslos; se agacho, le dio algunas lamidas en el clítoris para prepararla.

Cuando ya estaba lo suficientemente húmeda se incorporo, le agarro las piernas y se acomodo ambos pies sobre los hombros, en esa posición podía albergarlo todo.

Acomodo su erecta polla en la entrada húmeda de ella y empezó a empujar con delicadeza, pero en cuanto la tuvo toda dentro lo hizo con fuerza y rapidez.

Las potentes estocadas de Sebastián hacían que Elisa tocara el cielo con las manos, se retorcía y gritaba cuando sentía que la llenaba completamente.

Verlo enloquecido de deseo por ella era lo que más le encantaba, esos azules ojos se oscurecían mas y mas en cada penetración. Verlo la excitaba así que le pregunto en un gemido –¿te gusta?- el la miro con hambre y contesto mientras seguía hundiéndose en ella con fuerza

- Si... me... encanta... darte... así... - esas palabras y la manera tan carnal con que las pronunciaba hicieron que Elisa perdiera el control y con dos profundas penetraciones mas ambos se sumieron en un clímax que casi los hace perder el conocimiento.

Sebastián cayó sobre ella aun dentro y empezó a besarle el cuello y la cara, Elisa aun jadeando dijo – creo que nunca me cansare de ti – él se rio de ese comentario y deseo que fuera cierto.

La beso por última vez en la boca antes de retirarse de dentro de ella y preguntarle -¿comemos?- ella solo asintió con su expresión satisfecha.







la seducción de ElisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora